miércoles, julio 11, 2012

Flor de profesor

Parece que últimamente este viejo post ha recobrado actualidad, ya que han vuelto a escucharse a los agoreros que invocan el Rodrigazo en sus análisis económicos de la coyuntura. Por ejemplo, acá el Escriba citó a Juan Carlos de Pablo y su frase "Rodrigo es un subproducto de Gelbard". Interpreto que al igual que otros economistas afines, de Pablo trabaja sobre la idea de que un "megaajuste" tal como el impuesto por Celestino Rodrigo en 1975 es una "consecuencia natural" de los modelos caracterizados por la intervención estatal en la economía, la defensa del empleo, la protección del mercado interno o en general cualquier violación de las "sacrosantas leyes del mercado". En eso basa su analogía entre el programa de Perón-Gelbard y el del gobierno de CFK. Algo similar (y demasiado burdo) hizo un periodista de Clarín, motivando una respuesta de Carlos Leyba (ver este post de Florencio Boglione).

Tengo entendido por referencias confiables que de Pablo es un excelente docente de Economía, aunque yo lo conozco más en su rol de divulgador de las bondades del neoliberalismo desde un programa de televisión. Y creo que sus invocaciones al Rodrigazo hay que tomarlas con pinzas, ya que en este libro se lo cita como un "acérrimo defensor de Rodrigo" y miembro ya en 1975 del elenco de FIEL, que en un análisis del plan de CR dictaminaba "La caída del salario real es un ingrediente necesario para el éxito de este esquema económico" (*).

Hoy día, apelando a la desmemoria histórica y a las resonancias nefastas de la palabra Rodrigazo, una constante en analistas como de Pablo y otros menos prestigiosos es ignorar los nueve meses que mediaron entre la renuncia de Gelbard y la asunción de Rodrigo, así descriptos por Leyba:

"(...) En octubre de 1974, Gelbard, luego de 12 renuncias, logró salir del gobierno.(...) Dejó una inflación de 30% anual y las reservas más altas desde 1946, que representaban la mitad de las importaciones y de la deuda externa. La tasa de inflación heredada de la Dictadura se había reducido a menos de la mitad, las exportaciones se habían duplicado y las reservas se habían triplicado. Con problemas, pero lejos de una crisis. Sitiados por José López Rega, asumió Alfredo Gómez Morales y gestionó durante nueve meses en los que terminó con la concertación, la política industrial y la promoción de las exportaciones industriales. Para Gómez Morales el “tipo de cambio competitivo” era antipatria; así liquidó la mitad de las reservas, multiplicó el déficit fiscal y disparó los precios a más del doble. Construyó una crisis.

Con la concertación arrasada por Gómez Morales, en junio de 1975, asumieron los miembros de la secta de los Caballeros del Fuego, Ricardo Zinn, Pedro Pou y Celestino Rodrigo, que produjeron el Rodrigazo con el apoyo de José Alfredo Martínez de Hoz. En nueve meses, Gómez Morales, próximo ideológicamente a Zinn y a Pou, preparó, a sabiendas o sin querer, el terreno para el Rodrigazo. No heredó, del Acuerdo Social, situaciones “inevitables” y así lo reconoció en el documento que firmó el día en que asumió. Y si las hubiere heredado, nueve meses es tiempo más que suficiente para aterrizar. El Acuerdo Social no “terminó en la explosión del Rodrigazo”. Terminó en Gómez Morales. Y fue su pasividad la justificación para el innecesario e injustificable Rodrigazo, que fue el puntapié inicial de la ideología de la decadencia argentina."

En concordancia con Leyba, el libro de Restivo y Dellatorre demuestra claramente que el Rodrigazo fue cuidadosamente planeado y ejecutado, no para "corregir distorsiones" de la economía, sino para hacer estallar el modelo redistributivo con desarrollo industrial y pleno empleo que fundamentaba el Pacto Social impulsado por Perón, y hacer inviable todo retorno a la situación anterior. Y como "a confesión de parte relevo de pruebas", veamos algo referido al principal ideólogo del Rodrigazo, Ricardo Zinn (**):

"(...) En la década de 1970 el acercamiento de Zinn al gobierno justicialista no se dio por afinidad ideológica; todo lo contrario. Zinn sentía un enorme desprecio por el peronismo y por Perón, tal cual lo dejó expresado en su obra La Segunda Fundación de la República, que terminó de escribir apenas cinco meses después de la caída de Isabel.

Allí subrayó "la prédica populista y la acción demagógica" como los rasgos salientes de los gobiernos radicales y peronistas "que nos han llevado a la decadencia" entre 1915 y, ya "al borde del suicidio", 1976.

Entonces, ¿por qué participó de un gobierno al que detestaba y al que consideraba "un verdadero paradigma de la destrucción de una economía, de deterioro de una sociedad y su estructura productiva", haciendo referencia al trienio 1973-1976? El mismo Zinn intentó explicarlo en su libro, apenas un año después del Rodrigazo:

"Mi padre, que fue un teólogo alemán con un sentido muy ascético y riguroso de la vida, me enseñó que la función pública era simplemente una convocatoria, un deber, que sólo se podía eludir si uno no estaba seguro de ser útil a la comunidad. Este criterio, que pone al país por encima de las cambiantes identificaciones políticas de cada gobierno, incluye la dura decisión de aceptar el servicio aun con el peor gobierno, si se tiene la convicción de que se puede contribuir, por lo menos, a que el daño para la Nación sea algo menor" (Zinn, 1976).

