miércoles, marzo 28, 2007

Dedicado a...

Éste es sólo un simple copy and paste, dedicado a... Hal.

Cada quien con una bandera en su casa

La socialista Ségòlene Royal, en campaña, pidió que cada francés tenga una bandera. Tocó un tema de derecha, el nacionalismo.

por Eduardo Febbro
desde París

¿Quién es el mejor defensor de la bandera francesa? ¿La extrema derecha, la derecha tradicional o los socialistas? A estos márgenes de vacuidad llegó en estos días la campaña electoral para las presidenciales francesas. La primera vuelta está prevista para el próximo 22 de abril, pero el debate que enciende la clase política no es el desempleo –en algunos suburbios llega al 50 por ciento–, el modelo económico, el sistema de protección social, la delincuencia o las políticas a favor de la vivienda: la cuestión central es la bandera, es decir, la identidad francesa. El delirio identitario llegó a tal sobredimensión que, en su primera plana y a cinco columnas, el diario popular Le Parisien presentó ayer el siguiente titular: “¿Qué es ser francés?”.

La responsable de la propagación de esta peligrosa temática no es la derecha, sino la mismísima candidata socialista, Ségolène Royal. La bandera y la identidad son ángulos casi exclusivos de la derecha y sus extremos pero, en busca del electorado popular que se le fue de las urnas, la representante socialista incursionó en ese ambiguo territorio de la bandera. Ello le valió a Royal el apodo de “Madre Patria”. El nacional patriotismo empezó a ocupar la campaña cuando Royal cambió el corte de sus reuniones públicas y se puso a cantar el himno nacional, la Marsellesa, de la misma manera que suele hacerlo el líder de la extrema derecha, Jean–Marie Le Pen.

El detalle de la bandera vino después, cuando la señora Royal recomendó: “Todos los franceses deberían tener una (bandera) en su casa”. Entre las declaraciones xenófobas de Jean-Marie Le Pen, la idea de crear un Ministerio de la Inmigración y de la Identidad Nacional lanzada por el candidato oficialista Nicolas Sarkozy y, ahora, la bandera francesa sacada de la galera por la izquierda, todo el abanico de la obsesión nacional, del proteccionismo identitario y casi del insulto a las millones de personas que residen y trabajan en Francia legalmente han recorrido en las últimas semanas la gama más baja del discurso político.

¿Dónde están las grandes propuestas, las ideas, las reformas? Tal vez resumidas en un Ministerio de la Inmigración y de la Identidad Nacional y en una bandera. Poco y ridículo como para encarnar, como lo pretende el presidente francés, Jacques Chirac, un modelo alternativo francés a escala mundial. Julien Dray, el portavoz de Royal, justificó el recurso a la bandera diciendo: “Las clases populares tienen la impresión de que Francia desaparece. Hay una inquietud”. A su vez, Royal explicó: “Una de las motivaciones de las categorías populares que votaron no a la Constitución europea era una cuestión existencial que consistía en saber si Francia iba a disolverse en Europa”. Su respuesta a esa inquietud resultó una reivindicación activa de los emblemas nacionales: el himno, la bandera. La divisa francesa parece muy lejos: libertad, igualdad, fraternidad. El entorno de la candidata socialista argumenta que el impacto de la globalización y los temores que acarrea justifican una reactualización de la lectura de la nación a fin de que las clases populares no sientan que el Estado se aleja de ellas, que deja de protegerlas o de preservar la identidad. Sin embargo, es lícito interrogarse sobre la pertinencia de usar un discurso étnico como antídoto de la globalización y, de paso, olvidar poner un contenido a las propuestas políticas para aliviar sus excesos o integrar a sus excluidos.

