viernes, marzo 30, 2012

Los libretistas


La recordación del 36º aniversario del golpe del 24 de marzo de 1976 tuvo como eje la complicidad civil y de los grandes grupos económicos con el terrorismo de Estado, un tema recurrente en este blog desde sus comienzos. Últimamente han aparecido nuevas revelaciones sobre el armado conspirativo
que le dio letra a la Junta Militar y la nutrió de numerosos funcionarios, por ejemplo en el libro 1976 - El Golpe Civil de Vicente Muleiro (aquí un fragmento del libro, y acá una nota al autor). En el mismo sentido apunta esta columna de Alberto Dearriba, autor del libro El Golpe.

Claro que los aportes tienen un valor adicional cuando algún protagonista directo muestra sin tapujos su pensamiento y sus intenciones. Es el caso de este artículo de Eric Calcagno, que incluye algunos párrafos de un libro de Juan Alemann muy anterior a la actuación de su autor como funcionario del Proceso:

“En la medida en que una economía capitalista, llamada también de mercado o individualista, no permita un crecimiento más o menos continuo, y genere las distorsiones irritantes de la inflación, se irá difundiendo la convicción de que hay que modificar el sistema económico”.

“La política de ingresos exige en sus primeras fases, un alto grado de coacción. Sólo una vez que haya tenido éxito a través de un período más prolongado, puede instrumentarse en forma menos rígida, sin que sea sacrificada en su esencia a la política. Por este motivo resulta tan difícil implantar una política de ingresos en un Gobierno que depende de votos”.

“La ley de convenios colectivos y la ley de asociaciones profesionales, a través de las cuales se instrumenta el sistema, deben ser necesariamente derogadas”.

“También es necesario prohibir la huelga”.

“El orden cronológico de una política de ingresos, después de un período de inflación, no puede ser otro que: 1º Congelación de salarios. 2º Fijación de un tipo de cambio adecuado e instrumentación de una política de balance de pagos que permita mantenerlo con libertad cambiaria. 3º Medidas encaminadas a presionar sobre los precios”.
(Juan E. Alemann, Una política de ingresos para la Argentina, Ediciones Macchi, Buenos Aires, 1969).


Sin duda, cuando Alemann asumió en 1976 como Secretario de Hacienda del gabinete encabezado por José Alfredo Martínez de Hoz, estaba muy convencido de lo que había que hacer. Y si algo no escatimó el gobierno militar, fue la coacción. Eso sí, el crecimiento "más o menos continuo" y la eliminación de la inflación quedaron como tareas pendientes. La nota de Calcagno continúa así:

"(...) Las principales medidas económicas adoptadas de inmediato por el gobierno surgido el 24 de marzo de 1976 fueron las recomendadas por el Dr. Juan E. Alemann: el congelamiento de salarios por tres meses; la eliminación de los controles de precios y la devaluación del tipo de cambio. Los salarios reales cayeron alrededor del 30 por ciento, se disolvió la CGT, se suprimieron las actividades gremiales, el derecho de huelga, las reformas a la ley de contratos de trabajo y las convenciones colectivas salariales. Sin violencia sistemática, el plan económico no podía existir.

Después de estas medidas coyunturales de represión, comenzaron los cambios estructurales. En agosto de 1976, la inversión extranjera fue desregulada y el capital extranjero obtuvo los mismos derechos que el capital nacional. A fines de 1976, el tipo de cambio fue unificado, junto con el fin de regulaciones y subsidios a las exportaciones y reducción de los aranceles de importación (con una caída de la protección del 40 por ciento). El 1º de junio de 1977 entró en vigencia la ley de entidades financieras, que le otorgaba al sector “una posición hegemónica en términos de absorción y asignación de recursos” y disminuía la acción del Estado (Mario Rapoport, op. cit., pág. 791).

En el campo económico existió una enorme transferencia de ingresos hacia el sector financiero; se generó una gigantesca evasión de capitales; las instituciones básicas del derecho del trabajo fueron suprimidas y se deprimieron los salarios. Todo ello requería una violenta represión. El resultado fue que el producto por habitante (a precios constantes) en 1983 era nueve puntos menor que en 1975(...)."

