sábado, junio 16, 2007

A pedido del público

va otro aporte sobre el tema del antiperonismo y el racismo, tratando de hacerle la segunda voz a Manolo que lo tocó muy bien acá. Y de paso complacer un amable pedido del Sr. U, aunque la vagancia me hace recurrir de nuevo a palabras ajenas. Hurgando un poco me encontré con un texto escrito en 1967 por Pedro Orgambide, que nos demuestra que el racismo es una constante recurrente en nuestra historia. Vale la pena leerlo en su totalidad, aquí transcribo sólo estos fragmentos:


El aluvión zoológico

El 17 de octubre de 1945, irrumpen, en las calles de Buenos Aires, legiones de trabajadores, de mujeres, de chicos, que vivan el nombre de Perón. El suburbio altanero, el frigorífico, la fábrica, están presentes en esa marcha sobre Buenos Aires; también está presente el campo, la peonada indócil, que salta, metafóricamente, el alambrado de las buenas costumbres y refresca sus pies en las fuentes de la Plaza de Mayo. Un ardoroso exhibicionismo preside la fiesta y el descamisado transforma en símbolo su irreverencia, su corte de manga al patrón, que hace extensivo a los proletarios de cuello blanco, socialistas y comunistas de la Unión Democrática. Una forma civil de montonera en busca del caudillo recorre las calles y despierta, como es natural, el rechazo o el violento repudio de los adversarios. Un político los califica de aluvión zoológico. El aluvión humano recibe, desde su nacimiento, el calificativo ominoso que -más allá de la significación política- entra en el campo generalizado del prejuicio. El fenómeno no es nuevo. Los criollos calificaron de "chanchos" a los españoles y éstos de "asnos" a los hijos del país. Una buena parte de la caricatura política xenófoba adjudica nariz de loro y oreja de burro a los judíos y será lobo el inglés y zorros los franceses. Desplazar el objeto de nuestra aversión a una característica no humana, siempre nos tranquiliza. ¿Pero qué hacer cuando lo que desplazamos con la fantasía permanece en la realidad? ¿Qué hacer, en este caso concreto, con millones de nuestros semejantes que, sin pedir permiso, entran en nuestro barrio, en nuestro Café, en nuestro cine? Al triunfo peronista siguió una inmigración dentro del país, un traslado masivo del campo a la ciudad. El recién llegado, el intruso, no sólo sufrió el rechazo, el menosprecio de la clase media, liberal y democrática, sino también el de sus hermanos de clase, el de sus compañeros de taller o de fábrica. Su pañuelo ostentoso, su lapicera en el bolsillo superior del saco, fueron motivo de burla, como un siglo y medio atrás las levitas, galeras y bastones de los esclavos negros orgullosos de su libertad. "Monos vestidos", se les dijo a aquéllos, "Cabecitas negras", se los llamó a éstos, a los nuevos e inoportunos conquistadores de la ciudad.


El cabecita

El desprecio por el cabecita negra, su rechazo por parte de la pequeña burguesía liberal y democrática, muestra hasta qué extremos el prejuicio impregna nuestras racionalizaciones. Reconocer en él, en el provinciano, al hijo del país, a una de nuestras partes, significa lisa y llanamente aceptar el viejo conflicto entre capital y provincia, entre unitarios y federales, entre ejército regular y montonera, entre gobierno patriarcal y gran puerto fenicio. Es algo que está más allá de las racionalizaciones del pequeño burgués, liberal y democrático, presionado por su realidad económica, por su desmesurado sueño de grandeza, por su deseo de ingresar, económica y espiritualmente, a la clase alta. Obsesionado por su status, por su apellido gringo, por su falta de tradición, se siente, en su rechazo al cabecita negra, aliado a los que mandan. Ellos y él, por fin, tienen algo en común. Sin embargo, esto no deja de ser una ilusión. Ser diferente, ser gente, ser bien, significa no tener nada en común con ese intruso, que nos recuerda un origen humilde, de trabajo, de pequeñas humillaciones cotidianas. En esta fantasía, el pequeño burgués transfiere sus propias carencias al cabecita negra: el otro es el indolente, el ignorante, el poca cosa, el advenedizo. "Ahora tendrán que trabajar", dice en 1955, a la caída de Perón. "Los negros volverán a la cocina" hubiera dicho cien años antes, después de Caseros.