La táctica de la aspirante socialista es coherente: se trata de arrancarles a la derecha y a la extrema derecha el monopolio del patriotismo y, con ello, arar en los campos del electorado popular, al que esos temas le importan mucho. Pero el riesgo no es por ello menos alto: poniendo banderas e himnos se legitimiza aún más a Jean-Marie Le Pen y se desdibujan las fronteras entre los planteamientos políticos. “Agitar una bandera no hace de una persona un patriota”, dijo el lunes Jean-Marie Le Pen. La bandera que cada francés debería tener en su casa parece también una extensión del afiche de campaña de Ségolène Royal: “Francia presidenta”, dice el texto bajo el título “El cambio”. Extraña manera de reencarnar la modernidad y la reconfiguración de la izquierda. Podría dar lugar a un nuevo afiche electoral, común a todos los partidos que participan en esta campaña: “Regresemos al pasado, que es nuestro mejor futuro”.


P.S.: Yo, argentino.

martes, marzo 27, 2007

Y dale con Walsh

No me resulta fácil hablar de Rodolfo Walsh. Sobre todo después de todo lo que se ha dicho y escrito en los últimos días y de que el último Radar le fuera dedicado por completo. Quizás me abruman un poco tantos homenajes y loas, no porque él no los merezca sino porque no creo que cuadre erigirlo a Walsh como modelo de militante y de héroe, cuando hay tantos militantes (y también héroes, muertos o vivos) totalmente olvidados. Y tanta bambolla hace que los tipos comunes como uno queden reducidos a algo menos que un perejil. Pero sin dudas fue un intelectual brillante, de una lucidez poco común. Como lo demuestran p.ej. su Carta a la Junta y ciertas frases que no dejan de servirme de guía. Una de ellas pertenece al prólogo de Operación Masacre, en su edición de 1969:
"Las torturas y asesinatos que precedieron y sucedieron a la masacre de 1956 son episodios característicos, inevitables y no anecdóticos de la lucha de clases en la Argentina. (...) Que la oligarquía, dominante frente a los argentinos y dominada frente al extranjero, esté temperalmente inclinada al asesinato es una connotación importante, que deberá tenerse en cuenta cada vez que se encare la lucha contra ella."
O este consejo que trato de seguir al pie de la letra:
"No dejarse conmover por las sagradas ideas, los sagrados principios y, en general, las almas bellas de los verdugos."
Y de sus voceros, agregaría yo, humildemente.

lunes, marzo 26, 2007

Bienvenidos a la blogósfera

Para todos aquellos que siguen o se han solidarizado con nuestra humilde campaña por la producción nacional de medicamentos y vacunas: el Grupo de Gestión de Políticas de Estado en Ciencia y Tecnología ya tiene blog propio:

http://www.grupogestionpoliticas.blogspot.com/

Desde ya les agradezco a los amigos del Grupo de Gestión que me hayan visitado para difundir la novedad. Seguiremos con la campaña.

viernes, marzo 23, 2007

Postales de Valaquia

Los caminos de la vida (diría Vicentico) me llevaron a una breve y ajetreada visita a las tierras del señor de la imagen. Parece lejos, pero un vuelo intercontinental de BA a Bucarest con trasbordo en Roma incluído es más corto que un viaje en ómnibus a Puerto Madryn.

Fueron cinco días, de esos en que a uno lo sacan del hotel a la mañana temprano, lo llevan a una reunión que dura todo el día y lo vuelven a depositar a la noche en el hotel. Así que mucho tiempo para conocer e interiorizarme de la realidad del lugar más bien que no tuve. Igualmente puedo aportar alguna que otra apostilla.

- Bucarest es una ciudad de casi 3 millones de habitantes y una superficie mayor que la Ciudad Autónoma de BA, con cosas que llaman la atención a primera vista: p.ej. el contraste entre la monumentalidad de los edificios públicos (el Parlamento es el segundo edificio más grande del mundo, después del Pentágono) y la decrepitud exterior de los edificios de viviendas: monoblocks todos parecidos que se extienden por cuadras y cuadras. Supongo que es la regla general en Europa oriental.

