miércoles, mayo 31, 2006

Un flor de tipo

Para aquellos que no simpatizan con Página/12 (aka Pravda, aka Página K): lo siento muchachos, voy a seguir transcribiendo cosas que encuentro ahí y que me parecen valiosas. El viernes pasado, en el suplemento por su 19º aniversario, apareció esta nota sobre un tipo que se nos fue demasiado pronto, pero que hoy está más vivo que nunca.

El espacio de Germán
por Fernando Cibeira

Abrió un espacio, un camino. Otros lo acompañaron y luego lo siguieron. Podría decirse que con los años terminaron cambiando el escenario político del país. Porque lo que hizo Germán Abdala fue aunar la lucha por un nuevo tipo sindicalismo, muy lejos de las “gordas” burocracias, y una tarea política enrolada en un naciente peronismo progresista, con la honestidad como estandarte. Y fue coherente hasta sus últimos días. El Frente Grande y el Frepaso tomaron aquel discurso del que hoy, en buena medida, el propio Néstor Kirchner dice sentirse un continuador.
“Mire, Abdala, la posición suya corresponde a otra época”, le decía un relamido Mariano Grondona en 1986, en un “Tiempo Nuevo” rescatado en el documental sobre Abdala que el año pasado emitió Canal 7. En el programa del inefable dúo comenzaba a cocinarse la fiebre neoliberal que azotaría al país, con el credo privatizador como remedio para todos los males. Abdala, ya por entonces secretario general de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) porteña, intentaba explicarles los graves problemas que acarrearían esas políticas. Con lenguaje sencillo desarrollaba sus convicciones elaboradas en base a lecturas de Arturo Jauretche y John William Cooke y la joven militancia en el peronismo de los ‘70 en la agrupación Amado Olmos, relacionada con el sindicalismo de la CGT de los Argentinos. Para Mariano y Bernardo, claro, historia pasada. En la clandestinidad de la dictadura, Abdala había fundado junto a su compañero de lucha, Víctor De Gennaro, la agrupación con la que luego llegarían a la conducción de ATE. Desde allí llegó, en 1989, a las listas del PJ por las que fue electo diputado. Un año después encabezó la gran ruptura interna al conformar el Grupo de los Ocho, con Carlos “Chacho” Alvarez y Darío Alessandro, entre otros, como punta de lanza contra la avanzada menemista. Desde el Congreso, fue un obstinado opositor a la oleada privatizadora. “Acá la disyuntiva no es estatizar o privatizar, sino encontrar un proyecto político y económico para que este Estado sirva”, dijo entonces, en una declaración que hoy suscribiría toda la clase política argentina, pero que 15 años atrás parecía anacrónica.
Ya por entonces su enfermedad estaba avanzada. En una intervención por una lesión de fútbol se le había detectado un extraño tipo de cáncer en la columna vertebral. Debió soportar 26 operaciones y largos períodos de postración. El derrotero, que a cualquiera hubiera hecho bajar los brazos, a Abdala no hizo más que fortalecerlo en la tarea que se había propuesto. En 1991, abandonó la internación en Estados Unidos para participar, en silla de ruedas, del plenario que fundó la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). “Seguimos creyendo, pese a todo, que hay un camino para construir”, dijo, ovacionado, en uno de sus últimos discursos.
En 1992, en un reportaje a Página/12, sostuvo: “El peronismo que intentamos expresar es ya sólo un dato histórico, como puede ser cuando nos referenciamos en San Martín, Artigas, el Chacho Peñaloza, Yrigoyen, Evita y Perón. Hay que construir una nueva alternativa popular. Un nuevo partido o frente que rompa con el bipartidismo. ¿Cómo hacerlo? Con diversos sectores políticos y organizaciones sociales”. ¿Estaría hablando del Frente Grande que se crearía un año después, o del posterior Frepaso, o tal vez de la actual Concertación K?
Su compañera Marcela Bordenave fue testigo de su último suspiro en el Hospital Italiano. Era julio de 1993, Abdala pesaba 35 kilos y había quedado ciego. Tenía apenas 38 años y dejaba un espacio vacío entre los referentes sociales del país. Inmerso en la vorágine del día a día, Página/12 dedicó su tapa a un proyecto de Mauricio Macri por comprar el club Deportivo Español que hoy nadie recuerda. Abajo se podía leer, pequeño, un recuadro que daba cuenta de la muerte de Abdala y de la columna El mejor de nosotros, que le dedicó Chacho Alvarez. “Fue quien mejor advirtió a la sociedad sobre las escandalosas privatizaciones de Entel y Aerolíneas Argentinas, y también fue el primero que reconoció lúcidamente el fin del peronismo como instrumento para seguir transformando la realidad en sentido progresista”, admitía allí Chacho. Como prueba de su convicción a prueba de balas y de su sentido del humor, valga la anécdota final que cuenta De Gennaro en el documental: “Quiero que me prometas que no va a haber velorio –le pidió–, llega a aparecer una corona de Menem y me muero”.

2 comentarios:

sietelocos dijo...

Una canción de la Juventud del Frente Grande era: "La juventud, del FG, nación con Chacho y con Germán y el turco Menem y mauricio macri, están con tooda la Federal"

jaja qué épocas!

Artemio López dijo...

gran recuerdo jorge.
salu2!!