Y su manera de "ser útil a la comunidad" no fue otra que la de acelerar la destrucción de un sistema económico y de un modelo de país para abrirle paso a otro modelo, que se iba a expresar con todas las letras una vez que el debilitado gobierno de Isabel fuera reemplazado por la dictadura militar, que no iba a reparar en métodos para imponer su política.

"La aceleración destructora del país -escribió- no se modifica de un día para otro. Los indicadores socioeconómicos deben seguir empeorando para obtener el necesario saneamiento sobre el cual se pueda construir un proceso de crecimiento autosostenido" (ibídem)."

(*) Néstor Restivo y Raúl Dellatorre, "El Rodrigazo, 30 años después - Un ajuste que cambió al país", Colección Claves para Todos, Ed. Capital Intelectual, Buenos Aires, 2005, p. 23.
(**) Ídem, p. 72-73.


Para terminar, la recomendación de este post de Pablo Tigani sobre el mismo tema. Y una perlita de Juan Carlos de Pablo con otra alusión al Rodrigazo, que culmina con esta frase de antología:

"No sabemos el plazo ni nada. Pero sin ninguna duda, algún día se arma."

Infobae, 19 de septiembre de 2007.

5 comentarios:

Florencio F. Boglione dijo...

Hay todo, digamos, un montaje para trabajar el inconsciente colectivo, supongo de los de los ciudadanos de 40 años para arriba con el tema del rodrigazo y demás comparaciones con el 75, convengamos tb. que el oficialismo como que aporta campo fértil para que los medios de la élite jueguen a los equívocos con "El Relato". Fíjese esta nota, de hace unos días, de La Nación : "27 de junio de 1975: el paro que hizo temblar al peronismo" http://www.lanacion.com.ar/1485283-27-de-junio-de-1975-el-paro-que-hizo-temblar-al-peronismo Mucha busqueda de que la historia se repita, no? Saludos cordiales.

PD: Le agradezco nuevamente la mención.

Florencio F. Boglione dijo...

Si no es molestia, agréguele las opciones para poder compartir sus post por twter, feisbuc y demás q tien el bloguer. Abarzo.

Rafa dijo...

Florencio:
Disculpas por la demora en responder. Es evidente que es así, se está intentando crear ese paralelismo. Al igual que la nota de Mendelevich yo también noté la coincidencia entre la fecha del acto de Moyano y la de la movilización del '75, pero veo diferencias tan siderales entre ambos momentos que no creí que viniera al caso recordarlo. De paso, Mendelevich tampoco menciona el período de Gómez Morales, ni que Rodrigo y López Rega renunciaron recién después del paro general (más bien "parazo" por el acatamiento) convocado por la CGT y los gremios combativos, del 7 y 8 de julio. Algo inimaginable hoy día.

Gracias por la sugerencia sobre TW y FB, voy a ver cómo se hace, pasa que soy medio vago para actualizar el diseño!

Gracias de nuevo, un abrazo.

Rogelio dijo...

"No sabemos el plazo ni nada. Pero sin ninguna duda, algún día se arma."

Juan Carlos De Pablo pertenece a la categoría de los economistas que desde los ’60 sufrieron un lavado de cerebro en profundidad en universidades del hemisferio norte, en general yanquis pero también inglesas.
Ahí recibieron una sobredosis de colonización pedagógica y la pusieron en práctica durante el último cuarto del siglo pasado.
Por supuesto, existen honrosas excepciones.

Tienen un desprecio profundo por todo lo nacional, en el grado y las formas que describió con maestría don Arturo Jauretche.
Ante nuestros éxitos se frustran y hunden en un resentimiento monumental que, pequeños gurkas, sólo lograr aliviar en la ilusión apocalíptica de que “algún día se arme”.

Felizmente, el milenio nos ha regalado una nueva generación de economistas que quizás sea capaz de consolidar - en el plano teórico de la academia - los criterios y conceptos clave que orientaron todos los momentos felices de crecimiento e independencia de nuestra historia.
Jorge Sábato creía que en materia de ciencia y tecnología, Argentina - y América Latina - no era meramente consumidora de conocimientos producidos por otros.
Consideraba que éramos, y debíamos ser aún más, los creadores de nuestra propia ciencia y de nuestras propias técnicas.
Que en el futuro valga también para la ciencia económica y la práctica de la economía.

Saludos

Rafa dijo...

Rogelio:
Así es, De Pablo fue uno de los economistas jóvenes que surgieron con el amanecer del neoliberalismo y fue formateado con esa mentalidad que vos decís. De paso, fijate en el post del Escriba: De Pablo fue el economista invitado por Argentina en la conferencia de 1989 en la que John Williamson presentó el "Consenso de Washington".
http://vidabinaria.blogspot.com.ar/2012/06/medir-no-es-facil-don-jose.html

Coincido con vos, ojalá que esta nueva época que estamos viviendo ayude a que las nuevas generaciones de economistas retomen el ideario del crecimiento, el desarrollo social y la independencia económica, a nivel nacional y continental. Siguiendo las huellas dejadas por grandes como Jorge Sabato, por supuesto.

Gracias por tu comentario. Un abrazo.