TWEETS POLÉMICOS
Hace 32 minutos.
"Pero lo que más me hacía falta, por lo que suspiraba tan desesperadamente, no era saber y comprender, sino vida, decisión, sacudimiento e impulso." Hermann Hesse, El Lobo Estepario.
"El economista estadounidense Joseph Stiglitz desafió ayer nuevamente el saber convencional de sus colegas. O, en otras palabras, los lugares comunes que fluyen de sus anteojeras ideológicas. El Premio Nobel de Economía lamentó que el término populismo para referirse a las políticas de algunos gobiernos latinoamericanos se utilice de manera peyorativa. Desde el momento en que la región empezó a cambiar de color en el terreno político, con la derrota de los candidatos que postulaban el fracasado recetario neoliberal de los ’90, las principales usinas de esa corriente imprimieron el sello “populismo” a las políticas de los nuevos gobiernos. Y con esa etiqueta, las descalifica. Stiglitz, en cambio, las elogia.(...)"Y ya que hablamos de los amigos de La Barbarie, excelente la entrada de Pablo sobre el carácter (no) populista del gobierno K y el debate subsiguiente. Ahí surgió una inquietud sobre los orígenes del término en cuestión, lo que tiene que ver con cosas que hoy parecen olvidadas. Es el caso de la concepción de populismo que estaba claramente definida en los debates acerca del peronismo que se daban en los '60 y '70 en el seno de la izquierda: el populismo como instrumento de las clases dominantes. En los comentarios a una entrada anterior, el colega Hard Core recordaba que los sectores más recalcitrantes buscaron siempre la salida populista para consolidar los proyectos oligárquicos. Esta concepción de populismo tiene un buen ejemplo en los manejos políticos de la "década infame" (la primera, la de los años '30): clientelismo, matonaje, control de la prostitución y el juego clandestino, fraude electoral (llamado "patriótico"), pero ante todo, un caudillismo paternalista a ultranza. El beneficiado por el caudillo sentía que a él le debía todo: le apadrinaba sus hijos, le conseguía alguna changa, le tiraba unos pesos, en las campañas ofrecía multitudinarios banquetes con empanadas y abundante vino, donde invariablemente se brindaba al grito "¡Que viva el doctor!"...Una descripción de esa época puede leerse en el libro "Barceló, Ruggierito y el populismo oligárquico" de Norberto Folino (que junto a Ricardo Horvath hacía "Café, bar, billares", hito inolvidable de la radiofonía Nac&Pop). También está retratada en la película "Fin de Fiesta" de Leopoldo Torre Nilsson. El libro es difícil de conseguir, la película supongo que también, así que recomiendo leer al respecto este instructivo artículo de Álvaro Abós.
(refiriéndose a la situación de Perón a mediados de 1945)"...hay coincidencia en afirmar que su mayor predicamento estaba en el sector obrero, tanto en el nuevo proletariado industrial formado por los contingentes de provincianos como en buena parte de los dirigentes sindicales de origen socialista. Perón había hecho realidad derechos postergados y -lo que era aún más importante- les había creado la conciencia de ser dignos de esos derechos."(Historia Argentina desde la prehistoria hasta la actualidad- Colección en fascículos publicada por Página/12, Departamento de Historia, Colegio Nacional de Buenos Aires, p. 616.)
"(...)En los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón se presenta la distribución más favorable a los asalariados, cuando el porcentaje de apropiación fue del hoy increíble 50,84 por ciento en 1954. Si hay politólogos, economistas, sociólogos & otros profesionales que todavía siguen preguntándose por las razones de la perdurabilidad del peronismo y del recuerdo a su líder –además de otras valiosas consideraciones–-, deberían partir de esa igualitaria forma de reparto de la riqueza. Lo mismo vale para los políticos y funcionarios que en la actualidad aspiran a tener un lugar agradable y no despreciable en la historia. (...)"Por supuesto que muchos de los seguidores de Perón, especialmente caudillos y caudillejos provinciales, hicieron uso y abuso de prácticas populistas retrógradas tales como el clientelismo. El ejemplo de Rovira en Misiones está fresquito, pero podría recordarse también la costumbre de los Saadi en Catamarca de regalar una sola zapatilla antes de una elección y la compañera después, siempre que ganaran...pero ya estamos hablando de un país en el que la justicia social ha sido abolida.
"Nos introduciremos en las vidas de Alberto Barceló y Juan Ruggiero porque creemos que estos personajes dan una buena pintura de los años dramáticos de nuestra historia que se mentan como la década infame. Este lapso no fue una suma de características similares en todo el país; por el contrario, la minoría gobernante se distinguió, según los lugares y situaciones, por los distintos métodos de dominio utilizados. Barceló y Ruggiero son los arquetipos del paternalismo conservador de la provincia de Buenos Aires, y en especial, de la ciudad de Avellaneda, donde ambos nacieron y reinaron. Este paternalismo conservador merece el nombre de populismo oligárquico. Fue la política del favor personal, del regalo cuando no de la dádiva, de lo que se concede no como un derecho, sino como gracia de un poderoso que cobra el favor con la retribución electoral y la adhesión moral. Pero el populismo oligárquico no termina en esta visión epidérmica. Supone también cierta exaltación de las masas, no como favor activo, sino como objeto que recibe la buena predisposición de las clases dirigentes. Aquello del Cid: "Dios, qué buen vassallo,-si oviesse buen señore!"... "
"La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura. Es completamente cierto, y así lo prueba la Historia, que en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez. Pero para ser capaz de hacer esto no sólo hay que ser un caudillo, sino también un héroe en el sentido más sencillo de la palabra. Incluso aquellos que no son ni lo uno ni lo otro han de armarse desde ahora de esa fortaleza de ánimo que permite soportar la destrucción de todas las esperanzas, si no quieren resultar incapaces de realizar incluso lo que hoy es posible. Sólo quien está seguro de no quebrarse cuando, desde su punto de vista, el mundo se muestra demasiado estúpido o demasiado abyecto para lo que él le ofrece; sólo quien frente a todo esto es capaz de responder con un “sin embargo”; sólo un hombre de esta forma construido tiene “vocación” para la política."