Vaya desde aquí un saludo al lanzamiento de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA). Sin duda, un hecho que se engancha con mis ideas y obsesiones de los últimos tiempos: por ejemplo, la necesidad de generar usinas de pensamiento para el desarrollo nacional.
Como un aporte en ese sentido y a riesgo de meterme en temas en los que toco de oído, quiero traer un texto de Carlos Leyba que va más allá de la superficie de los temas de la actualidad económica, y remarca la diferencia existente entre crecimiento y desarrollo. Jorge Sabato siempre recordaba la frase "después de tanta mishiadura cuesta mucho pensar en cosas grandes". Pero hay gente que lo está haciendo.
Lo que está ausente
por Carlos Leyba
Consumo y exportación, para Cristina, motores de recuperación y crecimiento. Anunció un programa de 13,2 mil millones de pesos y reiteró que “las palancas de crecimiento de nuestro modelo son el consumo popular y el sesgo exportador”. Mencionó a la inversión como uno de los destinos posibles de ese “plan de contingencia”.
Esas afirmaciones reflejan lo que pasó. En el crecimiento de la demanda global, en términos reales, entre 2004 y 2007, los aportes del consumo -privado y público- y de las exportaciones fueron los que más se incrementaron. Mientras, en 2004, el consumo aportó 52,2% del crecimiento y las exportaciones 8,8; en 2007, el consumo aportó el 60,7 y las exportaciones, el 11,2%. En ese lapso, disminuyó el aporte de la inversión al crecimiento. En el segundo trimestre de 2008, el consumo aportó el 70,5% del crecimiento.
La exhortación de Cristina Fernández a sostener la continuidad de esas palancas conforma una señal estratégica. Atención.
El primer paso del “paquete anticrisis” fue un megaprograma de inversiones en infraestructura; un conjunto de normas de blanqueo tributario y laboral y una moratoria impositiva. El segundo paso -¿habrá otros?-, son medidas de promoción al desempeño de la demanda de durables (automotriz, línea blanca), prefinanciación de exportaciones, rebaja de retenciones, capital de trabajo y, en tono menor, recursos para inversión de las pymes.
Ante la reducción de la demanda global, lo que incidirá positiva y contracíclicamente es el programa de inversión pública y el último paquete de financiamiento.
No podemos computar a favor la leve mejora nominal en el tipo de cambio porque, a pesar de la reducción de la inflación, no morigera, ni ahí, los efectos de la devaluación brasileña. La iliquidez local (y mundial) es un contrapeso difícil de remontar con las medidas anunciadas.
El blanqueo y la moratoria, aun siendo exitosas para recaudar, difícilmente tengan un efecto positivo en la coyuntura. Estas medidas no son las más apropiadas para enfrentar el enfriamiento. De entenderse necesarias o convenientes por razones fiscales, se compadecen más con una coyuntura vigorosa que con un tiempo de debilidad. Es que la baja coyuntura está asociada a la fuga de más de 20.000 Mu$s en un año y a la iliquidez concomitante. Ni los blanqueos ni la moratoria implican invertir esa corriente. Si las medidas de perdón tributario apuntan a la coyuntura, estamos frente a un error cuyos costos se dirimen en términos de cultura tributaria y -de tener éxito- arriesgan en términos de equidad.
Lo que es “anticrisis” es el plan de obras públicas más este anuncio de financiamiento. Apuntan a la inversión pública, al consumo y la exportación. Lo dicho ratifica que, en la estrategia gubernamental, la política hacia el sector privado es incentivar el consumo y la exportación, y que la ejecución del sector público apunta a su inversión para la oferta de servicios.
No hubo hasta ahora -y no la hay, aun en esta etapa crítica-, una definición que permita suponer una estrategia pro inversión privada. No se percibe una estrategia de desarrollo y sí una preocupación por el crecimiento. Que no es lo mismo.
