miércoles, diciembre 07, 2011

Cambio de pantalla



Después de varias semanas de escasa o nula actividad bloguera, no me es fácil resumir mis impresiones (provisorias) sobre un período de la vida nacional que sin duda viene con bastantes novedades.

Algunas cosas eran previsibles antes del 23 de octubre, tales como el lugar irrelevante que pasó a ocupar la oposición política. Y quizás por analogía con las leyes de la Física, con la fuerza triunfadora en las elecciones consolidada como "centro de masa" de la política nacional, era de esperar que salieran a la luz discrepancias internas antes veladas. Al fin de cuentas, no es la homogeneidad de ideas y proyectos algo que caracterice a la coalición llamada "kirchnerismo" (como lo muestra Lucas acá, por ejemplo).

También era previsible que la oposición realmente existente se iba a ocupar de publicitar y fogonear hasta la más mínima de esas diferencias. Así sucedió con los roces (reales o presuntos) con el sindicalismo (recomendable, como de costumbre, lo que escribe Abel sobre el asunto). Otro motivo de agitación (que ya perdió actualidad), las operaciones sobre el tema cambiario. Y para sumar al panorama, las palabras de la Presidenta ante la UIA o los anuncios sobre eliminación de subsidios le permitieron a analistas de variado pelaje proclamar un "giro a la derecha" del Gobierno.

Yo lo veo de otra manera. Cristina viene hablando de que se está entrando en una etapa de "sintonía fina" y para mí hay otra palabra que viene al caso y es "muñeca". Se va a necesitar muñeca en la gestión y en la comunicación de la gestión, temas en los que el Gobierno no dejó de presentar déficits en estos ocho años. Un mejor manejo del tema de la quita de subsidios, por ejemplo, habría evitado broncas como ésta de la compañera Anyuletta... (De paso, acá un punto de vista crítico y a mi parecer equilibrado sobre el asunto).

Pero más que opinar sobre una medida en particular, prefiero opinar sobre el "instrumento de medición" (para volver a la Física). Es muy común debatir sobre el carácter de "progresista" de cualquier proyecto o decisión política, pero ese criterio suele ser insuficiente para analizar la realidad. Una medida aislada que afecte a un sector privilegiado o que beneficie a un sector postergado, o que implique una reivindicación para una minoría, puede ser saludada con entusiasmo, seguido de una decepción cuando se tome una medida percibida como de signo opuesto, o se postergue algún proyecto valorado positivamente.

Quizás de ahora en adelante sea cada vez más necesaria una visión de conjunto, teniendo como dato (tantas veces obviado por los comentaristas críticos) la situación mundial que dista de ser venturosa. Y creo que desde esa visión de conjunto los objetivos no son difíciles de señalar: preservar (o aumentar) los puestos de trabajo; defender (o mejorar) la situación de las capas menos favorecidas de la sociedad, aunque eso implique una postergación de las demandas de los que están algunos escalones más arriba; mantener (o aumentar) la competitividad de la economía; mantener una fortaleza fiscal y financiera que sirva de defensa contra los embates de la crisis mundial... Todo eso, con el trasfondo de una transición política (a corto, mediano o largo plazo, según lo que a cada uno le parezca) incierta e inevitable.

No son tareas fáciles, en una Argentina con una economía altamente extranjerizada, con capitalistas de escasa o nula vocación nacional y altamente propensos a la fuga de capitales, y que en pasados no muy lejanos abrazaron con entusiasmo otros "modelos" que implicaron el saqueo y vaciamiento del país.

En fin, estas no dejan de ser impresiones personales sobre las formas de analizar la realidad y no es que uno quiera imponerle a otros sus propios puntos de vista. Pero yo, el "progresómetro", hace rato que lo tengo archivado.

Vaya para terminar, un fragmento de la nota de Mario Wainfeld sobre el discurso de la Presidenta en la última Cumbre del G-20:

"(...) El discurso de la presidenta Cristina distó mucho de ser una arenga bolivariana, dato que deberían computar quienes diagnostican (o se preguntan por) la “chavización” del kirchnerismo. Su floja costumbre es simplificar al extremo y meter ruido homologando proyectos y sociedades muy disímiles. En la aldea global e hipermediatizada nadie habla solo (y muy pocas veces principalmente) para su auditorio directo. Las palabras de la Presidenta interpelan a su sociedad, al empresariado local, a su sector financiero, que quiere jaquear a un gobierno recién revalidado. Y, bien miradas, también significan una promesa y un compromiso. La Argentina dista mucho de ser “un país capitalista normal”, ni qué decir justo. Mucho se ha avanzado en ese sentido con la restitución de la política y el poder estatal como herramientas insustituibles. Pero mucho más queda por hacerse en aras de la igualdad, del acceso universal a bienes y derechos básicos, de la equidad fiscal, de la lucha contra la evasión y la explotación.

El mensaje alerta a otros actores, también debería iluminar a quienes, en las propias filas del kirchnerismo, se sientan tentados de incurrir en la soberbia de creer que un triunfo electoral impactante es una meta y no el primer paso de un nuevo camino. Al fin y al cabo, un voto plebiscitario es una retribución por lo pasado y un conjunto creciente de demandas para el futuro."

2 comentarios:

Lic. Baleno dijo...

Estoy de acuerdo. La gestion no es una Playa Giron por dia.

Rafa dijo...

Así es Baleno. Ya nos pasó otras veces, pensar que tocábamos el cielo con las manos y después nos pincharon las ilusiones. Hay que ir paso a paso, como dijo Mostaza Merlo.

Un abrazo.