viernes, noviembre 30, 2007

La política como deporte amateur

Ya llegando al final del mandato de Néstor Kirchner, queda claro que en el mundillo más o menos de izquierda / progresista / nacional / popular que se expresa en los blogs y en algunos medios masivos hay a grosso modo dos tipos de miradas bastante distintas y hasta opuestas sobre su gobierno. De eso trata una conferencia que dio hace unos meses el sociólogo Juan Carlos Torre en el Club de Cultura Socialista.

Lo que me interesó de este texto, más allá de su opinión sobre lo que él llama "el fenómeno político Kirchner", es su "ejercicio de introspección" sobre la evolución de las posturas de la izquierda socialista democrática en la Argentina, a partir de la recuperación de la democracia en 1983. Puede agregarse como antecedente que uno de los líderes intelectuales de esta corriente, Juan Carlos Portantiero, en 1973 saludaba el accionar de la guerrilla armada (esto no va como crítica, sino para intentar captar la amplitud del viaje ideológico de estos sectores a lo largo de tres décadas). Digamos que en parte esto se engancha con este post, y aquí va nomás la parte de la conferencia de Torre que me interesa resaltar:


Cuestiones de Método
Una vez más sobre los avatares de la izquierda socialista democrática en la Argentina de hoy

"Quisiera compartir hoy con ustedes los resultados de un ejercicio de introspección. Desde hace un tiempo me vengo preguntando por las razones, los motivos por los cuales yo y otros como yo hemos reaccionado ante el fenómeno político Kirchner de una manera diferente a como lo hacen otros amigos del universo, bastante etéreo, de la izquierda socialista democrática. La respuesta que me he dado es que nuestras discrepancias tienen que ver con cuestiones de método. Más concretamente, nuestras discrepancias remiten a valoraciones diferentes y contrastantes de las formas de hacer política. Así, para algunos de nosotros las prácticas políticas por medio de las que Kirchner ejecuta sus iniciativas nos parecen criticables y éstas son, a la vez, nuestro principal criterio para evaluar su experiencia de gobierno. Entre tanto para otros, el principal criterio para emitir un juicio está en otro lado, en la dirección ideal de las políticas que Kirchner impulsa, la cual, desde esta perspectiva, tiene un carácter tendencialmente progresivo.

Unos poniendo el acento sobre los medios de la política, otros subrayando las finalidades de la política, he ahí las cuestiones de método que delimitan nuestras discrepancias.(...)

(...) Dicho esto les comento que después de revisar retrospectivamente una trayectoria que estimo conocer mejor me encuentro frente a una conclusión. Y esta conclusión es la siguiente: uno no puede hablar durante años en favor de la democracia y el pluralismo político, en favor del Estado de derecho y de los controles constitucionales sin que, al final, termine tomando conciencia de las implicaciones de lo que dice. Esto es, sin que, al final, convierta a la democracia y al poder limitado en valores sustantivos y no instrumentales, y, en consecuencia, les asigne una centralidad equiparable a la solidaridad y la equidad social. A mi juicio esto es lo que ha ocurrido con muchos de nosotros desde que nos embarcamos hace más de 25 años en un re-examen de nuestras creencias políticas. Y esto es, agrego además, lo que está influyendo sobre nuestra postura en la coyuntura política actual.

Con el propósito de esclarecer esa influencia los invito a acompañarme ahora en un recorrido a vuelo de pájaro por sobre las principales estaciones a través de las cuales se desenvolvió ese re-examen de nuestras creencias políticas. Para hacerlo tenemos a mano la mejor hoja de ruta: estoy aludiendo a la obra de nuestro querido Juan Carlos Portantiero. Él fue entre nosotros quien despejó con más lucidez los problemas, las perplejidades, las salidas que fuimos encontrando en esa travesía; una travesía de la que emergimos iguales y diferentes. Iguales porque mantenemos el compromiso original por una sociedad más justa; diferentes porque en la actualidad procuramos plasmar ese compromiso en el marco de una visión del orden político y de la acción que es distinta de la que fue la nuestra por mucho tiempo.