La moraleja que se me ocurre para tener presente hoy día es que, sin importar las dificultades y errores que puede tener un gobierno elegido por el pueblo, el establishment conservador y/o neoliberal siempre tiene un plan disponible. Y ya tenemos suficiente experiencia histórica de lo que esos planes significan.

No está de más traer esto a colación, hoy que se conmemoran 30 años de la movilización popular del 30 de marzo de 1982.

jueves, marzo 22, 2012

¿Se viene la revolución?

Esta invitación que posteó Abel me viene a cuento para volver a resaltar la actualidad de la problemática "Ciencia, tecnología, desarrollo y dependencia" y la necesidad de un pensamiento propio que retome los aportes de Jorge A. Sabato y otros pensadores que se dedicaron al tema en los '60 y '70 (algo como esto, por ejemplo).

Un buen ejemplo de la actualidad de dicha temática es el que plantea el título de esta nota aparecida el año pasado en Cash. El litio es un material estratégico con un enorme potencial económico presente y futuro, y Argentina posee una de las mayores reservas mundiales junto con Bolivia y Chile (para más datos, recomiendo el reportaje de Adrián Paenza al químico Juan Collet). Actualmente, el país produce y exporta carbonato de litio a granel, destinado a empresas trasnacionales como ésta que fabrican baterías para celulares, computadoras, automóviles, etc. Claro que hay una pequeña diferencia entre la escala económica de la producción de carbonato de litio y la de baterías, como bien explica el autor de la nota:

"(...) La presidenta Cristina Fernández de Kirchner introdujo lateralmente un punto que casi no aparece en los debates económicos o de política industrial, ya que al mencionar el pedido a la General Motors de fabricar en el país baterías de litio ha rozado un tema central y estratégico: ¿qué debe hacer un país con sus recursos naturales? ¿Qué debe hacer con su petróleo, con su gas, con su cobre, con su litio? La primera dimensión, la trivial de este asunto, es la económica y no caben dudas: hasta el 2004 el precio de la tonelada de carbonato de litio no superaba los 2500 dólares, hoy el precio es de 6000 dólares la tonelada. Una batería para automóviles de litio-ion tiene un precio de mercado de 20.000 dólares, que necesita alrededor de 15 kilogramos de carbonato de litio para fabricarla, es decir, menos de 15 dólares (*). ¿Qué conviene producir y exportar? ¿Baterías o carbonato de litio?"
[(*) No me cierra la última cuenta, de todos modos la diferencia entre la materia prima y el producto manufacturado salta a la vista.]

Y yendo a las implicancias profundas de esa pregunta:

"Otra dimensión que no es considerada habitualmente es la industrial: producir baterías implica un entramado productivo complejo de proveedores de tecnologías que se articulan horizontal y verticalmente con el fin de producir un objeto de alto valor agregado. Además, esta red necesita más trabajadores, y mucho más capacitados, que la simple extracción y transporte de un mineral. Por otro lado, avanzan las tecnologías para hacer eficiente el reciclado del litio utilizado en baterías. Cuando estas técnicas sean económicamente redituables, ¿cuánto disminuirá el precio de la tonelada de carbonato de litio? ¿Quiénes tendrán el control de este mercado? ¿Los países que dominan la tecnología o los que disponen del recurso? Pocas veces en la Argentina respondimos correctamente a esas preguntas. Lo hicieron, por ejemplo, Mosconi y Savio, que entendieron que no sólo el petróleo y el hierro eran recursos estratégicos, sino que lo eran, y acaso en mayor medida, una industria nacional del gas y del petróleo y una industria nacional siderúrgica. Si la Argentina pudo por momentos alejarse de la pobreza, material, intelectual y espiritual que supone ser sólo y nada más que un productor de materias primas, fue por la elección del camino correcto en el momento adecuado, fue por pensar estratégicamente y a largo plazo y fue por el coraje de muchos que debieron enfrentar a los intereses extranjeros y a sus representantes nacionales."

