He venido siguiendo con mucha preocupación el problema de las carnes, es evidente que hay muchos sectores perjudicados por la situación actual, aunque a decir verdad todos ellos tienen alguien que los defienda. Pero nadie se acuerda de la verdadera víctima de todo este asunto, sí señores...la vaca. Aquí le voy a rendir un pequeño homenaje a este noble animal, al que ningún medio de prensa ha reporteado o le ha brindado un micrófono o una cámara para que exprese su opinión.
Por todo ello, cedo la palabra al ilustre, querido y recordado Alfredo Zitarrosa. Y de paso, sirva esto para reafirmar los lazos de amistad con nuestros hermanos de la vecina orilla.
Temblando, con el frontal partido con el marrón,
por el marronero, cae sobre sus costillas,
pesada como un mundo, la res...
Cae con estrépito, de bruces sobre el cemento...
Balando al descuajarse su osamenta,
ya sólo un pobre costillar enorme,
ya sólo un pobre cuero y sangre,
media tonelada de huesos astillados,
hincados en toda esa vida temblorosa y atónita...
Ahí se va alzando, como un pesado pingajo,
atrapada por la pata por un gancho que le salta arriba,
que la alza por un ojal abierto en el garrón
de un cuchillazo en plena estupidez sentimental,
en plena media tonelada de monstruoso dolor,
incomprensible, absurdo, balando, plañidera y tonta,
como un escarabajo que no piensa,
mientras medita lentamente por qué duele tanto
y por qué duele, qué parte de quién es ella misma,
la res, abierta al descuartizamiento atroz por todas partes,
que nunca habían dolido y que eran tantas partes, tan extensas...
Y que pastando nunca había dolido...
Haciendo leche, esperma, músculos,
crin y cuero y cornamenta viva,
que eran la vida misma manando hacia sus adentros,
vibrando tiernamente como un sol cálido hacia sus adentros...
Y nunca habían dolido... Ya está colgada...
Las patas delanteras se enderezan, se endurecen y avanzan
hacia adelante y hacia arriba, implorantes y fatalmente rígidas,
rematadas en cortas pezuñas que hace un instante
amasaban el barro del corral, el estiércol de otros cien balidos,
dinosaurios del siglo de las máquinas,
nacidos para morir de un marronazo...
Ahora ya es carne azul colgada en la heladera:
"Uruguay for export"...
Aquella res, que murió de un marronazo,
cayó y tembló todo el frigorífico...
Aquella otra res que recibió el marronazo en plena frente,
de dos dedos de espesor,
mientras entraba al tubo desconfiando porque allí no había pasto,
alcanzó a comprender que había otra res delante,
balando, que ya se la llevaba el gancho...
Y cayó detrás, también, y el cemento tembló bajo esos huesos...
Aquella otra res, que esquivó el marronazo y que cayó también,
con un ojo reventado, una guampa partida, deshecha,
también cayó y tembló la tierra, tembló el marrón,
tembló el marronero;
la res, murió temblando de dolor y de miedo...
De un marronazo en plena frente
"for export" del Uruguay...
(A. Zitarrosa, fragmento de Guitarra Negra)
Alpargatas y libros
Hace 3 horas.
2 comentarios:
Perfecto. Es perfecto, nada mejor, te conoci en este contexto, creo que es tu mejor perfil, y no lo digo en broma, a mi ni se me hubiera ocurrido, lo digo con todo mis respetos, pensar el problema del lado de la vaca.
Unos los ven con ojos de recaudadores, otros de empresarios, otros de cuenta votos, pero quien ve el cruel destino de la vaca, y justo el Zita tiene una canción es realmente un verdadero hallazgo.
te felicito
Miquel
Muchísimas gracias Miquel, en mi comentario en tu blog omití decir que cada vez que escucho o leo la letra de las Décimas se me pianta un lagrimón (como con tantas otras cosas de Zita), será que el sueño de la gran patria latinoamericana no nos quiere abandonar.
Un abrazo
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