miércoles, agosto 09, 2006

La verdad es otra

Voy a sincerarme. Si me abstuve durante varios días de aportar a este blog, no fue por fiaca sino por otras razones. La primera, haberlo escuchado a Mario Wainfeld en su programa de Radio Ciudad el jueves 27 de julio cuando citaba mi entrada sobre los hechos de Medio Oriente y pasaba la Milonga del Moro Judío por su autor. Sentir por un lado que me habían llegado los quince minutos de fama que me había predicho McLuhan, y por otro que el origen de esta efímera fama era mi tristeza ante la tragedia que se está viviendo, me dejó bastante desorientado. Y después siguieron llegando malas noticias, más notas de Robert Fisk desde el Líbano, y las fotos de los chicos...

Entonces, me sentí quizás como Adorno cuando dijo "No se puede hacer poesía después de Auschwitz"...no se puede escribir después de ver esto.

Pero la vida sigue, aquí y allá (para los que todavía sobreviven). Y no se logra nada quedándose callado o de brazos cruzados. No soy un admirador incondicional de Horacio Verbitsky. Pero esta nota que publicó el domingo en Página/12 me conmovió profundamente y comparto en gran parte sus conceptos. Sé a qué foto del Holocausto se refiere, es imposible de olvidar. Y al igual que le pasa a él, a la foto que acompaña a su texto (no la pongo aquí) tampoco la voy a olvidar mientras tenga conciencia.


El niño gris
Por Horacio Verbitsky

La imagen del niño gris me asediará mientras viva, como ocurre con una del Holocausto en la que un chico de cinco o seis años, arreado rumbo a la solución final nazi a punta de ametralladora, camina con las manos en la nuca y mira con estupor a la cámara. Es decir a mis ojos.

El niño gris no mira. Sus ojos están cerrados. Un hombre lo lleva en andas, en posición vertical. Sólo unos fluidos que gotean de su nariz y de su boca indican que no se trata de una escultura. Cada partícula de su cuerpo y de sus ropas están cubiertas con el polvo de la mampostería del edificio que se derrumbó sobre él en Qana, acaso la ciudad bíblica en la que Jesús hizo el trueque milagroso de agua en vino durante la celebración de una boda. Pero hoy se celebran funerales y no hay milagro que pueda despertar de un sueño espantoso a esa criatura y a quienes vimos su foto.

El doble mensaje del descargo posterior es un anecdótico agravante: mientras el gobierno israelí niega haber sabido que en ese edificio hubiera civiles refugiados, un videoclip que hacen circular por Internet sus organizaciones de apoyo muestra una toma aérea de un supuesto camión lanzador de cohetes que luego de cumplida su tarea estaciona en el garage de una casa. Con tal inteligencia, sus aviones atacaron un camión frigorífico que cargaba verduras y liquidaron a los campesinos que las habían cultivado. La secuencia fílmica de propaganda israelí es tan confusa como la que Colin Powell presentó en las Naciones Unidas para demostrar que Irak poseía armas prohibidas y que el propio ex Secretario de Estado terminó por reconocer como falsa. Pero letreros en hebreo e inglés explican cada cuadro hasta llegar a la conclusión de que si los agresores se refugian entre civiles es legítimo masacrarlos. No es así. Semejantes medios descalifican cualquier fin. Ninguna meta vale la pena de ser alcanzada a ese precio, ninguna ofensa previa lo justifica, cuando ningún peligro corre hoy la existencia de Israel.

Este horror insoportable fue planificado a lo largo de años. Es parte de una campaña que comenzó en octubre de 2001 con los bombardeos y la invasión estadounidense en Afganistán. Prosiguió en junio de 2002 cuando Bush formuló la doctrina del ataque preventivo y dijo que la única estrategia posible era golpear primero, “enfrentar las peores amenazas antes de que se concreten”. Millones de toneladas de bombas fueron arrojadas preventivamente sobre Irak a partir de marzo de 2003 pese a la evidencia de que no había relación entre su gobierno y la organización saudita que en setiembre de 2001 atacó los símbolos del poder militar y financiero en Washington y Nueva York. Cuando se demostró que en Irak tampoco había armas de destrucción masiva, Estados Unidos cambió de excusa: se trataba de llevar la democracia a ese país y de remodelar el mapa de Medio Oriente.

En abril de 2003 se difundió la denominada “Hoja de ruta” estadounidense. Corolario de la doctrina de la guerra preventiva, ese plan se desentiende de la ocupación israelí de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental y centra sus propuestas en el combate a la violencia palestina, concebida casi como una esencia, un argumento ontológico sin relación con el sufrimiento de un pueblo expulsado hace más de medio siglo de su tierra.

