viernes, marzo 25, 2011

Rememorando

Hace algo más de dos meses, la muerte de María Elena Walsh me trajo recuerdos variados a la memoria: entre ellos, la primera vez que supe de su existencia, cuando mi compañera M. llevó al Colegio un disco suyo (probablemente Canciones para Mirar). Le habían comprado el disco a su hermana menor, M. lo había escuchado y estaba maravillada.

También me acordé de cuando leí el célebre artículo "Desventuras en el País Jardín de Infantes", que en su momento fue visto por muchos argentinos de clase media como un valiente acto de resistencia contra la dictadura. Pero fue gracias al estimado colega Profquesada que releí un par de párrafos que en esa época (1979) sonaban razonables y hoy parecen indignos de su autora, y de una sintonía aberrante con el discurso de los criminales del Proceso:

(...) Que las autoridades hayan librado una dura guerra contra la subversión y procuren mantener la paz social son hechos unánimemente reconocidos. No sería justo erigirnos a nuestra vez en censores de una tarea que sabemos intrincada y de la que somos beneficiarios. Pero eso ya no justifica que a los honrados sobrevivientes del caos se nos encierre en una escuela de monjas preconciliares, amenazados de caer en penitencia en cualquier momento y sin saber bien por qué.

(...) Quienes desempeñan la peliaguda misión de gobernarnos, así como desterraron —y agradecemos— aquellas metralletas que nos apuntaban por doquier en razón de bien atendibles medidas de seguridad, deberían aliviar ya la cuarentena que siguen aplicando sobre la madurez de un pueblo (...)


Después, el retorno de la democracia tuvo el acompañamiento de las canciones de María Elena Walsh. Y más tarde, en lo personal, mis hijos crecieron con sus creaciones y las disfrutaron.

Desde ya que lo antes citado no conlleva ningún reproche a MEW en particular. Lo vinculo a mis reflexiones sobre la sociedad argentina durante el Proceso, más precisamente sobre gran parte de sus sectores medios. Que se habían sentido aliviados el 24 de marzo del '76, porque los militares prometían orden y tranquilidad. Que miraban para otro lado cuando en un "operativo" se volaban casas o se secuestraban personas. La sociedad del "por algo será que se los llevaron" y del "algo habrán hecho".

En lo económico, la sociedad que aceptó sin chistar el plan de Martínez de Hoz, con su tendal de empobrecimiento, desocupación y endeudamiento, y que fue seducida por el dólar barato de la "tablita". No era raro ver a gente que pocos años antes daba una imagen politizada y revolucionaria, haciendo cola en los aeropuertos para viajar a Miami y aprovechar el "déme dos" de la "plata dulce".

Claro que esta reflexión no sería sincera si no recordara mi propia actitud en aquellos años. Concurría a la Facultad de Ciencias Exactas e intentaba seguir mi vida "normal", al igual que otros millones de argentinos. Con el correr de los meses notaba que a algunos compañeros no se los veía más por la Facultad, pero no parecía prudente preguntar demasiado. Seguramente me debo haber preocupado por si mi nombre figuraba en alguna agenda. De las revistas y diarios "peligrosos" que guardaba se encargó mi vieja con una fogata. El miedo se nos había metido a todos en la sangre, y parecía algo perfectamente natural. Por momentos parecía que debíamos expiar la culpa colectiva de haber tolerado o de no habernos opuesto lo suficiente a la "subversión", y eso había que pagarlo. Y vaya si lo estábamos pagando...

Las denuncias que venían del exterior sobre lo que pasaba acá parecían demasiado exageradas, seguramente eran los guerrilleros y terroristas fugados que fogoneaban la "campaña antiargentina". Campos de concentración, acá, en nuestro país? "Vuelos de la muerte"? Debían ser puros inventos... Como decía una pintada en el puente de Avenida Córdoba y Juan B. Justo, "Nunca subestimes el poder de la negación".

Claro que a muchos sectores "cultos" le chocaba la desmedida, brutal y aparentemente estúpida represión en el terreno cultural. La resistencia en ese campo pasaba por leer la revista Humor, por ejemplo. Es en ese contexto en que aparece la nota de M.E. Walsh. Recién después vendría el derrumbe económico, Malvinas, el descubrimiento de la verdad sobre la "guerra antisubversiva"... Así y todo, en 1983, para gran parte de la clase media bienpensante, lo peor que podía ocurrir era que en las elecciones triunfara el peronismo. Cosa que no sucedió.

En otros aniversarios del 24 de marzo recordé a las víctimas y a sus victimarios, tanto directos como indirectos. No voy a dejar de recordarlos, aunque creo que esta reflexión estaba pendiente.