La primera estación de nuestra travesía fue un ajuste de cuentas que algunos hicimos en el exilio y otros en el país a la vista del desenlace catastrófico de la violencia política de los años setenta. A la hora de hacerlo las palabras importaron: ¿fue acaso una derrota o fue el fruto de un error? Esto es, ¿se trató del resultado contingente de una empresa liberadora que mejor concebida o en circunstancias más favorables valía la pena encarar y llevar adelante o, por el contrario, fue el resultado necesario de una aventura jacobina que sustituyó a la política por la guerra y entrañaba naturalmente una involución autoritaria? Quienes estábamos caminando en la dirección de una izquierda socialista democrática optamos por hablar de un error en lugar de una derrota. Y porque esa fue la conclusión del ajuste de cuentas se abrió ante nosotros el paso siguiente, valorizar las libertades democráticas como plataforma hacia adonde reorientar la realización de los ideales socialistas.

Vista en perspectiva, no fue una tarea simple; consistía nada menos que en despojar a la democracia formal, es decir, a las reglas para la formación de los gobiernos y la adopción de las decisiones públicas, del estigma que había merecido en los círculos de la izquierda. Tampoco fue una tarea exenta de equívocos como los que se desprendían del diagnóstico de la derrota que evocamos antes. Vista desde el diagnóstico de la derrota la opción por la democracia no era más que un expediente táctico, un espacio adonde a falta de una alternativa mejor, las fuerzas diezmadas podían reagruparse a fin de retomar sus objetivos de siempre.

En cambio, para los que suscribimos el diagnóstico del error, la opción por la democracia comportaba un replanteo más profundo. El que nos condujo a hacer nuestra la tesis de Eduard Bernstein, el político socialdemócrata alemán: “La democracia es a la vez un medio y un fin. Es un instrumento para instaurar el socialismo y la forma misma de su realización efectiva”. En este espíritu, entendemos que los fundamentos y las reglas de la democracia otorgan a los sectores desprovistos de influencia en la alta política y de poder en el mercado los recursos para compensar esas desventajas extra institucionales. Con esos recursos, por medio del voto, de las libertades para organizarse y manifestar, del pluralismo político, la democracia potencia su capacidad para intervenir en la gestación de un orden más igualitario. Y configura, por lo tanto, un patrimonio valioso en sí mismo que no puede ser archivado, sin grave riesgo, en nombre de fines últimos superiores.

La estación en donde descubrimos el valor de las libertades democráticas se articuló muy bien con una preocupación cara a la izquierda socialista: que cada persona cuente con los medios para usar esas libertades. Con frecuencia, cuando llega el momento de identificar cuáles son esos medios la mirada se dirige a los medios materiales. Y está bien que ello suceda, ¿cómo disfrutar de la libertad en una sociedad donde grandes sectores carecen de los medios para satisfacer sus necesidades más elementales? La respuesta a este interrogante ya lo conocemos. Basta para ello echar una ojeada a las prácticas clientelistas de los grandes y pequeños caudillos políticos que proliferan al abrigo de las libertades democráticas. De esta evidencia una conclusión se sigue y ésta es una que ya destaqué: la democracia debe ser, como lo es, el ámbito para dilatar el universo de la ciudadanía, bregando por asegurarle los medios materiales que fortalezcan su autonomía moral y política.

El proyecto democrático tal como hemos llegado a concebirlo sería incompleto si quedara limitado a lo que acabo de señalar. Más aún, no sólo sería incompleto. Tampoco haría justicia a uno de los descubrimientos más importantes de nuestra travesía: la dimensión propiamente liberal de la democracia. Esto es, el sistema de controles, equilibrios y contrapesos que preserva los derechos de las personas y pone frenos al ejercicio del poder estatal. Para decirlo con los términos que he venido empleando: se trata de los medios institucionales que garanticen el uso de las libertades democráticas.

Hablé de un descubrimiento. Este fue el resultado de una reflexión sobre la experiencia límite del arbitrio estatal: la violación de los derechos humanos. A través del sendero abierto por esa reflexión se fue alumbrando una esfera siempre ocluida en el pensamiento de izquierda, estoy hablando de la idea del poder limitado. Así, entonces, la crítica a la arbitrariedad absoluta del estado suministró el marco para una crítica más general a toda forma de autoritarismo de los poderes públicos, sea en la versión de la dictadura militar, sea en la versión del cesarismo democrático; como sabemos, una y otra figuras familiares de nuestra historia política.

Finalmente, en el trayecto de esta renovación de nuestras creencias políticas fue decantando una otra concepción de la acción política. Me refiero a la concepción de la acción política en la cual la ampliación de las fronteras de la democracia existente se produce con los métodos de la democracia misma: la discusión, la tolerancia a los disensos, el compromiso y las alianzas, una ingeniería gradualista que rechaza las alternativas globales, totalizadoras, para ubicarse en el plano más modesto de las reformas.