Pero mandar al intruso a la cocina o a la cárcel, no da tranquilidad a nuestras capas medias; ellas sufren, como el resto del país, los embates de la inflación, de la inestabilidad política y económica, que les impide, como suelen decir, vivir con decoro. No obstante, como ya es tradición (bastan leer las crónicas de Alberdi o los cuadros costumbristas del '80) el argentino medio puede aparentar un desahogado vivir, y aspirar, como premio, al señorío de las clases altas. Si algo le preocupa verdaderamente es ser confundido con los de abajo, delatarse -en un ademán, en un gesto, una palabra, en un vestido- como mersa. Los humoristas, sociólogos empíricos, ya han señalado esta situación. Cabe agregar que el vulgar temor a la vulgaridad lo lleva a copiar servilmente gustos, usos y costumbres, que la publicidad y las formas masivas de comunicación se encargan de imponerle. El estilo sofisticado de las revistas, el culto por las relaciones públicas y privadas a nivel de ejecutivos, las modas, lugares de diversión o jergas para iniciados, están indicando que nuestro depurado mersa se ha transformado en un obediente imitador. No es raro que, a sus prejuicios sociales, agregue algunos preconceptos sobre la importancia de pertenecer a un país de raza blanca u otras ambigüedades que alimentan su orgullo.

Pedro Orgambide (publicado originalmente en la revista Extra, Buenos Aires, abril de 1967).


P.S.: Después de leer
la cantidad y variedad de comentarios que ocasionó esta entrada en La Barbarie, me convenzo más del interés y actualidad de esta temática. Dentro de la cual recomendaré sin descanso la lectura de El medio pelo en la sociedad argentina, de Don Arturo Jauretche (y ya que estamos, también del Manual de zonceras argentinas).

10 comentarios:

Musgrave dijo...

Jorge, no si el clivaje es peronismo/antiperonismo pero que en la calle se siente algo es raro es cierto. El otro día Feinmann, el bueno, rozando este tema citaba la tapa de la revista Barcelona "La clase media recupera su fascismo habitual". En esta soy lego asi que no me meteré en tecnisismos, pero por ejemplo viajando un subte, suelo escuchar "estos negros de mierda ya me tienen hartos con sus huelgas". Como llamaríamos a eso?
p.d. El manual de zonceras ya forma parte de mi bibioteca.
Un abrazo sin pelos

Rafa dijo...

Hal: no hay caso, si tuvieras que rendir la materia Peronismo (o Antiperonismo) ya te habrías ido a marzo...:P. Cómo no va a haber olor a naftalina, con tantos que sacaron el disfraz de King Kong del baúl del abuelo :P:P.

No sé cuál es el grado de actualidad de este tema pero deduzco que le interesa a bastante gente, guiándome p.ej. por el número de comentaristas en el post de La Barbarie. Ahora haciendo algo de memoria, ¿te acordás la tapa de la revista de Hadad con el morocho peruano o boliviano al que le habían borrado algunos dientes, con el título La invasión? No hace tanto de eso. Y lo que dice Musgrave en el 2do comentario, ya somos bastantes los que lo venimos percibiendo.

Musgrave: el clivaje social con tintes racistas siempre asoma por algún lado, aunque como identidades políticas el peronismo y el antiperonismo estén bastante desdibujados. Los "negros de mierda" pueden ser los cartoneros, los piqueteros, los de la CGT, los que hacen alguna huelga, etc., según (entre otras cosas) la línea que baje Radio 10.

Gracias y un abrazo a ambos.

manolo dijo...

Jorge
Siempre es una delicia leerte.
La resistencia de Hal a reconocer el clivaje peronismo/antiperonismo es comprensible.
Su inexistencia, le daría razón a su construccion teórica.
Lo que no puede negar, es la discriminacion social, que puede ser racial o no.
En USA, todavía están juzgando a miembros del KKK, después de 40 años de las leyes de igualdad.
En Gran Bretaña, la igualdad social, que comenzo después de la 2° posguerra; recién se acaba de completar con Blair.
Los Pares, dejan de tener los fueros de miembros del Parlamento por derecho de nacimiento.
En la Argentina, el Gorilismo como actitud, es anterior al peronismo.
Las calificaciones que los Patricios les daban a los Personalistas tienen la misma matriz, que la que se uso contra los descamisados; 20 años mas tarde.
Presupuestivoros, Metecos, Tanos de Mierda, Alpargatas, etc.
Solo hay que leer a del Mazo y Jauretche, de la época de Forja.
Todo eso sin mencionar el antisemitismo de la Liga Patriótica.
Espero que tengas un feliz día mañana
Un abrazo

Rafa dijo...