Tres hermanos de mi compañera M., incluida su hermanita menor, fueron secuestrados durante el Proceso y hoy día continúan desaparecidos.


P.S.: Por supuesto, lo de "el miedo se nos había metido a todos en la sangre" es una generalización injusta, ya que hubo much@s que no tuvieron miedo, o aunque lo hubieran tenido eso no les impidió luchar. Quizás eso explique en parte el rechazo y el odio que aún hoy generan los organismos de DD.HH. entre muchos "argentinos medios": no debe ser agradable sentir que el valor de otros contrasta con la cobardía y/o la complicidad propia. Y cuando alguien que supo tener prestigio en el periodismo dice "Me tienen harto con la dictadura", sintoniza muy bien con ese malestar.

martes, marzo 15, 2011

Ay, Catamarca



"(...) Tan negra por lo menos como San Benito y mucho menos santa, la situación actual de Catamarca no puede inspirar confianza a nadie. Para inspirarla tendría que aclararse un poco, milagro difícil, porque su negrura nace de muchas y diversas causas, entre las cuales los pésimos gobiernos son, a un mismo tiempo, causa y consecuencia. La pobreza, la falta de agua, la dificultad y carestía de las comunicaciones, hacen de esta provincia lo que es: un núcleo de gente descontenta, mal gobernada y bien esquilmada, y un puñado de gente ávida y rapaz que gobierna y esquilma. Los productos de la agricultura y la minería sucumben hoy en la lucha con los fletes (...); el trabajador tiene que sobrellevar una vida estrecha y mezquina, y el propietario sabe apenas cómo sostenerse. La pobreza del pueblo tendría, necesariamente, que determinar la marcha económica de su gobierno, si para algo sirviera la lógica; pero no es así; no satisfechas con la subvención nacional que apuntala artificialmente su economía, y con la poca renta que podrían recoger sin desangrar al productor, las administraciones provinciales -de alguna manera hay que llamarlo-, han hecho recurso de todo, y aún cobrarían hasta por el derecho de respirar, para mantener el mayor número de empleados, pues éstos son casi sus únicos partidarios, la "opinión" que los rodea y sostiene. (...)"

Pese a lo que podría creerse, lo anterior no es algo escrito en estos días. Pertenece a Roberto J. Payró, que en su libro "En las tierras de Inti" recogió las crónicas que escribió para La Nación durante sus viajes al Norte argentino a fines de la década de 1890.

Para hacer una comparación de aquella Catamarca con la actual, recomiendo escuchar este audio y leer el párrafo encabezado La gente, la riqueza, los chicos en esta nota de Mario Wainfeld:

"La densidad de población de la provincia es baja, 3,8 habitantes por kilómetro cuadrado, la vigésima de la Argentina. Casi la mitad habitan la Capital, casi el sesenta por ciento en el Gran Catamarca. El empleo público sigue siendo un factor determinante en la vida, la cultura y la política. En un reportaje emitido por Radio Nacional, el economista Juan Cruz Miranda hizo una interesante reseña de sucesivas oportunidades económicas desgranadas en estos años. Pasamos a glosarla en este apartado. Los ’80 fueron la etapa de la fallida radicación de industrias, al calor del Acta de Reparación Histórica que promovía la actividad en San Luis, La Rioja y Catamarca, por vía de desgravaciones impositivas. Es consabido: sólo San Luis sacó buen partido de la ventaja comparativa.

La actividad olivícola es añeja pero arraigó en los ’90 y se afianzó en ese siglo, con el boom de exportación de commodities. En Catamarca hay buena producción, la Argentina exporta el 5 por ciento mundial de aceitunas. Si de aceite de oliva se habla (esto es, de un modo cantado de agregar valor) su participación mengua al 0,9 por ciento. Los datos, proporcionados generosamente por el olivicultor Víctor Tomaselli, hablan de limitaciones tangibles del “modelo” para trascender su sesgo primarizado.

La minería estalló en este siglo. Catamarca es un enclave importante, casi monopolizado por la minera Alumbrera. Aun si se ponen entre paréntesis las (más que centrales) polémicas sobre la depredación medio ambiental, Miranda opina que el “derrame” de la explotación es mínimo. La riqueza se mantiene concentrada y hasta los mejores puestos de trabajo, los más especializados, recaen en extranjeros o argentinos migrantes de provincias más desarrolladas.