Consecuencia de todo ello fue el desconocimiento de la autoridad ejercida por Yasser Arafat, en procura de establecer un nuevo gobierno palestino “que actúe con decisión contra el terror y tenga voluntad de construir una democracia activa basada en la tolerancia y la libertad”, según la Hoja de Ruta. A ello siguió el sitio y demolición a las oficinas de la Mukata’ah en Ramalah, donde el líder histórico de la causa nacional palestina sobrevivió meses sin luz y con escasos alimentos, y por último su misteriosa muerte debida con alta probabilidad a un deliberado envenenamiento. Lejos de allanar el camino hacia una negociación de paz, la desaparición de Arafat la hizo cada vez menos probable. El creador de Al Fatah y la OLP no sólo había luchado por independizar de Israel a su pueblo. También buscó liberarlo de la tutela de los reaccionarios gobiernos árabes con los que prefería entenderse Israel.

El desprecio y el aislamiento al que Israel sometió a la débil presidencia de Abu Mazen, que sucedió a la de Arafat, condujo en enero de este año a la victoria electoral del partido islámico de la resistencia, Hamas, vinculado con Irán. No se entiende por qué ese resultado causó tanta sorpresa, si la anterior invasión israelí al Líbano provocó el surgimiento del también islámico movimiento Hezbolah, bajo control sirio.

Hamas y Hezbolah son, además, dos organizaciones confesionales, a diferencia del movimiento laico e independiente que lideraba Arafat. Pero las bancas que ambos movimientos ocupan en los gobiernos libanés y de la Autoridad Palestina las ganaron en comicios libres. Desde que asumió el nuevo gabinete palestino, Israel le negó el agua y la sal y en el comienzo de la última ofensiva arrestó a sus ministros y demolió sus sedes, para demostrar que la democracia es un lujo que no se pone al alcance de cualquiera. La Argentina conoció hace medio siglo esa ilustrada concepción de la democracia sólo para los democráticos, que no suelen coincidir con las mayorías, en consecuencia proscriptas y reprimidas hasta la desesperación.

La necedad de la dirigencia judía argentina, que ofreció su tribuna al embajador de Israel para que justificara la brutal violación de su país al derecho internacional humanitario y de los derechos humanos la emparenta con el lobby judío de los Estados Unidos, que ha contribuido a impedir cualquier acuerdo negociado entre los pueblos de Israel y Palestina. Para mayor irrisión ese acto provocativo se realizó a pocos metros de la esquina de Palestina y Estado de Israel, que simboliza la afectuosa convivencia entre las colectividades árabe y judía, sin igual en el mundo. Todos deberíamos cuidarla como el precioso capital que es y que el menemismo malversó como tantos otros bienes sociales. En el aniversario del atentado contra la AMIA, esa misma conducción no tuvo mejor idea que reclamar la ruptura de relaciones con Irán, como si los dos bombazos de la década anterior no le hubieran bastado para aprender la virtud de la prudencia.

Cuesta creer que las maquinarias militares y de inteligencia más sofisticadas del mundo obtengan resultados tan contrarios a los que declaran perseguir. Por torpeza o por cálculo, los misiles estadounidenses e israelíes siembran teocracias que desplazan a gobiernos laicos, ya sean dictatoriales como el de Saddam Hussein o relativamente democráticos como los del Líbano y la Autoridad Palestina. Las réplicas de Hamas o Hezbolah, ya sean bombas humanas o cohetes (mal) guiados, son tan insignificantes en proporción que es ridículo establecer cualquier equivalencia. Pero también recaen sobre los civiles. La guerra pasa a ser un estado permanente y del resto del mundo sólo se reclama que se habitúe al martirio de los niños grises.

Para eso no cuenten conmigo. Detener la mano asesina es un imperativo categórico.

9 comentarios:

G.F. dijo...

No soy especialista en estos temas, me parece que tendrían que, ante todo, deben parar los ataques desde ambos lados y luego sentarse todos en una mesa sin concesiones y discutir las raices del conflicto y de una vez por todas convivir en paz, TODOS. Estados Unidos vive equivocandose en sus políticas para medio oriente, le paso con Khadaffi, con Saddam, con el Ayatollah Khomeini, con Nasser (aislandolo), con el Sha de Persia, haciendole el juego a Israel eludiendo una condena en la ONU o las negociaciones sinceras de paz, en fin, sigue equivocandose en Irak (ahora reconocen que el país esta a un paso de la guerra civil), termina siendo el brazo ejecutor de la politica exterior israelí y ello es lo que no entienden ni EEUU ni Israel que esto lo perjudica aun mas, despierta el odio y radicaliza las posturas del contrario, salvo que el proyecto sea matar a toda la poblacion aledaña al Estado de Israel no se entiende el verdadero significado de tamañas burradas en politica exterior. Sls. Gonzalo.-

Rafa dijo...