Hal: sobre el interés de la gente, podríamos encargarle una encuesta a Artemio :P. Esto mejor lo seguimos con pizza o parrillada de por medio, eh?

Ah, estoy de acuerdo con lo de más Bourdieu, pero (y en esto no aflojo un tranco de pollo, ni aunque vengan degollando) también más Jauretche, caracho.

Abrazo.

manolo dijo...

HAL
Si Bourdieu puede explicar la actualidad francesa te doy la razón.
¿Puede?
El Republicanismo, el Contrato Moral y la Defensa de lo Institucional, ¿no son herramientas de la Derecha Europea y Americana?
Mientras tanto, no me pidas que abandone las herramientas que me permiten un aproximacion a la Realidad.
Que explican mejor lo que sucede y porque sucede.
No recuerdo que hablaras de revanchismo y discriminación social, antes de las elecciones.
La figura emergente en el PRO, reconoce como Icono a la Dra Carrio.
Hace dos meses me pediste que compartiera con vos, lo que fumaba, cuando comente la afinidad de la Gaby y Lilita.
Mr T, era el Duhaldismo residual en la Ciudad, por lo menos hasta la alianza.
Por eso sigo leyendo a Jauretche y Peron, todavía tienen "Filo y Contrafilo"
Un abrazo y feliz día

Rafa dijo...

Hal: amplío mi respuesta anterior, antes de la coca y el choripán. Creo que sabés perfectamente que, al menos en teoría, nuestras ideas tienen muchísimos puntos en común (salvo por tu antijauretchianismo, ya te parecés al Postino :P). Yo no tengo inconveniente en debatir sobre la construcción de nuevas identidades políticas que reflejen los intereses populares en la actualidad. Pero la memoria y la historia también son parte de la lucha política. Esto lo sabe perfectamente la "intelligentsia" que hoy día vuelve a desempolvar la vieja monserga antiperonista, quizás con intenciones de complacer a Condoleezza Rice. Ahí lo tenés a A. PROzitchner en su blog, a Aguinis y Kovadloff en el diario de Bartolo, a Sebreli, etc., manipulando y tergiversando la Historia de una manera nada inocente. Y yo no voy a dejar de oponerme a eso sacando a relucir la que yo considero la verdad histórica, aunque tenga olor a naftalina. Y me parecería muy elogiable que también dirigieras para esos lados tus inteligentes comentarios sobre la inutilidad de las viejas antinomias.

Manolo: coincido con tu comentario. Lo que sí, no sé si tenía que retribuir tus buenos deseos. Así que para no meter la gamba, le mando un abrazo (aunque sea atrasado) a todos mis colegas en la paternidad.

Gracias de nuevo, Hal y Manolo. Otro abrazo más.

EmmaPeel dijo...

No sólo es genial leer al dueño de casa, sino a sus dos comentadores estrella: Hal y Manolo, les produzco programa donde quieran, sus contrapuntos me alegran el día =)

Saludos y feliz día a los padres

Rafa dijo...

Emma: y Ud. me alegra el día con sus elogios, además de hacerme poner colorado ;).

¿Qué le parece si nos arma un programa titulado A Tres Voces? Suena original, ¿no? :P.

Gracias por la visita y los buenos deseos, vecina. Un beso.

Daniel de Witt dijo...

El tema está más vigente que nunca. Incluso una de las tantas razones para que gane Macri será el viejo y nunca desterrado gorilismo.
Yo no soy peronista, pero acepto que la izquierda jamás logró dilucidar el fenómeno peronista ni supo llegar a los sectores de la sociedad donde su mensaje llega en todas partes del mundo.
Así, devenimos en una izquierda burguesa de "centro cultural", inofensiva y funcional.
Un abrazo.

Rafa dijo...

Daniel, concuerdo en gran parte con tu comentario, todo esto da para seguir debatiendo por un rato largo.

Gracias por la visita. Un abrazo.