Me gustaría recordar que, a lo largo de este re-examen, también fuimos tirando lastre por la borda. No me refiero apenas al abandono de la revolución como estrategia del cambio político. Como dije antes, esta fue una operación temprana, que alumbró las nuevas credenciales democráticas de la izquierda socialista. Me refiero más bien al abandono de entusiasmos más recientes, como fue el que rodeó al concepto de hegemonía extraído de la lectura de Antonio Gramsci. Cuando se derrumban viejas certidumbres y uno se ve forzado a internarse en territorios desconocidos, suele ocurrir que busque en la propia familia la protección de alguna figura tutelar que garantice cierta continuidad en medio del cambio. En la emergencia, los escritos del fundador del Partido Comunista italiano fueron una tabla de salvación; sus Cuadernos de Cárcel proveyeron oportunamente la luz para iluminar la travesía en pos de nuevas ideas, de nuevas guías para la acción.

Sabemos que un aporte capital de Gramsci fue señalar que la supremacía de una clase dominante no descansa principalmente en su control de los aparatos coercitivos del estado. La clave de esa supremacía, sostuvo, es de orden cultural y reside en la asimilación de la ideología hegemónica por parte de las clases subalternas. De este señalamiento se siguen dos corolarios. El primero es que en esas condiciones el asalto frontal y violento del poder es una empresa escasamente productiva y viable. El segundo es que para terminar con la dominación es preciso ganar el consenso de las masas con vistas a un cuestionamiento radical del statu quo. Se trata, en fin, de oponer a la hegemonía existente una hegemonía alternativa. Para quienes venían de la terrible experiencia de los años setenta la obra de Gramsci ofreció un rumbo y un programa de acción, con fuerte impronta intelectual; de allí su popularidad.

Sin embargo, con el tiempo, a medida que avanzó el re-examen de las antiguas creencias políticas, el concepto de hegemonía fue perdiendo el atractivo inicial; lo perdió en razón de su sesgo en favor de una visión unificadora, lo perdió debido a su dificultad para coexistir con la concepción renovada de la política como un campo común de consensos y disensos, como un pluralismo conflictivo. Al no aprobar el test democrático también al concepto de hegemonía le llegó el turno de hacer mutis por el foro. Con la mochila más aligerada, la travesía ideológica prosiguió su curso; en los últimos años vino a terminar en la presentación de la solicitud de ingreso al Club del Socialismo Liberal, a cuyas puertas nos esperaba Norberto Bobbio para darnos la bienvenida.

Esta imagen del puerto de llegada dice bastante sobre los alcances del camino recorrido. Cuando consideramos su contribución en materia de ideas los aportes fueron más bien limitados. Ni el descubrimiento de la democracia, ni la conciencia de que la libertad requiere de condiciones habilitantes –materiales e institucionales- para poder ser disfrutada, ni la opción por el gradualismo como estrategia de cambio constituyeron novedades de peso. En verdad, su significación principal tuvo por ámbito a nuestra experiencia personal al proveernos de un nuevo núcleo duro de creencias políticas que, podría decirse, nos blindó frente a los desencantos de las expectativas despertadas por el proceso político abierto en 1983.

(...) Este re-examen de creencias políticas fue suscitando aquí y allá, en los bordes de la ruta por donde avanzaba, objeciones y reservas. Estas objeciones y reservas no llegaron, a mi juicio, a articularse en un libreto alternativo igualmente compacto. Se manifestaron sobre todo a través del comentario irónico, de las apelaciones al realismo político, de las acusaciones solapadas. Se comprende que fueran esas las reacciones. Dentro de la izquierda socialista se tornaba difícil digerir el talante cada vez más moderado de nuestras preferencias políticas, el tufillo socialdemócrata que se desprendía de nuestras ideas. A todo ello se sumaban los desencuentros provocados por las opciones concretas que nos colocaba la política del país.(...)"


Conferencia presentada por el autor en el Club de Cultura Socialista, en abril de 2007.


