viernes, mayo 02, 2014

Injuriados


En 1975, la revista Crisis publicó el libro La Clase Trabajadora Nacional del antropólogo Guillermo Gutiérrez, que aún hoy sigue mereciendo (en mi opinión) una atenta y fervorosa lectura. Por suerte, está disponible en la web una segunda edición muy reciente, revisada y actualizada por el propio Gutiérrez. Creo que vale la pena poner acá un fragmento, que dedico por mi cuenta a los compañeros agraviados e injuriados hoy dìa por el poder mediático y sus corifeos de toda laya. Quizá les sirva de consuelo saber que no son los primeros, y seguramente no serán los últimos.


Historia nacional de la injuria

El célebre calificativo de “aluvión zoológico”, empleado para designar peyorativamente a un sector social de nuestro pueblo y a su participación combativa en la historia nacional, tiene viejos antecedentes, testimonios cabales de los arraigados prejuicios que dominaron desde antigua a los “señores principales” y a la óptica liberal.

En El Gaucho (1945), Emilio A. Coni registra numerosos calificativos aplicados en el siglo XVIII a los ancestros gauchescos del “aluvión zoológico”: “De 1730 a 1770 el tipo gauchesco va adquiriendo nuevas características que se expresan con los siguientes vocablos: matadores, robadores de mujeres, vagabundos, ladronicios, malos mozos, grandes dañinos, cuchilleros, peleadores, cuatreros, ladrones de la campaña, delincuentes, agresores, amancebados, jugadores, forajidos, etc.”. De 1770 a 1790 los calificativos serán: malhechores de la campaña, ociosos, castellanos contrabandistas, facinerosos, hombres errantes, haraganes, paseanderos, desertores, etc.

En 1811 los “orilleros” que participan en el movimiento del 5 de abril serán vistos como “ínfima plebe del campo” (Beruti), que actúan con desdoro “del vecindario ilustrado y sensato”, o como “paisanos emponchados”, “alianza de charreteras y chiripá” y “desvalidos soberanos” (Ignacio Núñez), en tanto que los participantes del movimiento federal del 1º de octubre de 1820 serán “hombres de la canalla” y “chusma” agolpada en las esquinas y “envuelta en sus ponchos esperando el éxito para dedicarse al saqueo” (Rojas y Patrón).

Poco antes se había hablado de los integrantes de las montoneras del 20 como de columnas de “aspecto original y verdaderamente salvaje”, y en 1821 se expresará en El Argos de Buenos Aires que los “peones” son “hombres libertinos, corrompidos y perjudiciales a la sociedad”, así como tiempo después se hablará de sus jefes, los caudillos, como de “caciques bárbaros” a los que hay que exterminar.

En 1828 El Liberal caracterizará de la siguiente manera a los seguidores del gobierno federal: “Viva el poder y el hombre en que se estriba; / que vivan sus ilustres defensores / los mulatos, los negros changadores; / los de poncho, iqué linda comitiva!”.

Historiadores como Vicente F. López y Mitre se referirán a los procesos populares y a sus protagonistas individuales y colectivos, con los calificativos de “guarangada”, “turba vocinglera de quinteros, peones y compadritos”, “bárbaros desorganizadores”, “contrabandista, montaraz, nacido fuera de la ley común de las gentes, outlaw” (son los calificativos que le destina López a Artigas), “hordas”, “las turbas del anarquista oriental”, “orillero y vago por educación”, “agrupación de bárbaros”, “bárbaros desnudos, hambrientos y excitados por las pasiones bestiales”, “hombres desaliñados”, etc.

Dentro de esta línea los seguidores del Chacho serán “salteadores o criminales notorios, soldados y sargentos desertores o lo más abyecto o lo más rudo de los viejos partidos personales”.

Mucho más tarde, cuando otros componentes étnicos se amalgamen con los hijos del país en la común explotación, los herederos de la “gente principal” verá a los inmigrantes apiñados en los conventillos como “Invasión del mundo heterogéneo”, “turba”, “ola roja” (Cané) o “confuso tropel” (Miró), y con el mismo espíritu calificarán a los partidarios de Yrigoyen de “plebe” y “mulataje delirante” (A. de Laferrere).

Apenas los botones de muestra, como se ve, de un largo y fecundo historial de la injuria.


Guillermo Gutiérrez, "La clase trabajadora nacional - Su conformación histórica", Los Libros de Fundación Patagonia Tercer Milenio, Buenos Aires, mayo de 2012; p. 126-127.