Afortunadamente hay indicios que permiten ser optimistas en este tema en particular, como surge de este reportaje al físico Daniel Barraco:

"Hemos conformado un grupo de investigadores de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la Universidad Nacional de Córdoba, del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas de la Universidad Nacional de La Plata, la Comisión Nacional de Energía Atómica y la empresa Sol.ar, que trabaja para llegar a tener las baterías argentinas. Estamos desarrollando el know how mediante tres proyectos paralelos que cuentan con el apoyo de los ministerios de Ciencia y Tecnología y de Industria. El primero es desarrollar las pastas, los electrolitos, con los separadores y los polímeros; segundo, fabricar la batería en sí usando esa mezcla, armar el pack y colocar los controladores, y tercero, la purificación del litio, aprovechando la abundancia y la calidad de reservas de este recurso en la Puna."

"Tanto la fabricación de las celdas como el ensamble de las baterías se realizarán en plantas industriales que se ubicarán en las provincias productoras de litio, es decir, en Catamarca, Salta o Jujuy. Apuntamos a una industrialización en origen. La parte electrónica se realizará en Córdoba, donde podemos hacer la soldadura y los demás procesos. Por eso esperamos ya para el próximo mes de junio tener una planta instalada, ponerla en funcionamiento y sacar la primera partida de unas 80 mil baterías para septiembre u octubre. Luego las tendríamos que hacer homologar y, una vez homologadas, se estaría en condiciones de venderlas y hasta exportarlas."


Por supuesto, una política de Estado en una actividad como ésta tiene que tener en cuenta los aspectos ambientales como los que preocupan a los habitantes originarios. Y también, prestar mucha atención a los poderosos intereses que están metiendo (o queriendo meter) mano en el asunto.

No es para alarmar a nadie, pero no está de más recordar qué les puede llegar a pasar a los países que no saben o no pueden defender sus recursos naturales.

En fin, vaya algo de música para amenizar.





P.S.: Subsanando un olvido imperdonable, aquí va una entrevista al Presidente Evo Morales hablando de lo que significa el litio para Bolivia, con dos frases para recordar:

"No queremos que se repita otro Potosí."

"La polìtica definida es tener socios y no patrones."

domingo, marzo 18, 2012

Del Canca para Lucas



A propósito de la última emisión del programa Café Las Palabras.

"El 1º de Mayo estaba en La Habana, Cuba, presenciando un imponente desfile en la Plaza de la Revolución. Allí nos encontrábamos, entre muchos extranjeros, un grupo de jóvenes peronistas. Nuestra presencia en la isla, en esa fecha, fue casual, ya que estábamos realizando una gira programada por distintos países del continente para impulsar y concretar un Encuentro de Juventudes Latinoamericanas, primer paso para desembocar en un Encuentro de Juventudes del Tercer Mundo.(...)

Cuando estaba por terminar el desfile, se acercaron amigos cubanos para darnos una noticia que nos alarmó. En Buenos Aires, ese 1º de Mayo de 1974, se habían producido incidentes, que habían originado una situación conflictiva, un enfrentamiento en la Plaza, con muchos heridos y muertos según esa primera versión. La noticia me provocó un gran desconcierto.

Nos trasladamos urgente con esos amigos a la dirección del diario Juventud Rebelde y empezamos a recibir una información un poco más precisa, menos alarmante. Vimos con alivio que no había heridos ni muertos. Los cables reflejaban, sí, una situación de desencuentro, de pelea y abandono de la Plaza por amplios sectores de la concurrencia.

Después nos enteramos que era el sector de la Juventud el que se retiró de la Plaza. Me comuniqué con el local de la J.P. en Buenos Aires para interiorizarme de qué había pasado, ya que antes de la gira todo parecía bien encaminado entre la Juventud Peronista de las Regionales y las autoridades del Partido y del Gobierno, para compartir la tradicional fiesta de los trabajadores.

Desde esas charlas a la distancia, comenzamos a definir una estrategia que reubicara en sus justos términos lo que aparecía como una difícil y nunca esperada "confrontación con el General Perón".

