jueves, julio 31, 2008

Poeta


De la Duda

Mi bondadosa hermana la Paciencia
sabe llorarte, Amor en lejanía,
cuando le falta el pan de tu alegría
todo lo que le sobra el de tu ausencia.

Y llora sin quererlo en tu presencia
cuando le das altura y mediodía.
Porque, desnudo amor, si eres la vía
no eres la flor ni el fruto de tu ciencia.

¡Oh, llanto, el de tu noche y su mañana!
Perdido el sueño y no maduro el arte
llorando está mi bondadosa hermana:

y si te mira, buen amor, advierte
que duda entre la pena de ganarte
y la melancolía de perderte.


(Poema publicado en 1939 en La Nación, y encontrado aquí.)


El recuerdo de la figura y de la obra de Leopoldo Marechal viene a cuento de esta nota de Guillermo Saccomanno en Radar, que acompaña a un fragmento del texto El Poeta Depuesto, escrito en 1965 e incluido en una nueva edición de Cuadernos de Navegación (Seix Barral, 2008). Aquí va un trocito del fragmento:


"1. José María, en La Nación del 17 de noviembre de 1963, H. A. Murena, objetando polémicamente al crítico uruguayo Rodríguez Monegal ciertas apreciaciones de su libro Narradores de esta América dice, refiriéndose a mí: “Marechal constituye un caso remoto por la doble razón de ser argentino y de que, a causa de su militancia peronista, se hallaba excluido de la comunidad intelectual argentina”.

Ciertamente, y como sabes, yo venía registrando en mí, desde 1948 en que apareció mi Adán Buenosayres, los efectos de tal exclusión, operada, según la triste característica de nuestros medios intelectuales, con el recurso fácil de los silencios y los olvidos prefabricados. La declaración de Murena fue un acto de valentía intelectual, como lo fueron las de Sabato repetidas en numerosas instancias. Y su confirmación de lo que yo había experimentado en carne propia me llevó a estas dos conclusiones: 1º, la “barbarie” que Sarmiento denunciara en las clases populares de su época se había trasladado paradójicamente a la clase intelectual de hoy, ya que sólo bárbaros (¡oh, muy lujosos!) podían excluir de su comunidad a un poeta que hasta entonces llamaban hermano, por el solo delito de haber seguido tres banderas que creyó y cree inalienables; y 2º, desde 1955 no sólo tuvo nuestro país un Gobernante Depuesto, sino también un Abogado Depuesto, un Médico Depuesto, un Militar Depuesto, un Cura Depuesto y (tal mi caso) un Poeta Depuesto.(...)"


Sólo quiero agregar un comentario a la nota de Saccomanno, que termina planteando una antinomia Borges-Marechal (muy válida, en varios sentidos). En esta página, su autor Manuel Ruano escribió:

Cuando falleció don Leopoldo, lo velaron en el salón de la vieja Casa del Escritor en la calle México de Buenos Aires. Fue un 26 de junio de 1970. Recuerdo haber estado junto a su ataúd al filo de la medianoche, acompañando a su viuda y otras personas a las que no logro individualizar plenamente. El salón estaba medianamente iluminado. De pronto, llegó alguien con andar lento y balbuceo en la voz: era Jorge Luis Borges, un compañero de viaje del martinfierrismo. Y sus palabras fueron:

-Amigo, amigo, la vida nos separó, pero fuiste un amigo.

jueves, julio 24, 2008

Coincidencia


En 1976, la provincia de Jujuy fue escenario de uno de los episodios más reveladores de la connivencia entre el poder económico y la represión de la dictadura procesista. La lucha por la justicia y por la memoria de ese hecho quedará ligada para siempre al nombre de una mujer, de la que habla esta nota que le dedicó Luis Bruschtein al ocurrir su fallecimiento el 17 de marzo de 2005.