Es así Gonzalo, el error es la norma en las políticas de EEUU para Medio Oriente. Y bueno, si su paradigma es el choque de las civilizaciones que pregona Samuel Huntington...

Quizás la dirigencia israelí crea que el aval de Bush le permite arrasar con el Líbano (o Gaza, o Cisjordania, o...) hasta cuando se le ocurra. Pero jamás van a poder garantizar de esta manera la paz y la seguridad para su pueblo.

La negociación entre los interesados directos es la única salida hacia la paz, aunque hoy día esto suene como la mayor de las utopías. Pero la magnitud de esta tragedia hace pensar que en realidad nadie quiere la paz, sino no se entiende tal sucesión de sinsentidos.

Gracias por tu comentario. Saludos

G.F. dijo...

Es que en el fondo creo que la idea es esa María, tampoco hay que ser un adivino para darse cuenta de algo que, ademas se impone desde el mas comun de los sentidos, es obvio que es que la guerra EEUU Iran se esta peleando en Irak y el Líbano e Israel me parece que está tratando de que se involucre Siria tambien para de una vez terminar con todos, al menos deja esa sensación, me parece tambien que hay un actor que hasta ahora no apareció y es la Unión Europea que es la que sufre siempre las politicas erroneas de EEUU e Israel en Medio Oriente y no se hasta cuando van a ser meros espectadores de una pelicula que se escribe en Washington y se filma en su patio trasero. Sls. Gonzalo Fossa.-

Rafa dijo...

María, ayer hice unos comentarios sobre este tema en el blog del Criador de Gorilas, no pensaba en lo que vos mencionás pero después me di cuenta de que de mis argumentos se desprendía exactamente eso. A Israel le es imposible derrotar militarmente a Hezbollah sin atacar a los estados que lo apoyan. La Rice dijo que esto que se está viviendo son "los dolores de un parto"...en fin.

Gonzalo, estamos llegando a la misma lamentable conclusión. ¿Hará algo la Unión Europea para parar esto? Lo dudo.

Gracias por sus comentarios. Saludos

G.F. dijo...

¿Alguien vio a la intelectual de "izquierda" que estaba ayer con Grondona?. Sls. Gonzalo Fossa.-

Rafa dijo...

Yo no Gonzalo, el médico alergista me tiene prohibido mirar ese programa.

Bueno, ya que estamos...hoy hay un cese del fuego. Ojalá que sea duradero y que sirva para iniciar negociaciones serias por la paz.

Un abrazo

Diego F. dijo...

Coincido con todos con que debería haber un alto al fuego (que supuestamente ya empezó), pero disculpen mi pesimismo para con el futuro. Creo que todavía ni los israelíes ni sus vecinos, están lo suficientemente maduros como para aprender a vivir en paz.
Mientras cualquiera de los "bandos" crean poder vencer, esto no va a hacer otra cosa que empeorar. Eso si, mi optimismo es más a futuro. Creo que luego de que se hayan hecho suficiente daño mutuamente, van a tener una legítima intención de convivir en paz. Recordemos lo que fue Europa hace 60 años, y, como hoy en día, ya no tienen fronteras.
En fin, esperemos por el bien del mundo que no tengamos que llegar a ese punto, pero mientras loquitos sigan manejando al mundo, esto no va a ser otra cosa que empeorar.

Saludos.

Rafa dijo...

Diego, yo también soy bastante pesimista para el corto y mediano plazo. Yo creo que ambos pueblos quieren la paz, lamentablemente el miedo, la frustración, el fanatismo, la intolerancia, etc., son los sentimientos que predominan en las condiciones actuales (estimulados en ambos lados por conveniencias políticas), y que favorecen la radicalización de las posiciones y la lógica de la guerra. Esperemos que el Gran Gendarme aprenda alguna vez de sus errores y ayude al logro de la paz. Qué lejanos parecen hoy día los acuerdos de Oslo.

Gracias por tu comentario. Un abrazo.

G.F. dijo...

Iba a poner "Quiera Dios que sea duradera" pero voy a optar por "quieran quienes sean que hacen y deshacen" que sea duradera. Para ser grafico y que se entienda, si medio oriente estornuda hoy, con la petrodependencia, el mundo se resfria. Sls. Gonzalo Fossa.-