martes, septiembre 25, 2012

Ecos



Dados los últimos episodios y el (micro)clima de los días que corren, se me ocurrió remontarme a septiembre de 1975 y recuperar una crónica aparecida en El Cronista Comercial, dirigido entonces por Rafael Perrotta.


"Despojado de odios y rencores", Rojas dijo que el peronismo es nazi-fascista
por Ricardo Centeno

Aproximadamente doce mil personas efectuaron ayer un bullicioso mitin de homenaje al golpe de estado de setiembre de 1955, en el Luna Park. Al cierre de esta edición el orador principal, Isaac Rojas, pronunciaba una extensa exposición en la que criticó severamente al gobierno, caracterizándolo como "una de las variantes de la dictadura totalitaria nazi-fascista".

Rojas subrayó que, a su juicio, "el régimen peronista actual es más destructivo que el anterior". Había advertido previamente, sin embargo, que concurría allí "despojado de odios y rencores". El tono pausado y académico del más célebre de los antiperonistas contradijo el estilo de la multitud adicta, algunos de cuyos integrantes sugirieron de viva voz, por ejemplo, incendiar el edificio de la Confederación General del Trabajo, en tanto que otros prometían "ni olvido ni perdón".

Hubo cinco oradores: Américo Ghioldi, Adela Grondona, Ernesto Sammartino, Manuel Ordóñez y el almirante Rojas. Probablemente Ordóñez se haya valido del modo más vivaz. Ante la fervorosa multitud, insistió en caracterizar a Juan Perón como "un traidor a la Patria, condenado por violar a una menor de catorce años".

Ordóñez, quien arrancó del público vivas y aplausos repetidamente, dijo del líder justicialista que "sus tres obras maestras son la guerrilla, el peculado y la anarquía", criticó al Parlamento y los jueces actuales y sostuvo que en el peronismo "la cúpula está corrompida y las bases entregadas a la guerrilla".

Américo Ghioldi, ovacionado largamente al incorporarse en la tarima de los oradores, expresó que "este acto no anuncia el tronar de la fuerza. Hace el supremo llamado civil a los partidos para que con unidad de concepción salven a la República y las verdaderas instituciones". En la platea, escuchaban el teniente general Julio Alsogaray, Jorge Luis Borges, la esposa de Arturo Ossorio Arana, el almirante Palma, Carlos Toranzo Montero (su hermano Federico estaba en la tribuna, a la izquierda de Rojas) y otras personalidades. Muchas veces un grito ("Lanusse traidor"), interrumpía a los oradores. En otros casos, la muchedumbre decía "aquí están, estos son, los que echaron a Perón".

Ghioldi, quien denostó al "movimiento amorfo y gregario sobre el cual opera una voluntad masificadora", exhortó al "movimiento obrero organizado, por encima de los alcahuetes" a precisar sus objetivos por una sociedad mejor, con arreglo a lo que dispone la Constitución de 1853.

Ernesto Sammartino, a su turno, alzó su voz para opinar que "los últimos acontecimientos militares postergaron, pero no evitarán, el colapso final". (...) Antes de arribar a esas conclusiones, el veterano dirigente radical había hecho hincapié en sus elípticas objeciones a Ricardo Balbín por la orientación impresa a la UCR, y argumentado que "vivimos bajo los signos aciagos de la verticalidad, del miedo, de la inmoralidad en la vida pública y del terrorismo".

Sammartino, al elogiar un artículo antiperonista del joven filósofo Jorge Luis García Venturini publicado en La Prensa, de Buenos Aires, tuvo que aguardar los aplausos que la mención del matutino arrancó a la mayor parte de los presentes.(...) Después, el orador propuso un homenaje a Pedro Eugenio Aramburu, sobre quien pronunció un breve pero encendido panegírico. La concurrencia aceptó la sugerencia, se puso de pie y guardó un momento de silencio.

Muchos de los que fueron, a juzgar por sus atuendos, parecían personas acomodadas. Otros tantos, según similares indicios, pasaban por gente de la clase media. Aunque el acto se hizo ordenadamente, en las puertas, para llegar a las plateas, se produjeron breves tumultos; no así en los ingresos a las gradas populares.

Sammartino dijo que ante el aniversario del golpe de estado de 1955, no lo celebraron "los que pactaron con el enemigo y renegaron como nuevos Judas" refiriéndose en otro párrafo a "los versos lacayunos de los muchachos peronistas". Expresó luego su desprecio por quienes "prefieren una muerte de rodillas a la muerte argentina que les promete la Marcha de la Libertad" y por "las turbas serviles y los aprendices de lacayos o de dictadores". También dijo que "el PRODE, la lotería y la quiniela han convertido al país en un gran garito, mientras faltan gasas en los hospitales".