En Catamarca, a mayo de 2010, 39.773 menores recibían la Asignación Universal por Hijo. Ese número, distribuido en 20.946 hogares sobre una población de menos de 400.000 argentinos, da cuenta de penurias y desigualdades no reparadas. La información de mayo que es la última que suministra en Internet la Anses está lamentablemente atrasada. Puede haber un ligero desfasaje porque ese fue el mes con mayor cantidad de beneficiarios, que se conozca.

De todos modos, la variación no puede haber sido rotunda, el guarismo impacta."


El triunfo del Frente para la Victoria en la elección provincial genera esperanzas de cambio al igual que seguramente lo hicieron otros hechos del pasado, tales como la caída de la dinastía Saadi. Pero más allá de la alegría por el éxito electoral (y su relevancia como indicador de una tendencia nacional) , los ganadores no deben perder de vista su responsabilidad en la transformación de la provincia y la superación de sus problemas de vieja data (además de los nuevos). Sin duda el INTI, el INTA, el Conicet y otros organismos científico-técnicos pueden aportar ideas y conocimiento para generar proyectos de desarrollo, y el Estado provincial en conjunto con la Nación tiene que avanzar en mejoras de infraestructura y facilitar inversiones productivas sustentables y generadoras de puestos de trabajo.

Aunque los males pasados y presentes sean una carga pesada y difícil de superar, sería lamentable que una vez más "algo cambie para que nada cambie" y la ola de revalorización de la política iniciada con Néstor Kirchner en 2003 se diluya en Catamarca en una nueva frustración. Ojalá que los catamarqueños del futuro, sobre todo los más humildes, no tiendan más a responder como el personaje de Fontanarrosa ante la pregunta:

- "Cómo anda, don Inodoro?"

- "Mal, pero acostumbráu."

sábado, marzo 12, 2011

El árbol, el bosque y el Oso



Cuando en junio de 2004 un buchón policial asesinó en el barrio de la Boca a Martín "Oso" Cisneros, me impresionó que los medios hegemónicos (desde Radio 10 hasta La Nación, digamos) le dieran menos trascendencia al crimen que a la posterior toma de la Comisaría 24ª por un grupo encabezado por Luis D'Elía. El discurso que se transmitió a "la gente" ocultaba el asesinato y demonizaba a los "piqueteros" poniendo como cabeza de turco al muy demonizable D'Elía (un objetivo predilecto de esos medios, que además fue procesado por esa toma).

Recordé esto leyendo en Radar las notas en homenaje a Martha Ferro, responsable durante muchos años de la sección Policiales de Crónica. Una testigo y cronista de la violencia en las zonas más sumergidas de nuestra sociedad, pero también una observadora del contexto socioeconómico en que se manifiesta esa violencia. Va un par de párrafos del reportaje que le hizo María Moreno:

- Usted nota un deterioro aun entre los infractores de la ley, que antes mantenían un cierto “código”.

- La degradación empezó con la crisis económica y a la crisis se le agregaron otras cosas, no solamente el alcohol, sino la pasta base, el denominado crack, que te vuelve loco. Ayer en Pinzón y Martín Rodríguez andaba un pibe de quince años. Se le acercó un viejo y le dijo “tomá, comete un sándwich”. Después el pibe entró a robarle un televisor. Entonces el viejo lo vio y lo mató a martillazos. Quince años tenía... La Boca tiene un montón de asentamientos en fábricas cerradas donde antes muchas mujeres tenían laburo y ahora el único que tienen es el de prostitución, en las casas vacías luego de la dictadura. Es que en La Boca iban a desalojar a un montón de gente porque la autopista iba a pasar por la calle Suárez. Pero ¿qué pasó? No se hizo. Entonces quedaron casas solas y empezaron a tomarlas. Hasta hace poco todavía había gente que laburaba. Los hombres en el puerto. Y las mujeres en las fábricas de alimentos, como Bagley y Terrabusi, en algunas textiles de Avellaneda o en el servicio doméstico. Eso se fue terminando. Entonces empezaron las migraciones de gente desesperada que venía de la provincia ya sintiendo el olor de 1986, donde las economías del interior quedaron sumergidas. Sobre todo en el litoral. Se cerraban las fábricas y los desocupados se venían para acá. La Boca era un barrio barato, en el sentido de que no tenías que pagar garantía. Pero en realidad, barato no era, porque una pieza salía doscientos pesos con baño compartido. Por entonces la violencia era por el fútbol. La Boca estaba libanizada.(...)


- ¿Hace mucho que no va a la Isla Maciel?