Una breve digresión. Jack M. Mintz, profesor de la Universidad de Toronto, ha determinado para 2007 que la Argentina es el país, de una muestra de 80, de la más alta tasa efectiva de Impuestos a las Ganancias (47,9%) . El promedio ponderado de esa tasa efectiva para esos 80 países es de 31,7%. Para los países desarrollados (OECD), es de 31,5%. Si nos referimos a la industria manufacturera, la tasa efectiva de la Argentina es de 49,8%. Y, por ejemplo, en Brasil, 37,6; en Chile, 14,4; en Francia, 33; en España, 29,5; y en Finlandia, 22,4% (2007 Tax Competitiveness Report: A call for Comprehensive Tax Reform). Suficiente. ¿No cabe preguntarse por qué, en lugar de blanquear al uno por ciento capitales evadidos destinados a comprar campos, departamentos o realizar inversiones, no generamos un cambio en la estructura tributaria que sea pro inversión y retenemos a los limpios que se ensucian para fugar lo que no quieren pagar? ¿No pesa esto en la baja tasa de inversión en actividades productivas industriales?
La distribución del ingreso determina el patrón de consumo privado. Cada distribución del ingreso (funcional, sectorial, regional) se corresponde con un nivel de consumo y con su estructura. Además, no se puede ignorar el impacto negativo en el balance comercial de las importaciones de bienes de consumo derivadas de la inequidad distributiva.
En cada etapa de la estructura productiva, el estado de las ventajas comparadas y competitivas determina la capacidad de respuesta a las demandas de exportación: su nivel y su composición.
En ausencia de transformaciones deliberadas de las estructuras, es decir, sin una política estratégica de transformación, los incrementos en la actividad interna (en nuestro caso, sustitución de importaciones por efecto de la devaluación) y en la demanda externa (en nuestro caso, por la tracción del incremento de los precios internacionales), a partir de la distribución y la estructura productiva dadas, reproducen las estructuras previas, sus virtudes y defectos. En nuestra economía, en particular, la expansión -el crecimiento- ha convivido con dos tendencias no deseadas: la concentración de la riqueza o la regresión distributiva; y la primarización de las exportaciones o la regresión productiva.
Si no se genera deliberadamente un programa de inversiones transformadoras de la estructura de la producción, lo que requiere un programa de objetivos de largo plazo y herramientas como una política tributaria ad hoc y una financiera apropiada, el crecimiento es el resultado de “agregaciones” a la estructura existente.
Así, la política se transforma en una continuidad próspera de lo existente que sólo agrega -lo que no es poco- pero que reproduce sine die la distribución del ingreso y el patrón de exportación.
Una política de transformación siempre supone la incorporación de factores distintos, el cambio de ponderación y de relación entre los factores existentes. La de agregación (o de continuidad), es siempre una estrategia contradictoria con la de transformación (o de cambio). Si básicamente se “agrega”, básicamente no se “transforma”.
Esta discusión refiere al debate “crecimiento y/o desarrollo”. Eterno dilema: sabemos que se puede crecer sin desarrollarse. Estamos en ese riesgo.
Nuestra propia historia ha demostrado que si se “desagrega”, paradójicamente, se transforma: irreversibilidad de los procesos sociales. Por ejemplo, la dinámica de la “desagregación”, iniciada en nuestro país en 1975, produjo sucesivamente la “desprotección”, la “desindustrialización”, la “desestatización”, la “desnacionalización” y el “desempleo”. Esa “desagregación” produjo la decadencia económica y social que sintetizan el aumento, y la recurrencia, en la pobreza y la profundización, y la recurrencia, en la primarización de nuestras exportaciones.
¿Qué ha quedado implícito en los paquetes, hasta ahora conocidos, destinados a enfrentar esta crisis entendida como desaceleración del crecimiento o declinación de la demanda global?
El megaprograma de obra pública no estuvo asociado a un megaprograma de acompañamiento de la inversión reproductiva. Se anuncian las inversiones públicas como “la política” de inversiones. Una afirmación estratégica. Pero la ausencia de mención a la “la inversión privada” como parte de esa estrategia, confirma que se piensa a la inversión privada reproductiva como una consecuencia de la presión de la demanda de consumo (sin tener en cuenta el impacto de esa demanda en el balance de divisas); y de exportación: es un fenómeno derivado y no el desencadenante de un proceso de desarrollo.
Y ésta es una cuestión central: el liderazgo de la inversión reproductiva, como desencadenante, identifica a toda estrategia de desarrollo.
La inversión que desarrolla es la que transforma el patrón de distribución del ingreso (funcional, sectorial, regional) y el patrón de exportaciones.