Olga Aredes
por Luis Bruschtein

El símbolo es esa mujer que da vueltas sola en un pueblo del norte. Es la plaza de Ledesma, en Jujuy, donde está el ingenio. La mujer es Olga Aredes, de la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo. Lleva un cartel, el pañuelo en la cabeza y da vueltas mientras el pueblo, bajo la sombra del ingenio, da la espalda con temor. El placero lleva la cuenta de las vueltas y es el único que le habla. Cuando termina, guarda el cartel, se saca el pañuelo y regresa a su casa en silencio.

Tras años de cumplir el mismo rito, Olga consiguió romper el miedo, quebrar el silencio y una vez por año, en los últimos diez, Ledesma se sobrecogía en el mes de julio con la Marcha de la Noche de los Apagones. Primero iban gente de Buenos Aires y Tucumán y unos pocos vecinos. Y después los mismos pobladores de Ledesma se hicieron cargo de la cita y realizaron actos en las escuelas y en los barrios para recordar a los desaparecidos del pueblo, estudiantes, vecinos y trabajadores, entre los que se cuenta el ex intendente, el médico Luis Aredes, esposo de Olga.

A la tarde se quema el bagazo de caña y un olor dulzón inunda el pueblo. La chimenea gigante del ingenio más grande de Latinoamérica lanza una nube espesa de cenizas que cubren las calles y los autos. Forma parte del paisaje y la gente se acostumbra en un lugar donde es alta la incidencia de enfermedades respiratorias.

Olga murió ayer en Tucumán, víctima de cáncer, una enfermedad que se potenció por la bagazosis que produce la caña que quema el ingenio. Sabía que se moría y se fue a Tucumán para estar acompañada por sus hijos Olga, Adriana, Ricardo y Luis. No quiso cuidados extremos ni que le prolonguen la vida en forma artificial. Asumió el diagnóstico fatal con serenidad, ordenó sus cosas y mantuvo alguna comunicación –la que permitía su salud precaria– con los amigos en el resto del país.

Siempre fue así, de carácter fuerte pero sereno, desde su juventud, cuando recién casada con un médico recién recibido llegó a Ledesma. Luis Aredes quería ser útil donde más se lo necesitara. Y eligió el pueblo con la tasa más alta de mortalidad infantil. Pero después de un tiempo, el ingenio lo echó porque exigía demasiado para los trabajadores.

Se retiró a Tilcara, donde fue director del hospital por algunos años, pero abandonó todo para regresar y dar pelea, o sea ser útil. Fue el médico rural de los trabajadores golondrina y de los obreros del ingenio. La empresa hizo lo posible para echarlo, pero en 1973, los trabajadores le pidieron que fuera candidato a intendente y ganó. El resto es historia, lo depuso un golpe policial, lo metieron preso, lo liberaron y finalmente lo secuestraron y desaparecieron. Una noche de julio de 1976 se cortaron las luces del pueblo y de Calilegua, una localidad contigua, y la Gendarmería y el Ejército se llevaron a 400 vecinos en camiones cedidos por el Ingenio Ledesma. La mayoría fue internada en campos de concentración, 40 de ellos siguen desaparecidos.

El Ingenio Ledesma también sigue allí. Olga se murió. Es inevitable sentir el peso de la injusticia, de la desigualdad más desaforada. Pero si a ella y a muchas más las hubiera ganado el desconsuelo, les hubiera atado las manos y sacado el aliento o llevado a la resignación, el pueblo de Ledesma seguiría en silencio, las Madres no hubieran existido y no habría lugar, siquiera, para la esperanza o la dignidad.

En la película de Eduardo Aliverti, Sol de Noche, que cuenta esta historia, se la ve a ella y al cura del pueblo y un directivo del ingenio, enemigos del doctor Aredes. El contraste es tan fuerte entre la mujer y la hipocresía, la miseria humana, que lastima. Su vida, como la de todos, tiene un sentido en ese contraste.

La casa de Olga en Ledesma era una romería durante los días de la Marcha de los Apagones. Madres e HIJOS de todo el país se alojaban allí y se cocinaban grandes ollas de locro y docenas de empanadas. Habían sido muchos años de soledad, de dolor y humillación y la marcha era su victoria, la confirmación del valor de la dignidad, de que no estaba sola y de que el reclamo de justicia era algo más que una locura desgarradora. Ya enferma, en las últimas marchas caminaba con un barbijo para evitar la ceniza.