Regresé a Buenos Aires a fines de mayo. Ya se había atemperado el efecto del 1º de Mayo, pero no la situación política que quedaba al descubierto y que de hecho desbordaba a los actores circunstanciales: Perón, la J.P. y los Montoneros. Por lo tanto, me aboqué enseguida a establecer contactos y reuniones para entender realmente lo que significaba el rol de la Juventud Peronista.

La urgencia era ver cómo recomponíamos las relaciones con Perón y cómo trabajábamos la redefinición del rol de las masivas estructuras juveniles dentro de esa realidad política.(...)

Uno de los ejes de las charlas se dio con las autoridades del Partido: Duilio Brunello, vicepresidente 1º y en aquel momento Interventor Federal en Córdoba y su colaborador, Carlos "Chango" Funes. El diálogo se mantuvo en forma directa con Funes, con quien habíamos tenido contactos desde el año 1972.

Realizamos varias reuniones, las últimas con la presencia de dirigentes de la Organización Montoneros. Comenzamos a diseñar un marco de equilibrio, de relación, de inteligencia, donde las partes pudieran servir a la armonía del conjunto dentro del esquema de conducción política del general Perón.

Otra vía de diálogo importante la llevamos adelante con el Dr. Vicente Solano Lima, un hombre de consulta permanente para mí. Mi relación con el ex Vicepresidente era tan fluida y amena que cualquier palabra sería redundante para valorar el rol que cubrió en esas instancias.

También comenzó una relación específica con el Dr. Ricardo Balbín. Mi relación con Balbín fue fluida, dinámica, simpática, formal y sanamente respetuosa.

La juventud quería, de alguna manera, las garantías de que podía participar y ser protagonista llevando adelante un discurso moderno, progresista, transformador y revolucionario. Este fue el eje de otra vía de relación, el coronel Vicente Damasco.

Siempre digo que es imposible querer entender lo que pasó aquel 1º de Mayo de 1974, sin relacionarlo con el 12 de junio del mismo año, cuando en alguna medida se corroboran las preocupaciones de la Juventud. El 12 de junio el pueblo peronista responde al llamado de Perón con una virtual autoconvocatoria. Al discurso de la mañana, le sigue su última presencia en el histórico balcón. Perón pronuncia dos frases que han marcado parte del futuro del movimiento: "Mi único heredero es el pueblo", es una de ellas. La otra frase afirma que "Vine a la Argentina a llevar adelante un proceso de liberación y no para consolidar la dependencia".

El Dr. Oscar Alende me contó, personalmente, que el 1º de Mayo, después del incidente en la Plaza, al abandonar el balcón, el propio Perón le describió lo sucedido en el fuerte diálogo con las columnas de la J.P.: "Esto es como el padre que reta a sus hijos".

La gira que yo había realizado por Latinoamérica contaba con el visto bueno de Perón y el informe que realicé de esa gira, llegó al General por vía de Solano Lima y Damasco. Además, después del 12 de junio, me reuní con Perón para interiorizarlo de lo que habían significado los contactos con los gobiernos de Perú, Panamá, México, Cuba y Venezuela.

En todos los contactos que realicé en esos días, siempre procuramos evitar que la Juventud se automarginara, se cerrara, se desvinculara de la relación con las masas y cayera en ser uno de los extremos del conflicto violento en la Argentina.

Los contactos con Funes, con Balbín, Solano Lima, Damasco y Alende iban a dar sus frutos cuando, desgraciadamente, el 1º de julio se produce la muerte de Perón.

En ese momento, yo reivindico la figura de Balbín como una suerte de primer ministro, procurando que la Juventud participara en forma plena en el proceso de crear un gran consenso para cubrir la ausencia de Perón. Incluso, el 2 de julio, en una reunión que tenía con Balbín, me ausento de la misma para que el interlocutor directo sea Mario Firmenich. En forma expresa no asisto a la misma para hacer que todos los actores entiendan la necesidad de la salida política a las situaciones que se planteaban.