En resumen, un trayecto que arranca de la ultraizquierda revolucionaria, pasa por Gramsci y luego lo descarta, hasta llegar al descubrimiento de los valores supremos del liberalismo y el republicanismo. Eso sí, sin embarrarse nunca. Si esto no es un reconocimiento abierto de que se tiene y siempre se tuvo una visión diletante o veletista de la política (o lo del título), es que yo estuve mirando otro canal.

miércoles, noviembre 28, 2007

Para Mordisquito



boomp3.com


Transmisión radial del 10 de noviembre de 1951.


P.S: Gracias al Ortiba por poner en la red este material histórico, y a Diego por la ayudita.

miércoles, noviembre 21, 2007

Para Mendieta

Aquí va un post motivado por el grito desgarrado de un varón argentino. Para que sepa que no está solo.

Para empezar, estas palabras que según Gabriela Michetti le dijo el cardenal Jorge Bergoglio:
‘Te voy a decir cuatro cosas muy simples, que te van a ayudar en tu construcción política:
El tiempo es superior al espacio.
La unidad es superior al conflicto.
El todo es superior a las partes.
Y la realidad es superior a las ideas.”

Don Alfredo Zitarrosa tiene algo más para decirnos al respecto:
"No hay cosa más sin apuro
que un pueblo haciendo la historia.
No lo seduce la gloria
ni se imagina el futuro.
Marcha con paso seguro,
calculando cada paso
y lo que parece atraso
suele transformarse pronto
en cosas que para el tonto
son causa de su fracaso."

Agreguemos estas otras estrofas del querido Zita, para que las recuerden los que creen que pueden diseñar nuestro futuro desde una Fundación o un café literario:
"Dice mi pueblo que puede leer
en su mano de obrero el destino
y que no hay adivino ni rey
que le pueda marcar el camino
que va a recorrer."

Dejo que este post lo termine el mismo Don Alfredo, con dos piezas de su repertorio nacional y popular. De paso, un homenaje al Día de la Soberanía. Que no se merece ser recordado solamente por los fachos.


sábado, noviembre 10, 2007

Sinceridad brutal

(...) Luego de haber advertido que no podía coincidir, aun antes de su fracaso, con el socialismo real, él buscó un camino que sintetizara la libertad con la igualdad, que creo es el que queremos seguir todos. Me sentía y me siento seguramente más angustiado de lo que él estaba, porque creo que el camino hacia la democracia en el sentido estricto es prácticamente imposible de transitar hoy. Porque a nosotros en Latinoamérica nos permiten una república. Es decir, la división de poderes, el diálogo entre las fuerzas políticas, las elecciones periódicas, la libertad de expresión. Nos dan las libertades esenciales, que son las que impiden un Estado o gobierno arbitrario que nos meta presos, nos mate o torture. Pero cuidadito con ir más allá...”

“(...) Está ganando terreno lo que Gramsci nos dijo. Las clases dominantes se las iban a ingeniar para que culturalmente tuvieran presencia las ideas que les convienen a ellos en las clases dominadas. Esto es lo que está ocurriendo ahora”.

“(...) Para recomponer a la democracia no basta un partido político. Tenemos que encontrarnos entre muchos que pensamos parecido y buscar consensos básicos. Algunos dicen que es al revés, que tenemos que juntarnos con cualquiera. Yo no estoy en eso, no deseo el fracaso del gobierno, pero soy un firme opositor”.
Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, ex Presidente de la Nación, al hablar en el homenaje del Club de Cultura Socialista a Juan Carlos Portantiero.


Con todo respeto y afecto, qué lejos quedó aquello de "Con la democracia se come, se educa y se cura", ¿verdad, Doctor?



P.S.: se han habilitado los comentarios anónimos con verificación. A ver qué pasa.

jueves, noviembre 08, 2007

Wainfeld manda, yo obedezco

Ahora sí, voy a lo que me puse a buscar en El medio pelo... después de leer este párrafo de Mario de Palermo bajo el subtítulo "Gloria y loor a Jauretche":

(...) Sería aconsejable un repaso de Arturo Jauretche y de su obra cúlmine, El medio pelo en la sociedad argentina. El texto es rescatado en estos días pero de modo aplanado, como un repertorio de chicanas y de motes a los contreras. El punto de vista de Jauretche sobre los antagonismos entre vastos sectores de las capas medias y el peronismo era más rico. Castigaba la falta de percepción del “medio pelo” respecto de sus reales intereses de clase. Pero también recriminaba al peronismo, su domicilio existencial, por la cantidad de agresiones vanas y acciones erradas que atizaron el enfrentamiento.(...)