No estarán más su calidez, su opinión serena de luchadora, ni su mirada práctica. Faltará ese alegre empecinamiento fundamental. La vamos a extrañar en julio. Seguro que en estos últimos días pensó más de una vez en la marcha de este año, que será la primera sin ella. Pero también es seguro que en la Marcha de la Noche de los Apagones de este año en Ledesma estará más presente que nunca.


Hoy, a 32 años de la Noche del Apagón, y en un día en que ha sido condenado por la Justicia el genocida Luciano Benjamín Menéndez, bien vale este recuerdo.

lunes, julio 14, 2008

Palabras

Hay días en que algo hay que decir, o por lo menos manifestar de qué lado está uno. Más allá de mi absoluto agotamiento con el tema del "campo", quiero destacar algunas palabras rescatadas de entre toda la hojarasca surgida en estos larguísimos meses. Para empezar, algo de esto que escribió Orlando Barone en La Nación.

"Una destacada mayoría ha perdido la capacidad de conversar y se entusiasma enojándose. Su estado actual de normalidad es bramar y despotricar contra lo que, se ha propuesto creer, es una época de cataclismo. Se supone que para haber llegado a ese diagnóstico feroz deben haber estado comparando épocas recientes, anteriores. Y que de esa comparación concluyen que ésta es la más desgraciada. Suele ser paradójico asistir a estas agorerías abisales en medio de una comida para no carecientes. O en el transcurrir de una fiesta. Pero, también a la inversa, el diagnóstico feliz se plantea alborozado que éste sería el tiempo triunfal de bisagra de la historia. Sean modestos. Dejen de ser argentinos antiguos."

Ahora, las palabras con las que cerraba Luis Tonelli su artículo "Racionalidad suicida" en el Nº 272 de la revista Debate, salida el 31 de mayo pasado:

Continuidad o crisis

Ya a esta altura de los acontecimientos, hay dos bandos que se distinguen claramente en la sociedad. Están los que creen que lo peor que puede pasar es que nuevamente tengamos una crisis sistémica, que se dé otra vez un ciclo y que, nuevamente, el crecimiento quede neutralizado por la caída. Como ha ocurrido en los últimos 50 años. Y están quienes se entusiasman con ella, con el Apocalipsis, con el fuego purificador que lo barra todo para esta vez sí empezar bien de nuevo.

Como si todo no se tratara de dos modelos diferentes de país que están confrontando y que delatan algo que siempre fue aquí, en esta columna, sostenido: que el kirchnerismo no era hegemónico sino todo lo contrario, un fenómeno eminentemente superestructural y débil. A no confundirse: la hegemonía se define cuando los sectores que, relativamente, son perdedores en un modelo, sin embargo deciden jugar dentro de él antes que generar su crisis, para ser los ganadores en un escenario diferente (debiendo pensar que la crisis les significaría pérdidas tan importantes que su victoria podría ser pírrica).

Estar del bando de la continuidad no significa, necesariamente, ser oficialista. Simplemente, es apostar a que el cambio y la alternancia política no se den debido a una catástrofe sino a la existencia de una oposición que convence, y que puede hacer las cosas mejor que los que estuvieron hasta el momento gobernando el país.

A lo mejor esto baste para explicar por qué mañana voy a estar en la Plaza del Congreso. Pero quiero terminar citando esta nota de José Pablo Feinmann (contra quien despotrico en silencio muy seguido, por razones que ahora no vienen al caso).