La inversión determinada por la expansión del consumo y de las exportaciones es la que asociamos al crecimiento, y difícilmente podamos asociarla al desarrollo: responde a las estructuras previas y no a las programadas a futuro.
El crecimiento sería, de alguna manera, la concepción ortodoxa del progreso; el desarrollo, que implica reconocer el potencial dormido, sería la concepción heterodoxa. Es la hora del desarrollo, de la “sustitución de exportaciones” y “la cobertura de los agujeros negros de las cadenas de valor”.
En el discurso de Cristina Kirchner está implícito que la inversión pública es política: se decide desde la política. Esas inversiones pertenecen al área de servicios. Está muy bien. Es una recuperación del papel del Estado.
Pero el problema de ese discurso es que la inversión privada no aparece como una cuestión de la política pública. La inversión privada, en ese discurso, es (¿debe ser?) una consecuencia del incremento del consumo o de la exportación. La distribución del ingreso existente, que es la que determina los patrones de consumo, y las ventajas competitivas consolidadas, que son las que determinan la capacidad de respuesta a la demanda externa, determinan, entonces, el patrón de inversión.
Si la política económica facilita esas condiciones, el patrón de inversión queda determinado por el pasado. Y, por lo tanto, es un patrón de repetición. La misma economía pero más grande. No es poco. Pero no es lo necesario y menos lo conveniente.
Transformar, es decir programas de inversión reproductiva, es lo que le da a la crisis el carácter de oportunidad. Sin transformación vía inversión reproductiva, continuará la distribución y el patrón de exportación predominante. No parecería ser la vocación del partido gobernante. Esperamos que no lo sea.
Revista Debate Nº 299, 6 de diciembre de 2008.
Alpargatas y libros
Hace 14 horas.
8 comentarios:
Estimado Rafa:(I)
No voy a entrar ,por ahora,e el analisis de los actuales dichos de Leyva.
(Antes que nada, no puedo dejar de pasarle la factura cuando este Dr dice que un problema central de su epoca era la inflacion,no importa).
Vamos al grano:
1.
Supongamos que el Dr Leyba(Profesor Titular)-en esa epoca tercera linea del Ministerio de Economia - y su jefe Gelbard,le erraron muy feo y metieron la pata y llevaron, con sus planes a contramano de la historia al pais al desatre.
2.
No creo que nadie pueda negar las capacidades tecnicas ( y politicas)de estos hombres.
3.
Que panorama tenemos el dia de hoy y vamos para casi una decada:la economia esta en manos (en realidad las dos una persona)que es el Sr K.
Que calificacion tiene este hombre para manejar una tecnica muy compleja?.La cual, este Sr,segun su experiencia,se reduce a,cuanto tengo en el bolsillo derecho y cuanto en el izquierdo - un cientifico de almacen.
4.Por dejamo de el Sr K, tenemos un Sr que cobra como ministro y actua como director de un colegio de Sordomudos,el poder real pasa por las manos de otro Sr que dirigia una ferreteria (Moreno)
5.Por ultimo, y para no hacer una larga descripcion,tenemos una Sra ( del Sr K) que viene a ser una especie de la "Rosa de Tokio", una locutora de una FM del conurbano,que vende heladeras a credito y recupera chatarra ecologicatada!.
Amigo Lobo:no creo que llegar a semejante mijadora sea malo...pinta muy bien al pais en que vivimos.
Como dice Asis, son solo competentes para chocar una calesita.
Mis pronosticos son cada vez mas graves.
Cordiales saludos
anonimo bostero
Algunas cosas con interesantes.
Este “crecimiento económico” que tenemos, alguna vez lo dije, es adicto a la mala distribución del ingreso y a las exportaciones. Es más o menos obvio que es este tipo de crecimiento el que determina la distribución, el consumo y las exportaciones.
La duda que se me plantea es si la inversión reproductiva que propone es sólo para cambiar unas exportaciones por otras.
Necesitamos con urgencia inversión reproductiva, pero me parece que no es ésa, sino la de infraestructura económica básica (gestión hídrica, FF.CC modernos, energía nuclear, restauración de la infraestructura deteriorada en salud y educación, entre otros rubros).