Podrían citarse infinidad de párrafos referidos a lo que dice Wainfeld, pero no quiero hacerla larga y además el libro está disponible para el que quiera leerlo, p.ej. en lo del Ortiba. Lo que va aquí es una parte de lo que Don Arturo escribió bajo el título "La Gran Pauta", en el último capítulo de la obra.

(...) La ex­presión "medio pelo" tenía entre nosotros ya una acep­ción más amplia y no caracterizada racialmente. Así se comenzó a atribuir con preferencia a capas procedentes de las primeras promociones inmigratorias, para terminar aplicándose a niveles mucho más altos, que es el cri­terio usado en este libro pues lo que en definitiva determina la calificación no es el nivel adonde se produce, sino el carácter falso de las situaciones y el pie forzado con que se las vive, es decir la ficción.

Esta ficción de status ha existido siempre pero sin el carácter masivo de los últimos años, en que dejó de ser episódico y excepcional para convertirse en el modo del vasto sector que se ha analizado. También se ha visto que esta generalización se produce en el momento histó­rico de lo que diremos el "aluvión zoológico" para emplear un término característico del "medio pelo". La posición inversa al mismo es ab-initio un signo de status. Ni remotamente toda la gente que se ubica contra el movi­miento de 1945 es "medio pelo"; pero todo el "medio pe­lo" está en esa posición porque ella se convierte como signo negativo en un signo afirmativo del status que se busca.

Cuando la clase alta, pasados los episodios de la Uni­dad Democrática se retrae a su propio medio alejándose de los contactos populares, el "medio pelo" afirma aun más este signo para convertirlo en el signo de los signos. A través de la Unidad Democrática, la gente del "medio pelo" ha tenido por un tiempo la ilusión del mismo status con la clase alta. Cuando ésta se retrae necesita aferrarse a las pautas que motivaron la convivencia y el "antipero­nismo" le resulta el único nexo subsistente. Valorizarlo como símbolo es confirmarse en el status que se atribuye. Con el transcurso del tiempo se convierte en el símbolo por excelencia y así el antiperonismo se convierte en la pauta de las pautas: la Gran Pauta.

Esta pauta las resume a todas porque es pauta de comportamiento y pauta ideológica.
Como pauta ideoló­gica contiene todos los elementos intelectuales aportados por el sarmientismo de la intelligentzia que se acaban de ver y como pauta de comportamiento resume, en la cal­comanía de las pautas de la clase alta los signos de dis­tinción que se buscan en ella. Cumple además otra fun­ción integradora porque en la comunidad del símbolo, y por el contraste que éste establece con el resto de la so­ciedad que el medio pelo considera por debajo de su status, es un instrumento de fusión endógeno al grupo, que permite en cierta manera reconstruir la imagen de la sociedad tradicional que había derogado el fenómeno inmigratorio. Para los supuestos del "medio pelo" se ha reconstituido la separación entre gente principal, "parte sana y decente" de la población, y clase inferior consti­tuida por los "negros". Sólo que ahora la parte sana y decente se configura con los gringuitos adentro, lo que explica que uno de ellos haya podido hacer la calificación de aluvión zoológico (*).

Creo que con esto está bien claro que Perón o Peronismo no son más que nombres ocasionales, pretextos; el antiperonismo es tan hecho social como el peronismo; mientras aquél es el nombre que tiene la integración de toda la sociedad argentina en una nueva configuración, éste expresa la resistencia a la misma. Perón o Mongo, ese es el hecho adjetivo. Lo sustantivo es lo que se acaba de decir y se repetirá respecto del hombre o del grupo social que aparezca encabezando la integración inevitable; se reiterará la misma situación que se produjo en­tonces y cuyos valores entendidos subsisten, al margen de las virtudes o vicios que tenga la conducción. Con mayor razón si el hombre o grupo conductor surge de los es­tratos medios de la sociedad, y aun por la influencia de un Alcibíades o un Julio César salidos de la clase alta. Éste será un desertor que por el solo hecho de actuar al servicio de la causa nacional, identificada con la inte­gración, recibirá las mismas calificaciones y servirá como pauta definitoria a contrario imperio.

Perón y el peronismo, para emplear los términos co­rrientes de la Sociología de la Cátedra no son otra cosa que el marco de referencia.(...)

Obra citada, Capítulo XI - Las pautas del medio pelo, Arturo Jauretche, A. Peña Lillo editor, Buenos Aires, 1966.


