martes, febrero 15, 2011

Ideas de verano (II)

Ya hace largo rato que se ha vuelto un lugar común el atribuir la bonanza económica de los últimos años en la Argentina al "viento de cola" de las favorables condiciones internacionales. Tras el fracaso de una larga serie de profecías apocalípticas, ahora se escuchan voces como la de Ricardo Alfonsín diciendo "desde 2003 era imposible no crecer". También suele escucharse la frase "lo que hubo en estos años fue crecimiento, no desarrollo". Claro que no escuché a ningún periodista preguntarle a los que hablan así, qué hicieron por el desarrollo cuando les tocó gobernar...

Igualmente esta última frase tiene su miga y no es para echarla en saco roto o dejarla relegada a un mero intercambio de chicanas. Hay voces no precisamente opositoras al Gobierno que vienen señalando la necesidad de plantear una estrategia de desarrollo más allá de las políticas de corto plazo. Por ejemplo, la de Luis Tonelli en Debate:

"La derecha dura, desilusionada con transformar en partido al 'movimiento ágrafo-agrario', ni siquiera puede confiar en el supuesto caso de que la tómbola electoral favorezca a algún candidato opositor. El surco de la continuidad es muy profundo como para que un gobierno elegido por el voto popular pueda cambiar alegremente un camino que está dando sus frutos. Esa derecha apuesta y se entusiasma, como siempre lo ha hecho en la historia argentina, con una crisis terminal que presente excusas para arrasar con todo y empezar de nuevo (causa de nuestra decadencia). Está en las fuerzas populares y democráticas, entonces, el dilucidar las condiciones estratégicas del progreso. De cómo trascender la fase sencilla del crecimiento y ocuparse de la fase difícil del desarrollo. Una cuestión decisiva a la que deberían estar abocadas las energías nacionales (...)"

No es que el Gobierno carezca totalmente de una mirada de largo plazo, como lo demuestra el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial presentado el año pasado (de paso, en este reportaje el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca Julián Domínguez demuestra una claridad de ideas notable, tanto en los aspectos técnicos como políticos). Pero leer algo como esto no deja de hacerme ruido como un signo de incoherencia y de falta de visión estratégica.

Algunos aportes interesantes para un análisis objetivo de la perspectiva actual sobre desarrollo se encuentran en estas palabras del periodista Diego Rubinzal:

"Todavía no se nota la existencia de una política industrial coherente, pero a pesar de eso hay mecanismos y programas que han llevado a que surjan nuevas pymes industriales y esto se expresa en un avance en la participación de la industria en el PBI y en las exportaciones industriales. Entre 2003 y 2010 pasaron del 25 al 34 por ciento de la canasta exportadora."

"Creo que hay que avanzar en la sintonía fina de la política industrial, pero es necesario tener en cuenta el contexto. Algunos jóvenes funcionarios de la Secretaría de Industria me dijeron alguna vez que ellos hubieran necesitado tener una generación arriba que les enseñe cómo avanzar con una política industrial. La destrucción de la capacidad estatal durante la dictadura militar y el menemismo es un costo que todavía estamos pagando. Hay que tener en cuenta desde dónde se partió."


Claro que el significado de la palabra "desarrollo" va más allá de las políticas sectoriales y sólo se entiende en toda su magnitud cuando se toma como objetivo la realización y la dignificación de todos los habitantes de la Nación. Y justamente varios de los hechos que ocuparon la atención de los medios en los últimos tiempos tienen su origen en que el desarrollo integral de la Argentina es una tarea todavía pendiente. Los casos de trabajo esclavo, las tomas y los reclamos de tierras, los conflictos que afectan a comunidades de pueblos originarios, son sólo algunas de las consecuencias emergentes del atraso y el subdesarrollo, y del abandono de sus funciones por parte del Estado durante largas décadas.

Un concepto clave de un plan de desarrollo debe ser el de promover y garantizar trabajo y condiciones dignas de vida de las poblaciones en sus lugares de origen. Como ejemplo de las falencias nacionales en ese aspecto, el presidente del INTI, Enrique Martínez, escribió acá sobre los orígenes del "trabajo golondrina" y la pobreza estructural en Santiago del Estero, y sus consecuencias que se siguen manifestando hoy en día. En esta otra nota, Martínez agrega cosas como las siguientes:

"El Estado debe hacer un esfuerzo en construir un tejido industrial en donde la gente vive para evitar que migre. Por citar un caso, en Villa Atamisqui, en Santiago del Estero, hay cerca de tres mil personas cuyo trabajo es migrar cada año. Allá se podría aprovechar el río Dulce, que lo tienen a cinco kilómetros, donde nunca se hizo un canal nivelador ni un sistema de riego que permita sembrar en la región. Haciendo eso, emplear a esa gente sería un juego de niños."

"La tecnología despobladora de la soja desplaza la mano de obra. En muchos lugares se dejó de producir leche, que requiere gran cantidad de mano de obra calificada. Pero podemos industrializar la soja, no sólo hacer harina y aceite. Por ejemplo, usarla para engordar animales y producir alimentos en escala regional."

"Si el modelo implica baja calificación laboral y alto esfuerzo físico, ese sistema de producción no sirve. Debemos crear un programa para reducir el trabajo golondrina y sus situaciones colaterales. Si para trabajar sólo queda migrar, no hay sociedad con futuro."