Si no recomponemos el mercado interno con estas cosas, no podemos salir a exportar, porque sino lo que ocurre es que la demanda del exterior y la de las clases pudientes se transforma en el centro de la economía desde la cual se gotea a las clases bajas y el resto de la sociedad. Pero es sólo eso, un mercado interno flaco que subsiste por el goteo ése.
Hay que poner en su justa perspectiva, teniendo en cuenta lo anterior, lo del “consumo popular”.
El crecimiento de los últimos años no se basó en el consumo popular, sino en una transferencia de ingresos y una reactivación proexportadora que goteó al consumo popular. Pero esto no es “basarse” en el consumo popular. Es basarse en las exportaciones y el aumento de la riqueza para los pudientes esperando que tenga como subproducto esos efectos de goteo sobre el consumo popular.
Un crecimiento basado en el consumo popular debiera darles protagonismo directo e indirecto en la producción y el consumo a unas 15 millones de personas (es aproximadamente la cantidad de pobres que hay o que pivotean muy cerca de la pobreza). En esta perspectiva, evidentemente, no se puede decir que la economía actual se basa en el consumo popular, puesto que sería lo mismo que decir que se basa en la pobreza popular.
En la década del ’90, además de “desindustrialización”, hubo inversión reproductiva, algunos sectores adquirieron muchas maquinarias importadas pero para que sean usadas por fábricas cuya producción tenían una finalidad predominantemente exportable.
Para mi el desarrollo no es dedicarse primero a exportar bienes industriales. Es dedicarse prioritariamente al mercado interno con todas las medidas que el Estado tenga a su alcance para protegerlo y desarrollarlo. Luego de conseguido esto se puede pensar en qué se puede ofrecer al mundo en función de las destrezas y capacidades argentinas, por ej., energía nuclear, producción de reactores, este tipo de cosas.
Pero no esperar de un cambio en el patrón de las exportaciones (de bienes primarios a industriales) otro goteo al mercado interno.
Argentina no necesita pasar por ese proceso que pasaron los países del sudeste asiático. Argentina, antes de entrar en la decadencia a mediados de los ’70 ya era un país medianamente industrializado y con buenos salarios y buena calificación obrera. No éramos un país que salía de condiciones agrarias como los del Asia. Y tampoco tenemos las relaciones especiales como tuvieron algunos de los asiáticos con USA y las potencias occidentales.
Lo que necesitamos es volver a lo mejor de nuestra tradición proteccionista, mercadointernista, tratando de aprender de los errores de esa tradición, pero sin tirarla por la borda. Ese sistema tenía errores, como todos, pero era viable, y se lograban niveles de bienestar bastante buenos. Lo que vino después del ‘75/6 fue inviable y destruyó los niveles de bienestar alcanzados antes.
Pero el asunto es que volver a transformar la economía como necesitamos para volver al bienestar que teníamos, los países como el nuestro necesitan líderes cuya conducción se concentre en lograr eso.
Cuando tengamos esos líderes ahí sí vamos a tener un Estado y unas políticas públicas que indicarán el arco dónde patear y a dónde el sector privado (más los nuevos agentes privados que surjan) vea eso y pueda acompañar en el mismo sentido.
Rafa, un gran abrazo republicano de navidad compañero.
Perdón por la demora en responder, los brindis no me dejan mucho tiempo para el blog...
Don AB y Oti: apenas tenga un ratito libre les contesto.
Charlie: un gran abrazo Nac&Pop, compañero y amigo!
Gracias y feliz Navidad para todos!
Don AB:
La verdad, no me queda claro por qué me "pasa la factura" por lo que decía Leyba sobre la inflación. En ningún momento dije que la inflación fuera un problema menor, simplemente pienso que la lucha contra la inflación tiene que ser parte de un programa integral de desarrollo (como lo fue en su momento el Pacto Social).
En la época de Gelbard se puso como objetivo la "inflación cero" a la que los críticos de esa gestión llamaban "inflación reprimida". Ahora, ¿me va a decir que la monstruosa inflación que hubo durante 1975 y todos los años del Proceso, fue culpa del equipo de Gelbard? Si todavía tiene dudas de lo que pienso al respecto, relea mi post sobre el Rodrigazo.