Algunos pensarán que esto es cosa antigua y que no tiene nada que ver con nuestra realidad actual. Yo soy de los que piensan otra cosa.


(*) Hace un tiempo José P. Feinmann atribuyó erróneamente ese dicho al radical Amadeo Sabattini, "el tanito de Villa María", cuando en verdad el inventor de la histórica frase fue el diputado (también radical) Ernesto Sanmartino. JPF, con todo respeto, antes de ponerte a dar cursos sobre peronismo, agarrá los libros (o la Wiki) que no muerden.

martes, noviembre 06, 2007

Más que un Pino

Comentando ayer un post de Diego de Mundo Perverso, me acordé de la familia Pinedo, uno de cuyos miembros acaba de ser electo nuevamente como diputado de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el PRO (una vez puse en este blog algunos datos sobre sus andanzas como miembro del viejo Concejo Deliberante allá por las épocas de Carlos Grosso, pero por hoy lo dejamos ahí).

Me parece más interesante dedicarme a su abuelo, el Federico Pinedo que fue tres veces ministro de Economía (a pesar de no ser economista, sino abogado). Al que se lo suele mencionar como el autor en 1940 de un fallido plan de industrialización que lleva su nombre. Pero no se recuerda tanto que, además de su sapiencia y su lucidez, fue un personaje de los más representativos de la Década Infame (1930-1943).

Buceando en uno de mis libros de cabecera, El medio pelo en la sociedad argentina, por recomendación de Mario de Palermo, encontré un párrafo que Don Arturo le dedica a este prócer del conservadurismo, y que deja poco por agregar:

Del discurso del Ministro de Hacienda de la Nación, Dr. Federico Pinedo en el Senado Nacional el 17 de No­viembre de 1940:

"He sido o he colaborado en las grandes compañías navieras, las grandes casas financieras, las más impor­tantes y se me pagó por él, como correspondía, honorarios portantes compañías de transportes urbanos... porque de todas ellas soy abogado.

"Hoy se ha publicado en los diarios un plan refe­rente a reorganización ferroviaria que yo he dado a mu­chas personas, a todo el que me lo ha pedido, y haciendo presente que ese plan había sido elaborado por mí, en mi calidad de abogado de todas las empresas del país, que me habían consultado sobre esa materia cuando estuve en Londres y después en el país. El trabajo era muy importante y se me pagó por él, como correspondía, honorarios muy importantes: 10.000 libras esterlinas".

El Dr. Pinedo se adelantó a manifestar esto madrugándolo a un senador opositor que le estaba por lanzar el dardo, en el mismo recinto en que fue asesinado el se­nador Bordabehere durante el debate de las carnes, por un guardaespaldas ministerial.

La memoria de la gente suele ser muy flaca y a ve­ces se pregunta por qué esa época se llamó Década Infa­me. Creo que en estos dos hechos, que no son más que modestos botoncitos para muestra, está explicado todo. El Dr. Pinedo escribió después un libro ponderativo de esa época ejemplar que llevó el nombre de "En Tiempos de la República" (*). Toda la gente que añora aquella supuesta Jauja coincide con Pinedo en que aquellos eran los tiem­pos de la República, y no la Década Infame: hasta mu­chos que fueron amigos de Bordabehere y de de la To­rre y gran parte de los opositores apaleados para que existiera esa clase de gobierno grato a la evocación del "medio pelo". Y todos son campeones de la moral, de una moral que no exigió el fusilamiento del Dr. Pinedo, sino que permitió que fuera después ministro en dos oportu­nidades, con los resultados que se conocen, y que continúe siendo consejero "in extremis" en los momentos críticos de la economía cuyos males provienen de esos procedi­mientos.
Obra citada, Apéndice - Nota a pág. 180, Arturo Jauretche, A. Peña Lillo editor, Buenos Aires, 1966.


Ya que estamos, en el fascículo Nº 11 de la excelente Historia de la Economía Argentina en el Siglo XX, dirigida por Alfredo Zaiat y Mario Rapoport y que sale los miércoles con Página/12, podemos leer una interesante biografía de Pinedo, que se había iniciado políticamente en el socialismo junto a Juan B. Justo. Sobre su última participación pública ahí se cuenta lo siguiente:

"Luego del golpe cívico-militar que depuso a Arturo Frondizi a fines de marzo de 1962, José María Guido, el nuevo presidente, lo designó al frente del Ministerio de Economía. En su tercera gestión al mando de esa cartera, implementó un severo programa de ajuste que incluyó una devaluación de casi el 30 por ciento y restricciones monetarias y crediticias, con el objeto de eliminar lo que consideraba como "demanda excesiva". Su gestión sólo se prolongó por veinte días: la crisis originada por las medidas adoptadas y su rechazo a la ingerencia militar en las cuestiones de gobierno motivaron su renuncia y reemplazo por Álvaro Alsogaray.(...)"

