No encontré nada mejor para romper un receso bloguero ya demasiado prolongado, que recurrir a este reportaje al Ing. Enrique M. Martínez aparecido en el sitio de mi alma mater (Exactas-UBA). Creo que plantea claramente lo que está bien hecho, lo que no está tan bien hecho y lo que falta por hacer, en el terreno de la ciencia y la tecnología aplicadas a la producción y la inclusión social. Además, desde un enfoque alejado de la vulgata mediática de hoy día, lo cual no deja de ser estimulante. En lo que sigue, lo que más me interesa destacar:
(...) - Quince años atrás, una entrevista con usted hablando sobre desarrollo, sobre vinculación del sistema científico con el sector productivo hubiera sido impensable. ¿Qué cambió para que hoy esta charla sea posible?
- Veinte años atrás, lo que se esperaba era que los grandes capitales financieros y unos pocos conglomerados productivos ordenaran la vida del conjunto del país. A la tecnología y al conocimiento no se le había asignado lugar alguno. No sólo por la actitud lamentable de un ministro de Economía que ya es conocida y forma parte del folclore, sino porque, conceptualmente, si había que poner conocimiento, lo iban a poner las grandes corporaciones. Hoy, en una lógica distinta, de una propuesta de inclusión que, a mi juicio, no está definida con la precisión debida, está abierta la posibilidad de pensar qué quiere decir inclusión y cómo el conocimiento puede aportar a que la gente viva mejor. Obviamente, apenas uno pone ese título aparecen los organismos de ciencia y técnica, las universidades, como proveedores de ese conocimiento.
- Cambió un modelo y cambiaron las ideas, ¿cuánto de eso se tradujo en líneas de acción concretas?
- Yo no creo que podamos mostrar un volumen de líneas concretas compatible con el relato. Seguimos esperando que las grandes empresas inviertan y no hay un lugar muy claro para que las opciones generadas desde el conocimiento tengan espacio práctico. Si uno observa ámbitos como los de ingeniería, siguen trabajando por demanda, con una ventanilla que en todo caso se amplía, pero no están todavía animándose a configurar soluciones propias para nuevos procesos productivos. En buena medida porque han trabajado toda la vida por demanda y también porque en caso de que elaboren esos proyectos, ni el sistema financiero, ni el Estado, ni los actores políticos a nivel municipal o provincial están preparados para recibirlos.
- Desde el MINCYT hay un discurso muy definido en relación con la necesidad de vincular el ámbito productivo con el sistema científico. ¿Esto ha tenido algún tipo de correlato en los hechos?
- El ministro Barañao ha creado un instrumento que me parece de lo más valioso que es el FONARSEC. La posibilidad de otorgar subsidios, casi sin límite de fondos, para articulaciones público-privadas es una iniciativa que no tiene antecedentes. O sea que no sólo hizo el discurso sino que trató de construir la vinculación práctica. ¿Cuál es la debilidad por el momento? Que en esas articulaciones los privados son los que toman la iniciativa todo el tiempo. El sistema va a la rastra de las iniciativas que toman los empresarios que, además, siguen siendo muy pocos.
- Desde su punto de vista, ¿cuál cree que debería ser el rol del sistema científico, de las universidades, para impulsar un proceso de estas características?
- Yo creo que las universidades y los distintos ámbitos del conocimiento, tienen que entender qué cosas faltan, en términos de oferta productiva, y tratar de darle forma buscando luego los socios para ejecutarlo. Desde el diseño de una moto eléctrica hasta un compresor para heladeras, que hoy en Argentina son todos importados ¿Por qué razón un ámbito de ingeniería de la Universidad de La Plata no se aplica un año a diseñar un compresor? Estoy seguro de que lograrían hacerlo. Esa lógica podría tener resultados. Pero creo que a esa lógica hay que sumarle otra, porque no se puede dejar afuera a no menos del 25 por ciento de la población, que es pobre o excluido absoluto. Se puede cambiar la mirada para mejorar simultáneamente la calidad de vida colectiva y la ocupación de ese sector de la población. Lo cual no quiere decir, como se interpretó alguna vez, trabajar exclusivamente para los pobres, no es lo que quiero decir.
- Desde una mirada clásica, se le podría contestar que la Universidad llega a esos sectores sociales pero desde el área de extensión.