- Mucho. No quiero ni pensar cómo estará la Isla Maciel. En el ochenta había mujeres que iban a buscar la grasa de los frigoríficos para hacer chicharrón. Como única comida de los chicos. O buscaban ratas en los basurales. Las limpiaban con vinagre y se las comían. Y también iban a los restaurantes de La Boca –te estoy hablando de los de la villa– a buscar la comida de la basura para lavarla y cocinarla. Porque la Isla Maciel fue territorio del puerto, y el puerto fue desmembrado. (...) Me respetan muchísimo, todavía hoy lo que yo digo es palabra santa ahí. Para todo “preguntale a Martha”. Y aparte por el hecho de que yo me llevo mal con la cana. La historia mía con la Comisaría 24ª empezó porque estaba contra la barra brava de Paquinco, que es un hijo de puta. Y a este Paquinco un día justo se le da por pegarle una piña a una amiga artesana. Entonces lo escraché. Lo saqué en el diario y acompañé a mi amiga a hacer la denuncia a la fiscalía, porque si no en la 24ª se muere.(...)


Me pregunto, los medios que les apuntan con tanta dureza a los piqueteros y sus dirigentes, ¿le habrán prestado atención en su momento a la degradación social de los barrios, a la desintegración de los vínculos económicos, sociales y hasta afectivos? ¿Habrán investigado las conexiones de los funcionarios de la Comisaría 24ª (ya que estamos) con "La 12" y con el delito organizado en general? Más bien que no. Su mensaje apunta con justeza al "sentido común" del argentino medio, infundiendo la indiferencia y el "no te metás" ante políticas antisociales y antinacionales como las que predominaron entre 1976 y 2001, para luego culpabilizar a los "feos, sucios y malos" emergentes de las consecuencias de esas políticas. Algo con larga historia en nuestro país.


P.S.: Me enteré acá de que este blog está valuado en la humilde suma de $21.884,01, muy lejos de los "pesos pesados" de la blogósfera. Si alguien está dispuesto a aportar esa suma para adquirirlo, bienvenido. El dinero será destinado por partes iguales a Pelota de Trapo y al Comedor Los Pibes.

domingo, marzo 06, 2011

Naldo

“El folklore y la política en mi época de juventud iban muy de la mano. Las peñas eran casi todas de origen político y para que te llamen a actuar tenías que ser parte. Fue una juventud muy soñadora y muy comprometida con el país, y por eso no me importa que me llamen setentista”.

Fue por el '74 cuando mi amigo Hugo me invitó a un recital de Huerque Mapu, y de paso conocer a Naldo Labrín, amigo de su hermano desde la infancia compartida en San Martín de los Andes. Los otros integrantes del grupo eran Hebe Rosell (hermana de Andrés y Javier Calamaro), Lucio Navarro (hermano de Ramón, la voz solista de Los Caudillos), Tacún Lazarte y Ricardo Munich.

Huerque gozaba de cierta fama desde que había grabado la Cantata, aunque no solían interpretarla en sus conciertos. Esa fama se fue haciendo una marca ominosa a medida que los tiempos se iban poniendo cada vez más oscuros. Tanto que Naldo bromeaba "Nosotros no somos los Huerque Mapu del disco ese (la Cantata), somos Erque Mapu!".

También en el '74 abrieron (por Monserrat o San Telmo, creo) La Casa de Huerque Mapu, donde se presentaban ellos y también artistas invitados, además de servir vino y empanadas. Entre los que pasaron por ahí recuerdo a Norma Peralta (hermana de Miguel Abuelo, dueña de una voz excepcional), la maravillosa venezolana Cecilia Todd y Alfredo Zitarrosa, en esos tiempos exiliado en Buenos Aires (salvo que haya sido un sueño, creo haber compartido una mesa en una pizzería con los Huerque y don Alfredo...).

Después, con la noche del Proceso llegó el exilio para los Huerque. España, después México... ahí Hebe y Naldo formaron Sanampay. En la misma época, Naldo integró el cuarteto de guitarras que acompañaba a Zitarrosa (al igual que Alejandro del Prado). En julio del '83, cuando don Alfredo volvió a la Argentina, en un Obras que reventaba de emoción, ahí estaba Naldo con su guitarra.

Después, con la democracia, Naldo aceptó un ofrecimiento de don Felipe Sapag y fue secretario de Cultura de su Neuquén natal. Hace poco lo escuché en un reportaje que le hizo Radio Nacional Folklórica. Allá sigue, dirigiendo, tocando y enseñando música.

Vaya este recuerdo de Huerque Mapu, con un tema que nos señala una deuda todavía pendiente de la Argentina con la salud de su pueblo.






P.S.: Dedico este ramalazo de evocación setentista a los pibes. Al igual que Luis Bruschtein, yo también los banco.