Después de la muerte de Perón las relaciones de poder variaron en la Argentina y mis interlocutores perdieron presencia ante el avance de López Rega y de los sectores partidarios del autoritarismo, y se van generando las condiciones del enfrentamiento y la preparación de las condiciones que llevan al golpe de Estado de marzo de 1976.

A esa altura, yo había pasado de ser un protagonista del diálogo para reinsertar a la Juventud en un consenso liderado por Perón, a la condición de preso y proscripto.

Nos faltó el tiempo material para que todos hiciéramos la autocrítica necesaria y evitáramos lo que vino después.

Puedo dar testimonio de ello.

Juan Carlos Dante Gullo
Enero de 1996."

Testimonio que figura en Perón y la Guerra Sucia de Carlos "Chango" Funes, Catálogos-Documentos Críticos, Buenos Aires, 1996, p. 199-202.


P.S.: No es éste el único post disparado por este tema: también se ocupó del asunto Abel, a quien le agradezco su mención. Y otro post, escrito con las tripas por alguien que la vivió desde adentro, el de Los Caniches de Perón.

lunes, marzo 05, 2012

Debatiendo con Cristina

El extenso y detallado discurso de la Presidenta de la Nación durante la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional provocó molestias, incluso en filas propias, por una frase poco afortunada referida a los docentes. A mí me hizo ruido otra frase: la alusión elogiosa al que fuera presidente de YPF durante los primeros años del menemismo, José "Pepe" Estenssoro, quien condujo hasta su muerte el proceso de privatización de la mayor empresa estatal argentina.

Si bien Cristina aclaró que estaba en las "antípodas ideológicas" de Estenssoro, le reconoció como mérito el haber llevado a YPF a sus niveles más altos de producción. Creo que habría que agregar que las penurias actuales en cuanto a caída de producción y necesidades de importación de hidrocarburos tienen una de sus causas en la política empresaria de aquellos años, como lo señaló ayer Raúl Dellatorre en Página/12:

"(...) Repsol se adueña de YPF en 1998, como culminación del proceso de desregulación y privatizaciones iniciado por el menemismo a comienzos de esa misma década. El ejecutor de esa política fue José Estenssoro hasta su muerte, luego sucedido por Roberto Monti hasta el arribo de Repsol. La apertura de la explotación petrolera al capital privado durante la gestión de Estensoro logró rápidamente alcanzar el autoabastecimiento e, incluso, saldos para exportar hidrocarburos, pero sacándole el último provecho a los yacimientos que ya estaban en producción y sin el mínimo esfuerzo por reemplazar las reservas que se consumían.

Lo que mostraba el gráfico que Cristina exhibió durante su discurso, con una curva de producción que alcanzaba su máximo en 1998, no fue más que el resultado de esa política de liquidación de las reservas que, con el tiempo, se convertiría en el inicio de los dramas actuales. La Presidenta elogió la gestión de Estenssoro contrastándola con la posterior de Repsol, aunque, en perspectiva, hoy podría decirse que una posibilitó la otra.

Cuando Repsol se adueñó de YPF, prácticamente no tenía reservas en el resto del mundo, por lo que el aporte que le hizo a los libros de la petrolera española fue sustancial. Más todavía lo fueron sus utilidades, que Repsol reinvirtió en países con áreas de exploración geológicamente más atractivas que el agotado subsuelo argentino. Así, continuó el proceso de desinversión de YPF en exploración, y comenzó paralelamente el de estancamiento y declinación de la producción.(...)"

A lo que puede agregarse este párrafo de la nota de Andrés Asiain y Agustín Crivelli en el Cash de ayer:

"(...) A partir de la administración Menem se produjo un cambio en la concepción de los hidrocarburos que pasaron a regularse como una mercancía sin valor estratégico. La provincialización de los yacimientos y transformación de YPF en una sociedad anónima (Ley Nº 24.145 de 1992) y la posterior venta de la mayoría accionaria a la española Repsol a finales de los noventa, dan cuenta de esta nueva concepción. Las consecuencias de la lógica mercantil de gestión de los hidrocarburos se harían sentir años después, cuando la Argentina abandone las políticas neoliberales y desarrolle un intenso crecimiento económico. El sector se demostraría incapaz de generar niveles de producción acordes a los requerimientos del desarrollo nacional, obligando a importar combustibles del exterior a precios internacionales, afectando negativamente las cuentas externas y fiscales, los ingresos de la población y la competitividad de la producción local.(...)"