Son opiniones como éstas las que me hacen pensar, entre otras cosas, en la insuficiencia y el agotamiento del concepto de "crecimiento con inclusión social" y la necesidad de pasar, tanto en lo discursivo como en la acción, a un énfasis en el desarrollo en todos sus aspectos. Algo también necesario para ampliar la convocatoria política del "proyecto nacional y popular". Porque como dice un párrafo del Documento de Proyecto del Plan Estratégico Alimentario citado más arriba:

"Perón sostenía que 'el plan de gobierno no es una improvisación, sino el producto de una profunda meditación; un acopio grande de antecedentes referentes a los problemas que ha tenido el país desde muchos años atrás'. Pero nada de esto se puede lograr sin una gran ilusión. En tal sentido, afirmaba que 'gobernar consiste en buscar los medios para lograr el bien público. No cabe duda que la determinación de tan alta finalidad no es posible sin el acicate de la ilusión. Y mi gran ilusión, lo he dicho reiteradamente, es el engrandecimiento de la Nación Argentina'."


P.S.: A los interesados, recomiendo fervientemente este reportaje en Cash al economista e investigador Jorge Katz.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

En el tema agropecuario, pero no solo en el, está en crisis absoluta la idea que el crecimiento es por sí mismo inclusivo. No solo el crecimiento hoy requiere trabajo golondrina, sino que cuando esos sectores mecanicen sus tareas, los trabajadores migrantes de la actualidad es muy probable que queden librados a su suerte.
>Por lo tanto, reitero mi critero, expresado muchas veces: se necesitan políticas focalizadas en generar trabajo sustentable para los más humildes, empezando porque en esos ámbitos se produzcan los bienes que esas personas necesitan para la subistencia básica.

Enrique Martínez

Mariano dijo...

Excelente nota, Rafa.

Es complicada la relación entre corto y largo plazo.

A tal punto que algunos políticos opositores hacen campaña sobre la base de falta de desarrollo en un proyecto de 8 años (con los primeros 4 que ni habría que contarlos en este tema, porque en términos económicos fueron recomposición después de la peor crisis de la historia; recomposición por otro lado que no estaba garantizada a priori, como supone el hijo de un famoso ex presidente).
Un abrazo

Rafa dijo...

Enrique:
Totalmente de acuerdo. Y lo que Ud. comentaba en Twitter, que el intendente de Atamisqui sólo aspire a que Monsanto contrate más trabajadores golondrina, o que a la gente se le pague algo más por trabajar a 1000 km de su hogar, o la resistencia de los trabajadores a dejar sus conchabos en condiciones infrahumanas, muestra cómo se han naturalizado estas situaciones y la magnitud de las peleas que hay que dar.

Muchísimas gracias por su visita y su comentario. Un saludo cordial.

Rafa dijo...

Mariano:
Las complicaciones para planificar a largo plazo pasan por varios lados: por ejemplo, como dice Rubinzal, por la ausencia de una estructura estatal adecuada para esa tarea. También, por la inercia que suponen décadas de crisis económicas que hacían parecer absurdo el pensar en el largo plazo. Algo que creo que influye en un exceso de conformismo por los índices macroeconómicos favorables, que quizás hacen pensar a muchos que lo más importante ya está hecho...

En este contexto, también habría que pensar en planear soluciones de fondo (y no meramente paliativos) a problemas estructurales de vieja data como los que señala el Ing. Martínez.

Me parecería perfecto que los políticos de la oposición aportaran ideas y cuadros técnicos para planear políticas de desarrollo de largo plazo, y no solamente usaran este tema como latiguillo. Haciendo un poco de memoria, recuerdo que una de los primeros decretos del gobierno de la Alianza fue uno abriendo el retiro voluntario en el Estado (copiando lo ya hecho por el menemismo), por el que daba lo mismo que se fuera un ordenanza que un ingeniero nuclear. No era una medida muy dirigida al desarrollo, que digamos...

Gracias por tu comentario. Un abrazo.

Anónimo dijo...

A mi juicio, no debe entender el concepto de "desarrollo" separado del concepto de "Nación". Con lo que tenemos que el significado más importante de la frase "desarrollo nacional" está en "nacional" y no en "desarrollo".

Si pienso así es porque el requisito para que haya desarrollo es que haya Estado Nacional, sin el cual el "desarrollo" es solo aparente, como efecto de la inserción en una de las tantas fases globalizadoras.

La única manera de velar por el bienestar general de un pueblo es que un Estado Nacional haga lo que tiene que hacer (políticamente, económicamente, financieramente)para conseguirlo.

No hay bienestar general en base a efectos que produce la inserción global de un país. Por este método solo hay: desigualdad y miseria bajo la forma de un aparente "polo de desarrollo".

Oti.

Rafa dijo...

Oti:
Totalmente de acuerdo, el desarrollo debe estar dirigido a la integración y consolidación de la Nación. Siempre tengo presente la frase que cité aquí de Robert Wade:

"Deberíamos distinguir entre 'integración externa' e 'integración interna' (o articulación), y reconocer que el desarrollo de una economía nacional tiene más que ver con la integración interna que con la integración externa."

Creo que Aldo Ferrer suele usar un concepto bastante parecido cuando habla de apuntar a una mayor "densidad nacional". Incluso para entrar en las mejores condiciones posibles en las etapas continentalista (integración con Brasil y nuestros otros vecinos) y universalista de que hablaba Perón, es necesario avanzar en ese aspecto y evitar que se consolide una nueva adaptación a la globalización que implique desigualdad y miseria, como vos decís.

Gracias, un saludo cordial.