En otro párrafo, cuando mencionó a la Jefa del Estado [Isabel Perón], fue interrumpido nuevamente por numerosos silbidos y risas. Desde un sector un grupo numeroso de jóvenes repitió "Perón es un c..., lará, lará, lará".

Adela Grondona inició su alocución así: "Compa...triotas!" Luego de su prueba de ingenio, ruidosamente festejada, opinó principalmente que "no queremos ni carismas, ni ídolos, ni brujos" y que "sus grasas (los peronistas) están hoy al borde del desconcierto y de la desocupación " (¡Mueran los montos! se escuchó). Por fin, la señorita Grondona pidió "respeto de la propiedad privada" (aplausos), "del sindicalismo libre" (aplausos), "especial atención al campo" (prolongada ovación), "libertad de prensa" (aplausos) y "universidad autónoma" (aplausos).

Isaac Rojas aguardó algo más de un minuto frente a los micrófonos hasta que se acallaran los vítores a su persona. Al cabo inició su conferencia: "Han pasado veinte años desde el día señalado por el destino para el alumbramiento de la libertad argentina". Y después: "Ya no se puede negar que el desastre nacional comenzó hace treinta años, cuando el sistema republicano de la libertad fue reemplazado aviesamente por el que lleva el rótulo justicialista o peronista, que no es más que una de las variantes de la dictadura totalitaria nazi-fascista". Afuera, en la calle, efectivos policiales disolvían a un grupo de peronistas que intentaban llegar hasta el estadio donde se efectuaba el mitin con el propósito de exteriorizar su condena al derrocamiento del régimen constitucional en setiembre de 1955.

El Cronista Comercial, 17 de septiembre de 1975, contratapa.


No creo estar muy equivocado si imagino que, más allá de tantas alusiones a la "república" y la "libertad" y en contra de la "dictadura totalitaria", la enorme mayoría de los concurrentes a ese acto habrá festejado con champán algo más de seis meses después, cuando se instaló la dictadura más nefasta y sanguinaria que haya conocido la Argentina.

Y también me lleva a reflexionar la foto que encabeza el post, con el contraste entre las multitudes del '55 y el "núcleo duro" del odio gorila que llenó el Luna Park en el '75. No se recuerda muy seguido el amplio consenso que tuvo entre las capas medias de la sociedad la autodenominada "Revolución Libertadora" (es muy recomendable al respecto este texto de 1956 de Jorge Enea Spilimbergo). Y tampoco se suelen revisar en los ámbitos Nac&Pop los motivos de ese encono contra el gobierno peronista: la intolerancia ante las expresiones opositoras, la omnipresencia del aparato de difusión estatal, la lealtad partidaria (o más bien la obsecuencia) como medio de ascenso en los empleos públicos por sobre la idoneidad, y se podría seguir la lista. Por supuesto, también es innegable (sobre todo entre las clases más altas) el ansia de revancha ante los "advenedizos" (y los "cabecitas negras") que habían conquistado derechos y llegado a ocupar lugares de relevancia social, política y económica, algo que nuestros "sectores tradicionales" consideraban inadmisible. Pero aún hoy, no es raro que aflore en mucha gente el recuerdo del abuelo o el tío que no conseguía trabajo por no estar afiliado al Partido Peronista, o que quedó "marcado" por no haber llevado luto por Evita.

Los sucesos posteriores al golpe de 1955 hicieron que muchos de los que asistieron a esa Plaza del 23 de septiembre se arrepintieran o prefirieran olvidarlo. Y seguramente, con frecuencia los hijos o nietos de los asistentes engrosaron años después la Juventud Peronista y lucharon por el retorno del General derrocado.

Son enormes las diferencias entre 1955 o 1975 y la actualidad, aunque resuenen ecos del viejo odio antiperonista en algunas consignas voceadas el 13/9 o en esta convocatoria ridícula e insultante (sobre todo a la inteligencia). Una diferencia enorme es que antiguamente las FFAA terminaban decidiendo las disputas políticas, y hoy su ausencia la suplen los "cañones mediáticos"; también, sin duda, la virulencia y el odio que  algunos demuestran es una manifestación de impotencia política. De todos modos el malestar actual de grandes sectores medios con el Gobierno ofrece múltiples aspectos, incluso razones nada desdeñables, y vale la pena leer con atención esta columna de Mario Wainfeld sobre el tema.

Y en lo que hace a las responsabilidades del oficialismo, más de una vez sugerí "muñeca" en la gestión y en la política comunicacional. Hoy día, más que una sugerencia hago una súplica. Como la de aquel DT que le habló al arquero que se estaba comiendo una goleada histórica (lo que no es el caso del Gobierno, ni mucho menos) con estas palabras: "Pibe, nadie te pide que saques las que te clavan en el ángulo. Pero las que van afuera, tratá de no meterlas adentro".