- También son llamativas las inmensas plazas y parques en el centro de la ciudad, atravesado por el río Dâmbovita. Echemos un par de vistazos:




Parece limpito, ¿no? ¿No da un poquito de envidia? Uno no se encuentra un regalito canino en la calle ni aunque lo busque. Cultura cívica y educación, que le dicen (de paso, después de ver esto qué ridículo suena el slogan "¿Te gusta Buenos Aires? imaginátela limpia").

- Parece que la larga transición iniciada tras la violenta caída del régimen de Ceausescu en 1989 recién ahora se encamina en la dirección deseada por los rumanos: acaban de ingresar en la Unión Europea. Y el calorcito maternal de la UE se empieza a sentir, p.ej. en millones de euros volcados a la reconstrucción de poblaciones rurales, despobladas y empobrecidas por la industrialización forzada que se inició en los '60. En los accesos y las calles principales de Bucarest circula un tránsito infernal con una infraestructura anticuada que no da abasto. Por todos lados se ven construcciones de nuevas autopistas, puentes, ampliación de rutas, etc., además de una actividad industrial a todo trapo. Ah, están creciendo a tasas argentinas: 8,2 % en 2006. Y el desempleo anda en el 5%. La otra cara de la moneda es que hay muchísimos emigrantes rumanos, sobre todo en España, Italia y otros países de Europa occidental, con empleos de baja calificación. Aunque también emigraron muchos de los profesionales y técnicos más calificados.

- No se ve pobreza extrema, la gente es muy amable y la sensación general es de tranquilidad. Me llama la atención que en el ranking de Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, Rumania esté en el puesto 60, mientras que Argentina está en el 36...¿Y qué requisito le puede haber puesto la UE a Rumania para su ingreso como miembro? El que piensa mal, acierta: aumentar la lucha contra la corrupción.

- No parece haber problemas graves con los inmigrantes...porque casi no hay inmigrantes. Sí hay roces o episodios de racismo contra las minorías, especialmente los gitanos o romaníes (justo el domingo pasado salió una nota en el suplemento de turismo de P. 12 sobre los gitanos en Rumania). Al respecto, no se privan de tener personajes como el pintoresco Gigi Becali, figurita repetida en la TV, dueño del club Steaua Bucarest. Un tipo abiertamente racista, homófobo y simpatizante de la Legión fascista liderada en los '30 por Codreanu (la Guardia de Hierro original, que no es la nuestra).

- Ya que estamos, son locos por el fútbol (recordemos cuando de la mano del enorme Hagi nos dejaron afuera del Mundial '94). Parece que hay barras bravas pesadas como la del Steaua, que por sus consignas racistas debe parecerse a la de la Lazio. Aunque no tuve noticias de hechos de violencia. Y en la TV hay un canal que pasa en directo...la Copa Libertadores! Así que pude ver el partido Vélez-Internacional de Porto Alegre, relatado en rumano. También me deleité repetidas veces con los tres goles de Messi al Real Madrid.

- Otra cosa increíble de la TV es la popularidad de las telenovelas argentinas y latinas en general. Hay canales que las pasan a toda hora, p.ej. una con Gustavo Bermúdez y Araceli González...un engendro, pero me hacían sentir como en mi casa!

- La revisión del pasado en Rumania, uf... en eso prefiero no meterme. Sólo digo que sin saberlo en el momento, anduve por las calles donde ocurrieron atrocidades como éstas o estas otras.