Lindo cambio de figuritas.


(*) La obra de FP (abuelo) es de 1946, no casualmente coincidente con la llegada del peronismo al poder. Que había terminado con su añorada "República".

jueves, noviembre 01, 2007

El fantasma

“Yo le dije, estoy de acuerdo con todo lo que dice y lo que hace, excepto en una sola cosa. Deje de ser peronista”.

(Frase de Alain Touraine a la entonces candidata Cristina Fernández durante su encuentro en París, según J.M. Pasquini Durán.)


Quizás estas palabras rondaban por la cabeza de la presidenta electa el domingo pasado, cuando dio su discurso triunfal en el salón del Hotel Interamericano (que inspiró maravillosamente a Manolo). Tras el cual se retiró presurosa, mientras el jingle electoral tapaba la marchita cantada por la selecta militancia presente.

O a lo mejor la Señora lee mucho el Dipló, donde pueden leerse notas tan esclarecidas como la que refiere acá (otra vez) Manolo. La relación entre las formas y el contenido no es trivial, de lo que se da cuenta muy bien el autor de esa nota (de paso, este muchacho Gabetta debe ser tourainista, no?).

Hace bien la Señora en cuidar las formas, en una circunstancia parecida a Daniel Filmus lo hicieron picadillo por comerse las eses, por abrazarse con otros transpirados en el más puro estilo peronista, o por decir que a él lo habían votado los que piensan.

Así y todo, con su "no campaña" y su look tan cuidado, Cristina fue derrotada y obtuvo menos del 24% de los votos en la culta y europea Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Como varios amigos ya lo señalaron, estamos ante una paradoja: los que quería seducir, fueron esquivos y la dejaron plantada. Los que quiere (según parece) esconder debajo de la alfombra, los peronistas de la vieja estirpe, fueron leales y cumplieron. ¿Cumplirá el nuevo gobierno con ellos? Porque de que hay "cosas que (les) hacen falta", no cabe duda.

Para no extenderme con la cháchara, recomiendo esta excelente nota del politólogo canadiense Pierre Ostiguy, que parece entender de peronismo bastante más que unos cuantos de por aquí cerquita, como lo demuestran estos párrafos:

Dudo mucho de que el verdadero peronismo pueda ser asimilable a una fuerza como la de Bachelet en Chile. El peronismo nunca fue eso. De insistir en un proyecto tan poco peronista, la única fuente de salvación de Cristina estará en la capacidad de su marido de liderar –ahí sí, un proyecto más realista– o domar el movimiento peronista. Y permítanme escribir que las chances de éxito de Néstor serán más grandes mientras lo pueda hacer con más “pelotas”, es decir, no en un ánimo democrático-liberal, sino con autoridad, carácter y prepotencia “peronista”, aptos para suscitar admiración y respeto dentro del peronismo profundo. Mientras tanto, y muy a pesar de mi propio nombre francés, recomendaría a Cristina no empezar las anheladas giras afuera con París, a pesar del buen gusto de dicha ciudad. Pues, al fin y al cabo, los bombos sonantes forman una “música maravillosa” que, como lo sabemos todos, es la del pueblo peronista, por lo menos de La Matanza a La Rioja.(...)

(...) En cierto modo, sería también triste que el cuidado (y el miedo) con las apariencias que sin duda está presente en muchas mujeres de clase media en la Argentina (y que, por cierto, no deja a nadie indiferente) termine empujando de a poco a la primera presidenta elegida en el universo sociocultural del “gorilismo” y sus gustos, dejando a los famosos muchachos de la marcha solamente los clásicos del fútbol para expresarse, hacer lío y sentirse reconocidos.

El título: por una frase que se me ocurrió, parafraseando a Carlos y Federico:

Un fantasma recorre Barrio Norte: el fantasma del peronismo.


PD: De nuevo y con todo afecto, mis felicitaciones, María Esperanza.