No se trata aquí de retomar una polémica "YPF estatal vs. privada" sino de señalar el enorme costo que significó para el país el haber adoptado la "lógica mercantil" en la gestión de hidrocarburos, que incluyó por muchos años la exportación de petróleo crudo. En ese marco, la "eficiencia y éxito empresarial" que pudo haber mostrado Estenssoro es un hecho secundario ante la necesidad actual de definir una política totalmente opuesta. Y tampoco hay que olvidar el daño social que significó la política de YPF de esos años, basta recordar la lucha de los primeros "fogoneros" y "piqueteros" en Cutral Có o General Mosconi. Como una anécdota que me fue referida de primera mano, un día Estenssoro se presentó en los laboratorios de Investigación y Desarrollo de YPF en Florencio Varela, reunió al personal de profesionales, ingenieros, técnicos, etc. y les dijo sin que se le moviera un pelo: "Todo esto se cierra". Quizás una acertada decisión "empresarial", pero como política y estrategia de desarrollo del país, yo aspiro a otra cosa.

Además soy un convencido de que el gobernante debe ejercer una función docente, sobre todo en países como el nuestro donde la sociedad ha perdido el rumbo tantas veces. Y Cristina Fernández de Kirchner suele ejercer ese rol, por momentos de manera brillante y ese es otro aspecto que la diferencia de la inmensa mayoría de los personajes políticos de la actualidad, sean del bando propio o no. Quizás fue también por esta razón que la alusión a Estenssoro me resultó especialmente chocante: no debemos olvidar de dónde venimos, para tener claro qué es lo que pretendemos para el presente y el futuro.

Este trabajo de Hugo Barcia y Norberto "Croqueta" Ivancich, publicado en la revista Unidos en 1991 durante la gestión de Estenssoro, describe en detalle cómo se "gerenció" YPF con miras a su privatización, y presenta una visión lapidaria de la gestión de "Pepe" (también es recomendable este artículo posteado hace tiempo por Abel). No por nada Estenssoro tenía como su mano derecha a Ricardo Zinn, el ideólogo del "Rodrigazo", quien falleció junto con él en el presunto accidente aéreo de mayo de 1995. Para terminar este post, creo que nada mejor que el párrafo final del artículo de Barcia e Ivancich:

Y para el cierre, un momento de meditación: antes hablamos de los 700 millones de dólares anuales que obtienen las destilerías en maniobras non–sanctas, para decirlo suavemente. ¿Recuerda el lector el monto de lo recaudado por la privatización de las áreas centrales? Recordatorio: menos de 600 millones de dólares. ¿No hay nada en estas cifras, amigo lector, que le haga recordar al tango Cambalache? Piense en el costo social de una política de ajuste que margina a más de 10 millones de argentinos. La misma política de ajuste que "amontona" en la vidriera, como en el tango de la Biblia y el calefón, un "descuido" de 700 millones de dólares junto a la patética necesidad de salir al exterior, con una pelela en la mano, a pedir créditos "stand–by" por cifras mucho menores que las "descuidadas".

Una pregunta le duele a este país tanguero y descomunal: ¿dónde estaba Dios cuando curraban?


P.S.: Merece citarse la elogiosa necrológica de Estenssoro aparecida en el New York Times, que incluye una de tantas profecías fallidas (traduzco):

"Se espera que ese modelo [el de YPF] sea imitado cuando otros países latinoamericanos privaticen sus compañías petroleras, que han sido por largo tiempo símbolos importantes de orgullo y patrimonio nacional."

Casi 17 años después, Argentina sigue siendo el único país latinoamericano en haber privatizado su empresa petrolera estatal.