- Quedará para otra oportunidad una recorrida por los Cárpatos, por Transilvania, por otros lugares de por ahí que me tocan muy de cerca...por ahora me quedo con esta bucólica vista desde las colinas:


- Ah, y por si a alguien se le ocurre preguntar para qué cornos fui a Rumania, esta última imagen me exime de mayores comentarios:

viernes, marzo 02, 2007

Por ahora, lo dejamos aquí

La proximidad de un viaje y otros asuntos anexos me obligan a suspender por algunas semanas la actividad blogueril. Pero antes quería darle una vuelta de tuerca a lo planteado en el post anterior. Cuando hablé de rescatar el pensamiento nacional, di por sobreentendidos dos adjetivos que para mí son inseparables de ese concepto: popular, y americanista (del Sur del Río Bravo). Pero parece que siempre hay que aclararlo ya que para muchos la palabra "nacional" tiene resonancias negativas. Si hablo de pensamiento americanista me refiero al de José Martí, al de José Vasconcelos, al de Manuel Ugarte.

Y hoy, leyendo el fascículo dedicado al poeta cubano Nicolás Guillén, perteneciente a la serie Grandes Escritores Latinoamericanos que sale los miércoles con Página/12, me encontré con un texto (*) que expresa con claridad meridiana la síntesis entre identidad, diversidad y conciencia nacional que nos es propia a nosotros, los americanos del Sur. Digo yo (y aquí no podré entrar en debate con Hal, al menos por un tiempo), leyendo estos conceptos que están tan olvidados, ¿hace falta realmente recurrir a teorías pensadas desde otras latitudes?


"El racismo divide y es disociador, no sólo desde el punto de vista universal (...) sino también desde una mira estrictamente nacional, allá donde, como en nuestras repúblicas, la nacionalidad necesita robustecerse por la creciente integración patriótica de todos sus complejísimos factores raciales" explica el abogado y antropólogo Fernando Ortiz, precursor de investigaciones sobre cultura de origen africano en Cuba, en "Ni racismos ni xenofobias", conferencia publicada en la Revista Bimestre Cubana en 1929, durante la dictadura de Gerardo Machado (1925-1933), en el marco de manifestaciones políticas en Cuba-y también en Brasil- en defensa de los derechos de los descendientes de esclavos negros en América. Tributaria de la noción de "raza cósmica" de Vasconcelos y en pro de la construcción de una auténtica cultura mestiza que integrara los disímiles orígenes, tradiciones, costumbres y lenguas, la postura de Ortiz se homologa a la del entonces periodista Nicolás Guillén, quien por el mismo año publica distintos artículos sobre el problema de la inferioridad racial del negro y del mulato en el suplemento dominical del Diario de la Marina -en ese momento el más influyente en La Habana-; y anuncia la del futuro poeta que, en el Prólogo a Sóngoro Cosongo de 1931, afirma: "el espíritu de Cuba es mestizo. Y del espíritu hacia la piel nos vendrá el color definitivo. Algún día se dirá: color cubano". Juntos fundan, en 1936, la Sociedad de Estudios Afrocubanos cuyo manifiesto, llamado "Contra los racismos", explicita la necesidad de que blancos y negros se conozcan y reconozcan recíprocamente, lo que conlleva la observación -en el libre juego de diversas posiciones ideológicas- de los puntos de "unión y de divergencia" entre las razas y el estudio de "todas las causas geográficas, antropológicas y sociales que entrelazadas con nuestra etnia colectiva producen el completo panorama de nuestra patria"; (...)


Y ya que estamos, del señor de la foto:


Cuba, palmar vendido,
sueño descuartizado,
denso mapa de azúcar y de olvido...
¿Dónde, fino venado,
de bosque en bosque y bosque perseguido,
bosque hallará en que lamer la sangre
de su abierto costado?
Al abismo colérico
de tu incansable pecho acantilado,
me asomo y siento el lúgubre
latir del agua insomne;
siento cada latido
como de un mar en diástole,
como de un mar en sístole,
como de un mar concéntrico,
de un mar como en sí mismo derramado.

Nicolás Guillén, fragmento de Elegía Cubana, en La paloma de vuelo popular, Bs. As., Losada, 1991.


(*) Redactado por la Prof. Silvina Marsimian, Departamento de Castellano y Literatura, Colegio Nacional de Buenos Aires.