"(...) Voy a citar ahora otro mail. Es de Hernán Nemi, que tiene 36 años, es profesor de Literatura en la Universidad de Morón, da clases en varios colegios secundarios y tiene un par de obras escritas para Teatro por la Identidad. (Esto lo torna muy sospechoso para la Argentina del odio y sus voceros comunicacionales. Porque la cosa también tiene este costado de destrucción fundamental: “¡Basta con esa cuestión de los derechos humanos! ¡Basta de juzgar a militares! ¡Basta de exhibir a Hebe de Bonafini en cada acto! ¡Ni a la Carlotto nos bancamos ya! ¡Eso terminó, es el pasado, hay que archivarlo!” O si no: “¡Hay que juzgar a los guerrilleros! ¿O no quedó alguno vivo?”.) Suscribo todo lo que dice Nemi, de modo que citarlo es hablar y decir por su medio, que es impecable, y exhibe una prosa inusual: “Se critica a Cristina por autoritaria: ¿qué otro presidente hubiera soportado cien días con rutas cortadas, desabastecimiento y amenazas constantes sin disparar un solo tiro ni reprimir en ninguno de los cientos de cortes de caminos que hubo? Entre el 19 y 20 de diciembre de 2001 murieron 31 personas en la represión del gobierno de De la Rúa a las manifestaciones populares. El matrimonio ‘montonero’ tuvo la actitud más tolerante y democrática frente a las protestas de la ciudadanía que se recuerde en toda la historia argentina”. Aquí sólo podríamos pulir la frase “toda la historia argentina”. Hubo otros gobiernos con tolerancia democrática. Es cierto que, en este caso, el llamado “campo” ha paralizado el país y su abastecimiento. Se trata, sin más, de un acto de subversión absoluto que deteriora por completo el funcionamiento del país. Y a los piqueteros se los quería colgar por cortar una calle.

Sigue Hernán Nemi: “¿Es éticamente correcto que la clase media y alta de Buenos Aires salgan a golpear cacerolas por las retenciones del campo cuando jamás las golpearon por las flacas jubilaciones que cobran nuestros viejos ni por los chicos que tienen hambre, ni por los sueldos docentes, ni por la carpa docente, ni por la privatización vergonzosa de nuestras empresas en los ’90?”. Y también: “¿Tiene autoridad moral la Sociedad Rural de pedir más institucionalidad cuando apoyó a cuanto gobierno de facto hubo en la Argentina? ¿Este campo hoy indignado es el mismo que aplaudió a Menem a lo largo de la década del 90? Sí, es el mismo”. Es siempre el mismo, Hernán: es el que recibió con atronadores aplausos a Juan Carlos Onganía cuando el dictador entró en el predio de la Sociedad Rural... ¡en carroza! El que abucheó a Alfonsín. El que respaldó a la patria financiera en el golpe de mercado. El que apoyó a Videla y negoció con Menem. Hoy, en esta Argentina del odio, es la clase heroica que representa los intereses de la patria. ¡Y con los periodistas progres a sus pies!

Y, por fin, escribe Hernán: “Quienes piensan –legítimamente– que los ruralistas tienen razón, ¿por qué lo expresan a través de mails o comentarios tan agresivos, tan cargados de odio, tan faltos de argumentos racionales?, ¿qué nos pasa a los argentinos (y argentinas) que nos cuesta tanto bancarnos a una mujer como presidenta? Muchos de los adjetivos de esos mails –muchos de ellos enviados por mujeres– muestran el peor machismo: se la llama a Cristina ‘puta’, ‘conchuda’, ‘turra’, ‘tilinga’... Y al mismo tiempo, los argumentos brillan por su ausencia”.

Es así, Hernán: pero eso de bancarse a una mujer como presidenta no nos pasa “a los argentinos”, sino a ciertos argentinos. Y si hiciera otra política le tirarían flores. No es que no se bancan a una mujer, no se bancan una política. El poder, en este país, es pragmático. Si hacés lo que yo te digo, lo que yo necesito, lo que llena mis arcas, estoy con vos y sos hermoso. No lo olviden: si el establishment argentino se bancó a Menem, se puede bancar a Drácula. Al solo costo de que Drácula haga lo que ellos quieren."


Desde aquí le mando un fuerte abrazo a mi compañero Hernán Nemi, también docente (como yo) en la Universidad Nacional de Tres de Febrero.