- ¡Claro! Es la misma razón por la cual esos sectores son atendidos por el Estado desde el área de asistencia social y no por el Ministerio de Trabajo o el Ministerio de la Producción. La pregunta es: ¿Eso está bien? Yo definitivamente me convencí de que no y me convencí de que uno puede sentarse con expertos de primer nivel y discutir cómo se consigue que los que juntan vidrios en la calle se integren en una cooperativa para transformar ese vidrio en objetos útiles para la construcción, para la vivienda, para infinidad de cosas. La lógica de producción de este proyecto nosotros la estamos encontrando en una facultad de la Universidad de Mar del Plata. El diseño de todo el sistema lo hemos hecho consultando con expertos acerca de cómo se transforma el vidrio en pequeña escala. Vamos a estar construyendo una red de recuperación de vidrio muy similar a la que uno se sorprende cuando visita una ciudad italiana. En definitiva, estamos descubriendo el agujero del mate, sólo por el hecho de poner el conocimiento al servicio de una red distribuida de procesamiento de vidrio. ¿Eso es extensión? Francamente no es extensión porque necesita desarrollo tecnológico de bastante importancia. La persona que ha tomado esto a cargo es una investigadora del CONICET que hace más de 20 años que trabaja en temas de cerámica y vidrio. Me parece que ése es el desafío.
(...) - Desde el MINCYT se promueve la incorporación de investigadores en empresas productivas. ¿Puede ser ese otro camino?
- Planteado en esos términos me parece bastante estéril. Implica mostrar la oferta de trabajo y tratar de que se encuentre con la demanda. Me parece que el sistema universitario y el MINCYT tienen la obligación de tener una mejor caracterización de la estructura productiva argentina para ser capaces de proponer iniciativas con algún grado de estructuración que absorban a esos egresados. ¿Qué quiero decir? Nosotros tenemos 5 carreras de ingeniería aeronáutica en Argentina y no fabricamos ni un Piper. El grueso de los estudiantes que egresan de esa carrera se van al exterior. Lo han hecho desde hace años. ¿Qué obligación tiene la Argentina? En Córdoba estaba la fábrica nacional de aviones. Durante el menemismo la canibalizaron. Ahora, el gobierno la ha recuperado y aspira a brindar servicio de mantenimiento a Embraer pero no tiene un proyecto de fabricación de bienes ¿Por qué no podemos hacer alas o asientos o lo que fuera para los Embraer? Los chinos hacen alas de aviones para los Boeing. Ahí usted ya construyó un destino para los egresados. Eso es lo que hay que hacer: traccionar desde la demanda. Y sobre todo de una demanda definida por el sector público con un interés nacional.
- ¿Cómo ve la posibilidad de que la nacionalización de YPF pueda operar como una herramienta de tracción de la demanda en la línea que usted lo plantea?
- YPF es el primer ejemplo de un intento de construir desde la demanda una perspectiva de trabajo para más físicos, más geólogos, más ingenieros, más químicos. Lo de YPF es un camino. Ojalá sea totalmente exitoso.(...)
(...) - Al principio, decíamos que veinte años atrás esta charla era impensable. ¿Podemos decir que hoy se ha instalado un consenso en torno al valor del desarrollo o todavía hay sectores que quieren retrotraer la situación?
- Lo contesto con una anécdota. En el año 2005, cuando llevábamos dos años de gestión en el INTI, logramos que la mesa directiva de la UIA nos recibiera para exponer frente a ellos nuestros planes. Llegamos y nos dijeron que tenían una agenda muy ocupada y que teníamos 20 minutos. Expuse en 20 minutos un plan que tenía que explicarse en no menos de una hora, sin cañón y con Cristiano Ratazzi, el presidente de la Fiat, sentado frente a mí, leyendo el diario. Así que nada está ganado. Los grandes capitales de este país no respetan el conocimiento nacional y la hegemonía multinacional en Argentina es tan importante que mientras nosotros no encontremos caminos para que el conocimiento se sume al desempeño de actores auténticamente nacionales no vamos a poder contrarrestar ese ninguneo. El pensamiento reaccionario sigue vigente, y vigente con mucho peso.
P.S.: De paso, para conocer las opiniones del Ing. Martínez sobre un tema de candente actualidad, ver aquí.
Alpargatas y libros
Hace 17 horas.
2 comentarios:
Gracias Lobo, siempre lo sigo y se lo extrañaba, siempre me aporta una mirada critica sobre la actualidad muy positiva.
Gracias Brague, trataré de que no me vuelvan a extrañar tanto!
Un abrazo!
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