El resto de su comentario, la verdad que no le veo relación con el post. En otro momento podría debatirse sobre si el gobierno actual tiene intenciones o capacidad de llevar adelante un proyecto transformador del tipo que plantea Leyba. Por ahora me parece importante empezar a replantear estos temas, después de tantas décadas de ajustes y empobrecimiento constante.
Una pregunta: ¿Ud. tiene por casualidad alguna relación o al menos una afinidad con la Fundación Atlas? No es un interrogatorio policíaco, es simple curiosidad.
Un saludo cordial.
Estimado Rafa:
Siplemente senalo, que coincidiendo o no con Leyba o con Gelbard, seria un estupido sino reconociera su trayectoria y sus capacidades.
Y marco la diferencia con los hombres que tenemos hoy en el gobierno.El primero el Sr K y Sra, y los ministros de cuarta!
Una gran diferencia con Menen, era que si bien tampoco sabia nada de nada, por lo menos solo dirigia(mal o bien)y tenia gente muy capaz(equivocada o no).
Sabe que, no se porque,no me gustas esos muchachos de Atlas.
A veces publican algo del gran Meir Zylberberg.
Por otra parte no milito, ni milite con nadie, tampoco tengo ningun idolo.
Le recomiendo que lea a Jorge Avila sobre Keynes.
Saludos
anonimo bostero
Estimado Rafa:
Pense que su link era de la fundacion.Y le pregunto: de quien es ese periodico?
Lo critican a R Fraga y ponen articulos de el?
Los patrocina Aeropuertos 2000, Telecom,....?
El articulo me parece detestable:parece escrito por la SIDE....mezclan gente...en fin.
Creo que si alguien tiene en su haber hechos penales,muy bien que lo denuncien....ahora porque piense, por ejemplo, que el subsuelo puede ser privado - como lo decia la CN....y lo mezclen con delincuentes...es de mala fe.
Quien hace lo que se le anotoja hoy con el subsuelo?
El estado,es decir, el Sr K.
Esta bien,si a Ud lo conforma eso...es su derecho.
Igual le repito, no me gustan los Atlas.
Puede criticarlos, pero no negar su derecho a decir lo que quieran.
Un saludo cordial
AB
Oti:
Ante todo mil disculpas por la demora en la respuesta. Tu comentario es muy interesante (lo esperaba, realmente) y creo que complementa lo de Leyba. Voy a tratar de fijar algunos puntos.
- Estoy totalmente de acuerdo en que este “crecimiento económico” está ligado a una mala distribución del ingreso y a exportaciones de productos primarios o manufacturados de bajo valor agregado. Y cuyos mayores beneficiarios son los sectores concentrados de la economía.
- Coincido con vos en la necesidad de centrarse en el consumo interno y de darle una función económica en los planos de la producción y el consumo a los millones que están en la pobreza o en riesgo de caer en ella.
- Pero me parece que esa necesidad no es contradictoria sino complementaria con la de estimular la inversión reproductiva, sobre todo (se me ocurre) apuntando a la incorporación de tecnología de punta en un gran número de pequeñas y medianas empresas. Eso implicaría la necesidad de capacitación de recursos humanos en gran escala y conllevaría la creación de empleos especializados con altos salarios. Por supuesto que la inversión pública en infraestructura básica como la que vos mencionás es imprescindible.
- No creo que pueda repetirse la experiencia de los '90. No conozco en detalle el tema, pero diría que el salvavidas de plomo que significó la convertibilidad condenaba al fracaso (o le ponía enormes interrogantes) a toda inversión reproductiva dirigida a la exportación de bienes industriales.
- La exportación en gran escala de productos industriales de alto valor agregado sería un reaseguro contra la reincidencia en los clásicos ciclos de "stop and go", eliminando la dependencia de la industria de las divisas generadas por las exportaciones tradicionales de origen agropecuario. Por supuesto, veo esto como un objetivo a mediano y largo plazo que se iría planificando a medida que se recompone el mercado interno (en realidad, el tejido social del país).
No sé en qué medida esto es realizable o si resulta puramente utópico con nuestra dirigencia actual (en general y a todo nivel), igual trataré de seguir desarrollándolo en algún otro post. Por lo demás, totalmente de acuerdo con el resto de tu comentario.
Un abrazo.
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